El gobierno hace keynesianismo y el peronismo anda sin rumbo

Siete días de política. La obra pública y la construcción reanimaron la economía. Las cementeras amplían plantas por la reactivación. Mientras tanto con una actitud ortodoxa los "k" cuestionan el déficit fiscal.

El diario económicos de más larga trayectoria que se edita en la ciudad publicó anteayer como título de apertura que "la construcción mantiene un ritmo fuerte e impulsa el crecimiento de la economía". El sector de la construcción con casi el 10% de aumento llevó el PBI a crecer al 2,7% en el último año, mientras la industria y el comercio crecían mucho menos: un 2% en promedio.

También consignó en tapa que las cementeras se vieron obligadas a ampliar sus plantas por la reactivación de la obra pública. ¿Si esto no es una lección de keynesianismo práctico, qué otra cosa podría serlo?

Mientras tanto, los supuestamente keynesianos con el ex ministro Axel Kicillof a la cabeza, cuestionaban en el Congreso al ministro de Hacienda Nicolás Dujovne por la magnitud del déficit fiscal. Lo curioso es que inmediatamente después de criticarlo por haber llevado el rojo de las cuentas públicas al 4% del PBI, aseguraban que se prepara un ajuste brutal. Es decir un ajuste futuro, no actual como el que había denunciado Cristina Kirchner durante la campaña de las PASO con el resultado a la vista.

Las contradicciones del kirchnerismo no son una novedad. Edita de manera permanente la realidad para acomodarla a su deseos. Menos novedosa es la inversión de roles en la que un gobierno no peronista hace economía electoral de trazo grueso, "popular" por decirlo suavemente, frente a un peronismo a la defensiva, sin liderazgo, fragmentado y con buenas posibilidades de una nueva derrota en octubre.

¿En qué consiste la economía electoral? En ignorar el déficit y el endeudamiento para inflar transitoriamente el consumo. El privado creció el 3,8% anual en el segundo trimestre, por encima del PBI. También trepó significativamente la inversión, más del 7% en igual período. Si bien todos los sectores no evolucionan de manera pareja Ñel interior crece más que el conurbanoÑ, la confianza del consumidor y de los inversores volvió a mejorar.

Las estadísticas demostraron también que los índices macroeconómicos son mejores que el humor social detectado en las encuestas anteriores a las internas abiertas. Si bajo esas condiciones al gobierno le fue bien el 13 de agosto, ¿qué ocurrirá en las generales? Lo que parece estar pesando en el ánimo en alza de los actores económicos es la convicción de que a partir de octubre habrá un nuevo mapa de poder que beneficiará a Mauricio Macri.

El primer "colectivo opositor" que acusó recibo de este posible futuro fue el sindical. Después de las habituales movilizaciones y torvas amenazas llegó la hora de un pacto de no agresión con el gobierno. No habrá paro y cualquier reforma para mejorar la productividad se hará por consenso.

Más problemática es la situación del ala política del peronismo. Su principal candidata, Cristina Kirchner, parece sumida en la confusión. No detecta el nuevo clima económico generado por el reparto de dinero para el consumo de los sectores de menores ingresos. Después de distribuir créditos entre los jubilados, los que cobran la AUH y las pensiones no contributiva, la Anses se apresta a repetir la receta entre los que cobran salario familiar (unos dos millones de beneficiarios). Se prevé, además, duplicar el stock de préstamos hipotecarios en un año.

Frente a esto pontificar sobre "la grieta", el ajuste, el gobierno para ricos y la supuesta "represión" sirve de muy poco. Tampoco mostrar boletas de servicios públicos con aumento. La ex presidenta parece haber detectado que tiene chances ciertas de perder en octubre, pero no detectó todavía cómo evitarlo.

A Sergio Massa parece ocurrirle algo más grave: está bajando los brazos. Cambió de asesor y su campaña se volvió errática. Ya es obvio que no puede romper la polarización y apenas un poco menos obvio que perderá parte importante del pobre caudal electoral logrado en las PASO.

Florencio Randazzo pasa por una situación similar, aunque con menos para perder porque su cosecha de agosto fue limitadísima. Cuenta con un voto no tan volátil como el de Massa y muy anticristinista.

Es significativo el bajísimo perfil de gobernadores e intendentes peronistas. En su mayoría esperan una derrota de CFK, su aislamiento y una relación más fluida con el oficialismo. Están comenzando a aceptar que el gobierno de CEOs sabe ganar elecciones y hacer peronismo si es necesario. También a evitar la confrontación en circunstancias que no les son favorables.