Los conocimientos en neurociencias abren nuevas oportunidades para la educación

Gracias al avance de las tecnologías cada día se descubren más mecanismos del cerebro que ayudan a comprender su complejo funcionamiento. Una disciplina que se ha venido desarrollando en los últimos 30 años propone sacar ventaja de estos hallazgos para mejorar los procesos de enseñanza y aprendizaje.

Cuanto más se conoce el cerebro, más necesario es replantearse la forma en que se enseña y se aprende en la actualidad. Un desafío que se ha propuesto investigar una disciplina llamada `neuroeducación' o `neurociencia educacional'. Este nuevo enfoque, que viene desarrollándose en distintas partes del mundo en los últimos 30 años, busca establecer `puentes' entre las neurociencias y la educación con el objetivo de hacer un uso más eficiente del `órgano pensante'.­

"Tanto cuando aprendemos como cuando enseñamos el que se educa y el que enseña es nuestro cerebro. Ese es el punto de encuentro entre ambas disciplinas", explicó en una entrevista con La Prensa la doctora Andrea Goldin, investigadora del Conicet en el laboratorio de Neurociencias de la Universidad di Tella.­

No obstante, la científica reconoció que el acercamiento entre estas dos disciplinas -educación y neurociencias- es aún muy incipiente en el país.­

A la hora de detallar de qué manera las neurociencias pueden ayudar en la práctica educativa, Goldin aclara que no aportan `recetas mágicas' sino que el valor fundamental que tienen "es permitirnos conocernos a nosotros mismos, conocer nuestras limitaciones y poder trabajar sobre ellas".­

"En el laboratorio decimos que uno hace lo que puede con el cerebro que tiene, pero esto no quiere decir que uno se vaya a quedar tranquilo sin hacer nada ni intentar mejorar o aprender cosas nuevas", prosiguió la bióloga y doctora en Ciencias Fisiológicas.­

En ese sentido, señaló que el cerebro humano funciona según cómo se ha desarrollado a lo largo de la vida y que hay dos factores primordiales que inciden en este desarrollo: el genético y el ambiental.­

"Está discutido cuánto peso tiene el contexto, pero todos coinciden en que es considerable. Eso quiere decir que se puede `torcer' la genética. Existen muchas investigaciones a lo largo del mundo mostrando esto. Nuestro cerebro funciona practicando (conciente e inconscientemente). Por eso, cuando uno se enfrenta a una situación desafiante -pero no frustrante- y se intenta resolver o se logra resolver esa situación, el cerebro se va a estar entrenando", describió la especialista, quien fue vocera en las recientes Jornadas para Educadores de `Exito'.­

"Si el cerebro se entrena -añadió-, está siendo estimulado exitosamente para resolver esas tareas. Así, algo para lo que no estábamos preparados cambia y empezamos a estar preparados. De modo que si bien es cierto que todos tenemos capacidades diferentes, son maleables, tenemos la posibilidad de cambiarlas".­

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- ¿Esto está vinculado con el concepto de plasticidad?­

- Sí, hablamos de plasticidad cerebral. Aprender es modificar el cerebro, son sinónimos. Si uno aprende es porque el cerebro se modificó, hay una huella que quedó. Y esa capacidad de modificarse en función de la experiencia es la plasticidad.­

Existe un mito que dice que usamos el 10% del cerebro. Pero esto es absurdo: usamos el 100%. Lo que ocurre es que mi 100% de hoy puede no ser el mismo que mi 100% de otro momento, es decir que puede ir cambiando a lo largo del tiempo.­

Mucho de lo que aprendemos no tiene que ver con contenido sino con estrategias, conscientes e inconscientes de cómo hacer un mejor uso de ese cerebro, cómo lograr controlarlo mejor. ­

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- ¿Cuál es el periodo de mayor plasticidad del cerebro?­

- No se sabe. Está claro que cuando somos chicos podemos aprender más fácilmente. Pero no se sabe si eso es porque nuestro cerebro es más plástico o si tiene que ver con la cantidad de tiempo que le dedicamos a aprender esas cosas. Por ejemplo, aprender a hablar o a caminar son cosas súper difíciles. Pero un niño pequeño que lo está aprendiendo a hacer está todas las horas de su vida practicando o intentando aprender eso. ­

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- ¿Cuándo nacemos tenemos el cerebro como un `cuadro en blanco'?­

- No. En algún momento existió la idea de `tabula rasa', pero nacemos con un cerebro muy formado que se va a seguir desarrollando. Se desarrolla muchísimo en los primeros años y en la adolescencia hay un boom tremendo de desarrollo y esto explica mucho de los problemas que tienen los adolescentes porque de golpe se produce una revolución. ­

A las muy pocas horas de vida, los bebés a término nacen con una idea muy clara de cuál es su idioma materno y tienen un sentido abstracto de los conceptos numéricos gracias a un `sistema numérico aproximado'. Esto les permite contar y hacer operaciones aritméticas sencillísimas, sin necesidad de entender que una cantidad uno es igual al símbolo uno. No es necesario entender el símbolo para entender que dos más uno es tres. Este sistema numérico aproximado es un rudimento, sobre él se va a montar más tarde la matemática formal. ­

El cerebro viene preparado también para hacer estadística y entender regularidades. Por eso, a los pocos meses de vida, si uno le muestra a un bebé 10 puntitos y al lado 20 puntitos, el bebé entiende que son cosas distintas. Si uno le muestra 10 y 15, no. Pero a medida que pasan los meses, los bebés empiezan a distinguir las diferencias aún cuando son menores. Los adultos logramos hacer distinciones con solo un 10% de diferencia. Es decir que si a un adulto se le muestran 18 puntos y 20, podrá distinguir en qué grupo hay más.­

