Una voltereta de Boca para evitar comprarse un problema

Daniel Angelici justificó la no contratación de Ricardo Centurión por el incidente del fin de semana pasado en un boliche. Una excusa para no admitir que la inconducta del jugador hacía tiempo que obligaba a bajarle el pulgar.

"A consecuencia de la última salida, mientras sus compañeros estaban trabajando acá en Ciudad del Este, hablamos con los dirigentes, con el cuerpo técnico y tomamos la decisión de no hacer uso de la opción que teníamos para comprarlo. Lo lamento porque era un jugador que dentro de la cancha la rompía, que al técnico le gustaba mucho y a nosotros también, pero a veces hay que pensar más en la institución que en las individualidades". Las palabras de Daniel Angelici justificaban la voltereta final que dio Boca para bajarle el pulgar a Ricardo Centurión, ese muchacho que juega bárbaro a la pelota pero que no puede superar la marca de los fantasmas que le nublan el juicio.

Lo curioso es que esa "última salida" fue la gota que rebalsó un vaso que ya estaba a punto de causar una descomunal inundación de hechos que propiciaban la no contratación de este joven que es un angel en la cancha y un demonio fuera de ella.

Apenas llegó a la Ribera, a la salida de un boliche destrozó su fastuoso BMW blanco al protagonizar un choque que dejó a dos personas heridas. Unos meses más tarde aparecieron imágenes en las que se lo veía desnudo en la concentración de Boca. Después un video lo mostró ebrio y buscando con quien pelearse en el hotel en el que se alojaba su equipo. Se habló de él por un presunto romance con Rocío Oliva, la ex de Diego Maradona, y mucho más por una denuncia de violencia de género presentada por su ex pareja, Melisa Tozzi. Después sacó a relucir su perfil de pendenciero nato cuando en la red social Instagram publicó una foto con un arma jactándose, textualmente de que "si antes era un hijo de puta, ahora soy lo peor". Y con Boca ya campeón, en gran medida gracias a sus buenas actuaciones, Centurión se peleó con el DJ en la fiesta en la que el plantel celebraba la consagración...

Pero, insólitamente, no continúa vistiendo la camiseta azul y oro por su última salida con escándalo incluido en un boliche de Lanús. Fue el sábado 22, hace apenas unos días, en momentos en los que ya se había despedido de la mitad más uno del país pero había regresado tras tirar por la borda su incorporación al Genoa, de Italia, el destino que le consiguió San Pablo, el club dueño de su pase que estaba urgido por tenerlo bien lejos de Brasil.

No firmó en Genoa porque Boca hizo un intento más y, ante la insistencia del DT Guillermo Barros Schelotto, lo convenció de que retornada para definir su permanencia en la Ribera. En las pocas horas que estuvo en el país cometió el desliz final...

Porque a pesar de que la lógica le aconsejaba a la entidad de la Ribera no comprarse un problema con este pibe talentoso y conflictivo en iguales proporciones, en Boca seguían hacia adelante sin reparar en el qué dirán.

El Mellizo había vencido la resistencia de Angelici y parecía haberse salido con la suya. Centu también iba a hacer realidad su deseo de permanecer en Boca. Si hasta había amenazado con retirarse si San Pablo no satisfacía sus pretensiones...

Cuando se antojaba un hecho consumado la nueva unión de Boca y Centurión, hubo una gota de agua que inundó el empecinamiento de los xeneizes y estos, forzados a dar manotazos de ahogado, borraron con el codo lo que habían escrito con la mano. Barros Schelotto se escudaba en que los excesos del futbolista habían sido fuera del ámbito del club, una verdad a medias que nadie le discutía al entrenador. Y entonces las tropelías de Centu adquirieron la fisonomía que siempre tuvieron y que en los pasillos de La Bombonera se esforzaban por ignorar. 

Furioso, el mediocampista volcó en Instagram su decepción: "Lamentablemente estamos en un país que cuando uno se equivoca en vez de ayudarlo le sueltan la mano. Qué lástima Boca que te hagan esto teniendo una dirigencia y un presidente tan poco serio". 

En esas poco más de 30 palabras, Centurión volcó su rabia sin entender que él se equivoca más seguido de lo aconsejable. Boca también se estaba equivocando y apenas enmendó su error con una voltereta desesperada para justificar que por fin había comprendido que un club puede incorporar buenos o malos jugadores, pero lo que no debe hacer es comprarse un problema.