Luego de que lean este breve texto me acusarán de facho, antiguo, retrógrado y a lo mejor tienen razón, pero al menos permítanme una ligera defensa. Algunos estudiantes-militantes volvieron a tomar los colegios (por favor revisar en Google y verán que siempre ocurre uno o dos meses antes de cada elección) esta vez es la lucha por la educación pública. Los muchachos se niegan a una supuesta reforma curricular. Otros se rehúsan a que se tome examen de matemáticas en el CBC de la carrera de Psicología. Y hasta se suman el Buenos Aires y el Pellegrini por solidaridad porque en verdad a ellos no les afectaría si hubiera una modificación en el sistema de enseñanza. Son catorce los colegios ocupados. Y los pibes dan encendidos discursos en medio de música y baile y se llevan frazadas y la pasan joya. Ahora chicos, ustedes no son conscientes de la importancia que tiene saber, conocer y entender, porque esto les permitirá darse cuenta, saber qué pasa, no ser un cordero más del rebaño. Yo no pretendo que sepan quién fue Ezra Pound, ni siquiera Chesterton o Lovecraft, sólo busco que si mañana les leen un manifiesto político puedan discernir, saber qué les están proponiendo o si van a buscar un empleo, sepan qué ventajas y qué desventajas puede tener el puesto pretendido. Ni siquiera mencionaré la opción de ser cultos: eso a esta altura del mundo es para unos pocos notables y desquiciados. Al menos, asomen la cabeza entre la medianía de la pobreza informativa. Ustedes no pueden elegir qué y cómo estudiar, no pasa en ningún país del mundo, la estructura curricular es casi una ciencia y hay que saber mucho para poder armarla, no basta con decir que las matemáticas no sirven para las carreras de humanismo, es falso, porque sociología, por ejemplo, se basa en estadísticas y para lograr algunas evaluaciones de un test psicológico hace falta hacer cuentas. Vayan a estudiar y si quieren hacer política partidaria háganla en los centros de estudiantes y sólo los que quieran, no todos y obligados porque ese sistema ya dio muestras de llevarnos a los peores lugares.
V. CORDERO