Se olvidaron del consumo interno

El 75% del PBI es consecuencia de lo que se transa en la plaza doméstica, con lo cual tomar medidas que depriman su ritmo tendrá de manera directa consecuencias en el crecimiento y el empleo.

En ese golpe de timón que el Gobierno ensayó ni bien asumió el poder comenzó a plasmarse una estrategia diferenciadora con respecto a su antecesor a la hora de buscar el crecimiento de la economía. Los pilares ya no serían el consumo interno, fogoneado a diestra y siniestra, cuasi demonizado, sino la inversión y las exportaciones.

Un año y medio después la actividad muestra tibias señales de recuperación, con un crecimiento proyectado que oscila entre el 2 y el 3%. La inversión no ha llegado en el caudal esperado, aunque desde el gobierno aseguran que el ingreso de capitales se produce poco a poco, aunque todos los días. Es decir, sin prisa, pero sin pausa.

Lo del comercio exterior es también más una expresión de deseos que una clara realidad. En el primer cuatrimestre el déficit comercial ascendió a u$s 1.217 millones y las exportaciones experimentaron una caída del 3,9% en cantidades despachadas.

La crisis en Brasil serruchó la demanda de productos y dio de lleno en las ventas del sector industrial argentino. La sexta economía del mundo es el principal cliente de la Argentina y nos compra por año mercancía por u$s 9.000 millones, buena parte de ella con valor agregado. De hecho, de esa cifra sólo el sector automotriz aporta u$s 3.500 millones.

China compra pallets de soja y la India es el principal cliente en materia de aceite de oleaginosa. Pero lo que a todos preocupa es, claramente, el sesgo de primarización que en los últimos años han tomado las ventas a los diversos mercados del exterior, y que poco y nada impacta .

ALTO IMPACTO

La administración Cambiemos se olvidó del consumo interno o, lo que sería aún peor, desdeñó el peso que este ítem tiene en el conjunto de la economía. El 75% del PBI es consecuencia de lo que se transa en la plaza doméstica, con lo cual tomar medidas que depriman su ritmo tendrá de manera directa consecuencias en el crecimiento y el empleo.

Los datos abundan y provienen de nichos diversos. Por ejemplo, el último informe del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA) indicó que durante la primera parte del 2017 se registró un aumento del 20% en los envíos destinados al mercado externo, mientras que el consumo doméstico sólo creció un 2%.

Miguel Jairala, técnico de la entidad, confesó en declaraciones a la agencia DyN: "El consumo interno de proteína bovina se estancó en las 2,5 millones de toneladas".

"Existe consenso en que el boom inversor se está demorando. Esto se debe a que el ritmo de crecimiento económico todavía es mediocre y la debilidad del consumo de los hogares hace que no reaccione la inversión en aquellos sectores dependientes de la demanda doméstica", explica el último paper de la consultora Analytica, firmado por Rodrigo Alvarez.

En esta línea política de prueba y error el Gobierno también tuvo que dar marcha atrás con su plan de eliminar la venta en cuotas sin interés. No más implementada la medida, el consumo en los comercios experimentó un retroceso marcado que obligó a repensar la estrategia.

Según la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), en el Día del Padre las ventas cayeron 3,6% con respecto al año anterior, que se suman a las del 7,5% experimentadas en 2016. Según el documento, todos los rubros registraron signos negativos en la comparación interanual.

Ayer llegaron los datos del Indec y fueron contundentes: el consumo doméstico continuó deteriorándose en abril con una baja de 1,7% en las cantidades vendidas en supermercados con relación al mismo mes del año pasado, mientras que la situación fue peor en los shoppings, donde el volumen despachado se desplomó 8,9% en la comparación interanual.

Los aumentos salariales que se ubicaron casi un 50% por debajo de la inflación registrada en 2016 le quitaron poder de compra al salario real. Y sin dinero en el bolsillo surge arduo que la rueda de la economía se lubrique en toda la cadena de valor, impulsando el ciclo virtuoso del consumo.