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- ¿En qué consiste el boom del desarrollo cerebral que se produce en la adolescencia?­

- Se produce un gran nacimiento de nuevas neuronas pero sobre todo hay una gran poda neuronal. Es decir que mueren o se achican muchas neuronas. Hay momentos del desarrollo en los cuales está bien que se mueran neuronas. Por supuesto, el abuso de ciertas sustancias puede generar muerte de neuronas y según dónde se produzca esa muerte y qué cantidad mueran, se puede terminar teniendo problemas.­

Pero, las neuronas nacen y mueren normalmente aún en el cerebro adulto.­

Antes se pensaba que las neuronas que se morían no se recuperaban. Ahora se sabe que hay lugares del cerebro donde sí se recuperan.­

Un ejemplo de esto es la gente que deja de fumar y de pronto dice que empieza a `oler más'. Eso es porque le nacieron neuronas. Normalmente, al fumar, los químicos que acompañan el tabaco matan neuronas que están en el bulbo olfatorio, que es la corteza olfatoria (una parte del cerebro donde se recibe primero la información de la nariz). Muchos de los tóxicos del cigarrillo van a ese lugar y matan las neuronas pero también es uno de los lugares donde hay neurogénesis y por lo tanto vuelven a nacer otras.­

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BUENOS APORTES­

Al referirse a los datos probados ya por las neurociencias, de los cuales se puede sacar provecho para hacer más exitoso el proceso educativo, Goldin enumeró:­

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  • Aprender modifica el cerebro. Para poder modificar el cerebro se necesitan ciertos prerrequisitos: por ejemplo, contar con las energías para modificarlo. "Esas energías se obtienen de la alimentación y no de cualquier alimentación.­ En base a estudios realizados en animales, se vio que los alimentos ricos en grasas saturadas y azúcares refinados hacen que nos cueste más aprender.­ Esto sucede porque se necesita tener energía 'buena', 'fácil', para poder modificar el cerebro", puntualizó la investigadora de la Universidad di Tella.­

"También se necesita tener energía `a mano', por lo cual si se come muchas horas antes o después de aprender, en el momento del aprendizaje uno no tiene esos recursos disponibles y se va a aprender menos", agregó.­

"El hecho de que se necesita tener alimento bueno, disponible, para poder aprender, está relacionado con una política pública que debería existir. Es clave que haya desayuno en las escuelas de buena calidad y esto se explica por cómo funciona el cerebro", remarcó.­

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  • Estar en movimiento. Según manifestó Goldin, la actividad física aeróbica "no se sabe todavía por qué", pero modula la plasticidad. Mejora el aprendizaje. "Muy probablemente tiene que ver con procesos atencionales, es decir que regula mejor la atención", argumentó. ­

En esa línea, comentó que se ha demostrado que realizar durante un par de meses, media hora por día de caminata rápida en adultos, mejora las capacidades cognitivas y que lo mismo pasa con los niños.­

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  • Buen descanso. El dormir es muy importante. "Nuestro cerebro necesita dormir una buena cantidad de horas por día, que dependerá de cada persona y de la edad de cada uno. Si uno no duerme, aprenderá menos, rendirá menos. Incluso se es más propenso a tener accidentes y se tienen menos reflejos", sentenció la experta, para luego insistir: "El sueño es crucial para reorganizar el cerebro: 'fijar' los conocimientos y borrar los que no hacen falta. Aunque esto no pasa solo durante el sueño"

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  • Jugar es necesario. "Deberíamos jugar también de adultos. El juego no sólo permite practicar, sino que libera tensiones y fabrica muchas de las moléculas que después vamos a usar para reorganizar y mantener en nuestro cerebro. Esto no significa que el que no juega no va a aprender sino que aprenderá menos", resumió. ­

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  • Pensar como otros. "Hay que ponerse en el lugar del otro", aseveró Goldin, quien aclaró que en este caso no se trata de entender los sentimientos del otro (empatía) sino de lo que se denomina `teoría de la mente', que consiste en entender lo que está pasando por la cabeza del otro y que el otro puede tener deseos y pensamientos distintos a los propios. ­

"Un educador lo usa todo el tiempo porque para enseñarle algo a alguien se debe poder poner en la cabeza de ese alguien y entender qué entiende, qué no, qué cosas sabe y qué cosas no, para ir midiendo cuánto se le puede ir brindando", aseguró.­

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  • El momento es clave. Para poder generar aprendizajes duraderos, se necesita ir estudiando paulatinamente. "Estudiar la noche anterior es un problema porque quizás voy a rendir bien mañana, pero ese aprendizaje dentro de una semana no lo voy a recordar", ejemplificó. ­

"Hay muchísima evidencia de que el aprendizaje tiene que ser espaciado y que no tiene que ser masivo, para que sea a largo plazo", apuntó.­

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  •  Exámenes que enseñan. Por otro lado, Goldin hizo hincapié en que las evaluaciones también son instancias de aprendizaje que vale la pena aprovechar. "Si tomo un examen al final de la unidad, voy a fomentar que los alumnos estudien todo bastante cerca de ese momento y que entonces ese sea un aprendizaje corto. Si, en cambio, tomo evaluaciones más seguido, voy a obligarlos a ir haciendo esto de ir construyendo de a poquito y que el aprendizaje dure más", concluyó.­