Lo que vendrá

El peronismo se ve desperonizado

Si algo está dejando claro este inicio de campaña es que los tres candidatos que tienen su base en el peronismo, se muestran alejados de esa ideología y de su ya clásica y hasta folclóricapuesta en escena. En verdad, ni Cristina Kirchner, ni Sergio Massa son peronistas. Florencio Randazzo es el único de los tres que puede presentar orígenes justicialistas reales.

Los lanzamientos de campaña son una clara muestra que los candidatos buscan separarse del peronismo ortodoxo y darle nuevas alternativas a sus discursos y a sus formas de comunicar. Tras los años vividos con la viuda de Kirchner como presidenta, pocos podrían imaginar que en un acto de apertura de campaña, y siendo ella la principal candidata, iba a hablar solo siete minutos y que además no estuvieran escuchándola los chicos de la Cámpora ni bailara su tema de amor político avanti morocha.
Pero no es otra Cristina, es la misma que camina este nuevo tiempo partidario en puntas de pie, tratando de no pisar fuerte para que los charcos de la corrupción no la salpiquen. Como dijo Rafael Bielsa sobre ella, "me gustaría saber si esta nueva modalidad de equilibrio es una táctica o una estrategia". En verdad parece ser un poco de ambas cosas mezcladas con unos gramos de prudencia. Muy cerca, el caso de Lula da Silva es un espejo en que la ex presidenta no quiere mirarse. Su discurso se basa en la crítica al modelo económico del Gobierno pero ni una palabra sobre sus procesamientos ni siquiera para defenderse como hacía hasta hace solo unas semanas atrás.
No es difícil suponer que en realidad Cristina solo busca los fueros para proteger su libertad pero no puede decirlo y por eso jugó hasta última hora con la duda si se presentaba o no. Siempre supo que sería candidata aún sabiendo que no será fundamental su rol como senadora porque a cada intervención suya, la oposición, que ahora también integran miembros del kirchnerismo y de sus gobiernos, le arrojará los casos de corrupción que la involucran para descalificarla. Será un camino difícil que la ex presidenta no querrá transitar.

LOS REALITY SHOWS
Lo dicho, en la campaña de las PASO de los peronistas, sus candidatos evitaron nombrar a Evita y a Perón tal vez para conseguir algunos votos de los extrapartidarios, pero corriendo el riesgo de perder aquel principio que Julio Bárbaro definió tan bien: "el peronismo es un recuerdo que da votos".
Suena curioso escribirlo pero es verdad, el peronismo se está desperonizando, al menos en estas instancias.
Los tres partidos organizaron sus actos al estilo de Cambiemos, como si la escuela de Jaime Durán Barba fuera un signo de modernidad comunicativa. Cristina, Florencio y Sergio copiaron la escenografía, escenarios 360ø y una puesta en escena más parecida a un reality show que a un lanzamiento electoral. Pero la lucha en las bases será bien distinta. El kirchnerismo ha ordenado "molestar" las apariciones públicas de María Eugenia Vidal en la provincia, en verdad el único territorio en disputa de todo el país. Los aliados de Randazzo atacarán el modelo económico de Macri y hablarán de la vuelta al "capitalismo salvaje" pero no fustigarán los años de gobierno K. Los economistas de Massa, serán duros hablando del fracaso del modelo económico de Cambiemos y revolviendo la corrupción kirchnerista. Los líderes parecerán pacifistas en acción pero sus fuerzas de choque serán implacables en el proceso de destruir al rival en las urnas.

UN TEMA FUNDAMENTAL
Mientras tanto, la mesa chica de Mauricio Macri trabaja en el plan de acción de gobierno para después de octubre. En el Congreso, sea cual fuere el resultado de las elecciones, nada cambiará sensiblemente, pero los próximos dos años de Macri como presidente serán fundamentales para conseguir la posibilidad de una reelección en 2019 y en eso están puestos los esfuerzos del PRO.
La Economía es el principal dolor de cabeza del Gobierno y hasta el propio Presidente aseguró que el mayor obstáculo para el crecimiento es la fuerte presión fiscal que soportan los argentinos. Para colmo la reforma laboral que acaba de aprobar Brasil, con la que consigue una fuerte disminución de los costos de mano de obra, pone más en riesgo la opción de inversiones y de intercambio comercial. Pero lo hecho por Brasil sería imposible en nuestro país, porque ningún sindicato aceptaría reducir el número de delegados, por ejemplo, además de modificar el sistema de indemnizaciones que en nuestro país es 2.5 veces más costoso que en Brasil. En promedio equivale a 23,1 semanas de salarios mientras que en el país vecino es comparable a 8,9 semanas, según datos del Banco Mundial.
El Ejecutivo prepara una ley para modificar el sistema tributario que podría ser el principio para quitar presión fiscal, pero la discusión será larga porque deberá consensuarla con las otras fuerzas políticas que por el momento también preparan sus propios proyectos. 
El tema urge porque todos coinciden en que este es el principal obstáculo para el crecimiento de la economía que parece no despegar ante la desesperación de un gobierno que busca soluciones parciales en el día a día.