Rusia disfruta de su firmeza económica

Conducido con mano férrea por Putin, el gigante euroasiático se adhirió a una estricta ortodoxia para superar el giro negativo en los términos de intercambio. Con sus números, cualquier otro país sería ya el preferido de los mercados.

POR WALTER MOLANO *

He aquí una adivinanza para un juego de mesa. Se trata de un país que tiene una deuda por el 7,5% del PBI, reservas internacionales por 400.000 millones de dólares, superávit de cuenta corriente del 3,4% del PBI, un nivel de inflación de menos del 4,5% pese a una maxidevaluación, y calificación crediticia BB. Si dicen Rusia, la respuesta es correcta. 

Cualquier otro país del mundo tendría calificación de grado de inversión. Posiblemente aspiraría a un grado AA. Chile, que ostenta esa calificación, tiene un mayor endeudamiento, muchas menos reservas internacionales y una economía mucho menos diversificada. Hasta Colombia, que también es un productor de petróleo y cuyas reservas deberían agotarse en menos de seis años, cuenta con el grado de inversión. 

Por supuesto que Rusia es el chico malo del mundo emergente, que se pelea con sus vecinos y se entromete en las elecciones de la superpotencia. Sin embargo, las calificaciones crediticias son la medida de la capacidad del país para cumplir con sus obligaciones externas, no su relación política con Washington o Bruselas. Pese a ello, en lo que respecta a administración macroeconómica, Rusia se yergue como paradigma de una conducción sensata.

AJUSTE FISCAL

Durante el hundimiento del precio del petróleo el gobierno ruso se adhirió a una estricta ortodoxia. El rublo se devaluó bruscamente. Las tasas de interés subieron inmediatamente para estabilizar la inflación. Al mismo tiempo, el gobierno impuso medidas fiscales para cubrir el déficit causado por el descenso de los ingresos petroleros.

Moscú también usó una gama de incentivos de mercado o estatales para fomentar la sustitución de importaciones. Mientras que antaño las góndolas de los supermercados y los menúes de los restaurants de Moscú estaban atestados de productos importados, hoy los han reemplazado bienes de origen nacional. Los vinos rusos, que alguna vez eran la medida con la que los jóvenes oficiales probaban su valentía, compiten cabeza a cabeza con rivales de Europa o América del Sur. En los alrededores de Moscú y San Petersburgo abrió todo un subgrupo de locales de comida que se concentra en productos locales.

La inmensa inventiva de los emprendedores rusos para responder a las sanciones de Occidente, junto con las restricciones a la importación anunciadas por el Kremlin, y el cambio enorme en los precios relativos, explican por qué la cuenta corriente pudo mantenerse en positivo, a pesar de los términos extremos del golpe comercial. Por otra parte, la economía se ha recuperado y este año debería exhibir un crecimiento moderado del 1,5 interanual. La mayoría de los analistas confían en que la expansión llegue al 1,7% en los próximos tres años.

Nosotros, en cambio, creemos que la continuidad de la recuperación en el precio del petróleo podría estimular significativamente el nivel de actividad económica y las mediciones crediticias del país. El consumo de capital en el sector petrolero mundial se hundió tras la caída del precio en 2014. Hacia 2016, el gasto se redujo a la mitad. Las ramificaciones de esta caída en las inversiones no se notarán hasta el 2020, cuando el índice de consumo de petróleo superará grandemente el aumento de la demanda. Ello pondrá en situación muy favorable a los principales productores de petróleo, como Rusia.

Aunque Rusia recibe buenas calificaciones por su administración macroeconómica, se queda corta en el frente democrático. Las voces opositoras son silenciadas y Putin seguramente será reelegido en la próxima elección presidencial de 2018. Algunos analistas consideran que las firmes políticas macroeconómicas de Rusia son un reflejo directo de la falta de proceso democrático. Podría haber una buena dosis de verdad en la observación. Los economistas siempre defendieron los méritos de una llamada "dictadura benevolente". 

Por supuesto que hay problemas sociales causados por esas situaciones. En el caso de Rusia también hubo un reducido cuadro de influyentes que lucraron masivamente con las políticas y el dispendio público.

Por último, hay una amplia franja de la población que no se benefició del modelo económico gubernamental. Moscú no es un buen reflejo de lo que sucede en las regiones y en el resto del país.

Mientras que el subte de la capital está repleto de personas que van a sus trabajos vestidas con opulencia, y la afueras de la ciudad rebosan de maquinarias ensanchando las autopistas, el resto del país se debate todavía con elevados niveles de desempleo, consumo sistémico de drogas y una infraestructura medieval. El gobierno tiene que seguir con los programas de modernización en el interior para generalizar el sentido de prosperidad. Por supuesto que lo mismo puede decirse de la mayoría de los países en desarrollo, o incluso ya desarrollados. Sin embargo, Rusia es un ejemplo excelente de cómo un país puede absorber un golpe en los términos de intercambio y estabilizar rápidamente la economía.

* Economista de BCP Securities