Rosenberg vivió entre 1881 y 1959 y repartió su trayectoria entre Europa y Estados Unidos.
En la muestra "21 rue La Boétie" se recuerda la trayectoria de quien fue amigo y promotor de gigantes del arte moderno como Picasso, Braque o Matisse. El recorrido es también una lección de historia.
París rinde este año un inusitado homenaje a los coleccionistas de arte, vivos o ya desaparecidos, con un sinfín de exposiciones monográficas que exploran los fondos de personalidades celebérrimas o hasta ahora anónimas. La dedicada al galerista Paul Rosenberg es una de las más apasionantes del momento.
Con el título 21 rue La Boétie, el Museo Maillol descubre hasta el próximo 23 de julio la vida y la obra de ese gran marchante del siglo XX, amigo y propulsor de gigantes del arte moderno como Pablo Picasso, Fernand Léger, Georges Braque o Henri Matisse.
Rosenberg (1881-1959) fue un visionario protagonista de la emergencia del arte moderno y un pilar principal, en Europa y Estados Unidos, en particular entre las dos guerras mundiales, de la promoción de esos grandes maestros.
Junto con su biografía y las obras de sus artistas, la pinacoteca redescubre los efectos de la Segunda Guerra Mundial en el mundo del arte, cuando París empezó a ceder el primer puesto a Nueva York, en coincidencia con el exilio en Estados Unidos de grandes galeristas como él, artistas, intelectuales, escritores y científicos.
La muestra fue pensada también como una lección de historia. Sucede que la vida de ese marchante judío de origen eslovaco, cuyo padre había abierto en 1878 un comercio de arte y antigüedades en París, refleja uno de los momentos más densos y trágicos del siglo pasado.
"Su caso -recuerda el Museo Maillol- trasciende la historia de un único individuo" que vivió entre París y Nueva York a mediados del siglo XX, víctima del nazismo y del expolio de los bienes judíos.
Solo en Francia, entre 1940 y 1944, se llegaron a robar 22.000 objetos de arte a más de 200 marchantes y coleccionistas, que no siempre tuvieron la suerte de haber dejado el país a tiempo y fueron perseguidos y enviados a una muerte casi segura en los campamentos concentracionales de los nazis.
En el caso de Rosenberg, en 1940, poco después de la victoria del Tercer Reich en Francia, su histórica galería parisina fue expoliada, para ser convertida luego por la Gestapo en el Instituto de Cuestiones Judías, cuartel general de colaboración pronazi francesa.
Antes de cruzar el océano en su huida, Rosenberg pasó ese año por España y por el sudoeste francés. Allí intentó poner al abrigo una parte importante de sus bienes, en la sede de un banco nacional en Libourne, junto a Burdeos, donde muy pronto fueron robados.
Muchos de los cuadros expuestos ahora retornan a París tras haber transitado por las galerías que abrió el propio marchante: en 1910 en la calle de la Boétie, que da título a la muestra; en 1936 en Londres, o en 1941 en Nueva York.
Como ya es frecuente en una exposición de arte moderno, cuelgan entre sus obras algunas doblemente famosas como Robe bleue dans un fauteuil ocre, de Matisse, que en 1941 fue robada por los nazis al galerista y que pudo ser recuperada por sus herederos solo en 2014, dos años después de su reaparición en el Centro Pompidou.
Gracias a importantes préstamos de colecciones públicas y privadas de diferentes países, la muestra recuerda estos hechos con 60 obras maestras de los artistas promovidos por Rosenberg, quien antes de que estallase el segundo conflicto mundial había establecido ya una intensa actividad marchante en Nueva York.
Las piezas expuestas que no pasaron directamente por sus manos o sus salones ilustran el contexto histórico y artístico de su tiempo.
Se trata de una perspectiva que la sociedad Tempora, curadora del evento, y la empresa Culturespaces, administradora del Museo Maillol, completan con una selección de videos sobre el Tercer Reich y sobre su exposición itinerante El arte degenerado, que entre 1937 y 1941 fue visitada por 3,2 millones de personas en la Alemania nazi.
El conjunto reunido en París desde marzo pasado constituye además una exquisita prolongación del libro 21 rue La Boétie, publicado en 2012 por la nieta de Rosenberg, la conocida periodista franco-estadounidense Anne Sinclair, madrina de la exhibición.