Homenaje a Copi por partida triple

`El homosexual o la dificultad para expresarse' y la polémica `Eva Perón' se estrenaron en el Cervantes

Ficha técnica:­

`El homosexual o la dificultad para expresarse' y `Eva Perón' de Copi. Dirección: Marcial Di Fonzo Bo. Música: Etienne Bonhomme. Iluminación: Bruno Marsol. Vestuario: Renata Schussheim. Escenografía: Oria Puppo. Actúan: Benjamín Vicuña, Carlos Defeo, Juan Gil Navarro, Rosario Varela, Hernán Franco, Rodolfo de Souza y Gustavo Liza. Teatro Nacional Cervantes (Libertad 815) de jueves a domingos a las 20.­

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­Y por fin Copi tuvo el estreno que todos querían. Se necesitaba de un gran teatro, el Cervantes, para darle el marco de reconocimiento que el dibujante, novelista, actor y teatrista argentino casi nunca había recibido en el país. Copi residió muchos años en Francia, donde murió en 1987, y en la Argentina sus textos recién obtuvieron la atención que merecen en las últimas décadas. Incluso, hubo algunas puestas en Buenos Aires -por ejemplo, de `Eva Perón', a cargo de Marcial Di Fonzo Bo, director de la actual-, pero faltaba este ``desagravio'' que felizmente ahora llegó.­

Para satisfacer la enorme expectativa, Di Fonzo Bo decidió no conformarse con una obra sino traer a Copi al presente por partida doble, o triple, si se considera el monólogo del entreacto. Eligió `El homosexual o la dificultad para expresarse' y la muy polémica `Eva Perón', dos `obrones', con estéticas y resonancias entre sí, pero no tantas como podría suponerse. La primera sensación es que este combinado no fue del todo necesario. Cada pieza merece un verdadero disfrute por separado, y al aparecer juntas, se ``empastan''. Al respecto, se dice que para no mostrar solamente a una Eva antiperonista en el oficial teatro Cervantes, se decidió montar el `triple homenaje'.­

Lo cierto es que el director trata de ser fiel al autor de muchas maneras: apela a su travestismo, al desacato, al desenfado. Pero desde que Copi escribió sus textos ha pasado mucho tiempo y eso Di Fonzo eligió no mostrarlo tanto. Se nota sobre todo en el entreacto, una suerte de `stand up' donde Gustavo Liza, como `drag queen', actúa fragmentos de una entrevista a Copi. Lo que el escritor dijo allí y cómo lo dijo -habla de `travesti' en masculino, por ejemplo- da cuenta de una época felizmente bastante superada. Algo de ese tufillo a cosa un poco anticuada sobrevuela el triple programa.­

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ARTIFICIALIDAD­

Pero volvamos al principio. El menú comienza muy bien con `El homosexual...'. Una escenografía lograda de parte de Oria Puppo, con bloques de hielo y paneles que se caen, abre el juego y habla de una adecuada artificialidad. La pieza explora lo erróneo de las etiquetas, ya sean sexuales como cualquier otra y sigue la saga de una madre y su hija -así se ven, más allá de que lo sean o no- quienes son enviadas al exilio en Siberia en castigo por su transexualidad. Allí establecen relación con una profesora de piano muy particular.­

Tanto Juan Gil Navarro como Rosario Varela -la madre e hija en cuestión- conforman un dúo tan creíble como disparatado. Hernán Franco, por su parte, encarna a una profesora que resulta deliciosa cuando lanza esos chispazos de `cheta' de Palermo pero que suele caer en otros tonos artificiales probablemente innecesarios. Con todo, su despliegue físico resulta formidable. Más adelante, aparece Carlos Defeo -interpretando al general revolucionario Garbenko-, quien deslumbra tanto en ese personaje como en el de la madre ambiciosa, interesada y desamorada de Eva.­

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'PLATO FUERTE'­

Después del entreacto, llegamos a `Eva Perón' -``el plato fuerte''-, que en 1970, cuando se estrenó en París, fue `saludada' con un atentado. En primer lugar, resalta el gesto provocador, quizá `copiano', de elegir al actor Benjamín Vicuña para encarnar el protagónico. Vicuña, chileno, viene de la televisión y tiene todo lo necesario para provocar. Si bien no logra descollar, consigue pasar la prueba. Lucha por su personaje, le pone el cuerpo. Quizá con el avance de las funciones pueda aplacar ciertos tonos, generar más espesura. Pero está bien.­

Lo que finalmente llama la atención no es Vicuña sino que el texto bordee peligrosamente el `gorilismo'. En cierta manera -tenue- y hacia el final, Copi parece reivindicar a Evita, sobre todo como personaje trágico. ­

Unos fotones de la ``abanderada de los humildes'' no ayudan a escapar del mito -ni a hablar del cáncer, que era lo que supuestamente pretendía el autor-. Profundizan sin necesidad en el ícono mil veces repetido.­

En suma, el tan esperado homenaje por partida triple se queda a medias, tal vez con demasiada carne sobre el asador y sin los suficientes filtros.­

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Calificación: Buena.­