¿Se dieron cuenta? En la Argentina el tiempo es distinto al resto del mundo. Por aquí el pasado, el presente y el futuro cambian el orden según convenga. De un día para el otro descubrimos algo y nos lo cuentan como un hallazgo del presente cuando es algo que ya sabíamos en el pasado.
Por ejemplo, la mafia de la Saladita. Ni hablemos si a la política nos referimos, muchos piensan que Perón hoy vive como si no hubiera muerto hace 43 años. Algunos gobiernos prometen obras a futuro, pasa el tiempo y las vuelven a prometer, o sea que convierten el futuro en presente en un par de discursos. Y las obras en cuestión que eran de ayer, ni son de hoy ni serán de mañana.
De pronto trazamos un puente entre el pasado y el futuro sin pasar por el presente. Me explico, ayer mismo vi a un candidato en televisión diciendo ‘‘estuvimos bien y vamos a estar mejor’’, pero no hizo referencia a cómo estamos hoy, si bien uno puede deducir que quiso decir que mal, pero no lo dijo por las dudas.
En general los argentinos somos desprolijos con el tiempo. Somos de llegar tarde, de dejar para mañana lo que pudimos hacer hoy, de planificar un futuro que no condice con el presente (así después vienen las frustraciones), decimos hoy ‘‘mañana te llamo’’ cuando desde ayer, sabemos que no lo vamos a hacer y de detener el tiempo para no perder el encanto de algunos logros: seguimos hablando del gol de Maradona a los ingleses, para ejemplificar la cosa. No podría decir que este manejo del antes, durante y después sea bueno o malo pero es raro. Si pensáramos las cosas en ‘‘su justo tiempo’’ tal vez nos ordenaríamos mejor, no creeríamos en falsos argumentos y ser amos más realistas. Al menos así lo vi yo, aunque no estoy seguro de verlo así mañana.
Víctor Cordero