La década del "70, en clave

La hija del criptógrafo

Por Pablo De Santis
Planeta. 390 páginas

La buena literatura se impone por sí misma, aunque la valoración de un libro sea siempre subjetiva. La forma en que se estructura un argumento, el entrar y salir de escena de los personajes, el contexto sobre el cual está montada la obra, el estilo narrativo, todo esto va más allá de la línea que traza el gusto del lector. Es una realidad palpable, página tras página.

Todos estos elementos están presentes en La hija del criptógrafo, convirtiéndola en una novela con marcada solidez literaria. Detrás de esto hay un experto. Solía decir García Márquez que la clave de una buena historia radicaba en cómo estuviera armada la ""carpintería"". Pues Pablo De Santis ha demostrado, una vez más, que conoce bastante del oficio.

De principio a fin, el misterio es un componente central en la La hija.... Recorre la obra de punta a punta, y se va develando con sutileza inusual. Las incógnitas, los signos por descifrar, son láminas superpuestas como las capas de una cebolla, que llevan poco a poco hasta un corazón donde se expone, descarnada, toda la crudeza de la vida misma.

La novela empieza por donde termina, cerrándose en un círculo perfecto. Miguel Dorey es un joven que decide asistir al curso de criptografía que dicta el prestigioso profesor Ezequiel Colina Ross. Ese primer paso le cambiará la vida, de una vez y para siempre. Experimentará la tenacidad y paciencia de los investigadores de lenguajes antiguos, conocerá el amor, la pasión política, la delación y la extraña sensación de saberse un sobreviviente.

Superar las frustraciones, con todas sus consecuencias, será también un mandato de la época. Frente a la calamidad no siempre hay respuestas. Ni blancos, ni negros, sino una serie de matices con los que a veces hay que convivir, aunque resulte incómodo.