Los nutrientes que nos protegen de las enfermedades

Las investigaciones en el campo de la inmunonutrición aportan cada vez más evidencia sobre el estrecho vínculo entre la alimentación, el estilo de vida y el funcionamiento del mecanismo de defensa de nuestro organismo. Una experta detalla qué comer para prevenir patologías.

¿Puede lo que comemos protegernos de ciertas enfermedades? La respuesta es sí. Y cada vez son más los estudios científicos que lo confirman.

El secreto del poder "preventivo" que tienen algunos alimentos está en los nutrientes (vitaminas, minerales, ácidos grasos) que poseen. Los primeros trabajos dentro del abordaje conocido como "inmunonutrición" se remontan a fines de la década del 60 y principios de la del 70, explicó en una entrevista con La Prensa, la doctora en Ciencias Químicas Nora Slobodianik, miembro de la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN) y docente en la Cátedra de Nutrición de la Facultad de Farmacia y Bioquímica (UBA).

"Es entonces cuando varios investigadores comienzan a relacionar la desnutrición con los órganos linfoides (primarios: timo y médula ósea; secundarios los ganglios linfáticos, el bazo y el tejido linfoide asociado a las mucosas), que entre otras funciones contribuyen a formar y activar el sistema inmunitario. En particular, el profesor Ranjit Kumar Chandra estudió (post mortem) este vínculo en niños malnutridos -por deficiencia proteico-calórica-. Observó cómo la malnutrición comprometía el timo", recordó la experta, quien señaló que más tarde los estudios científicos comprobaron que las necesidades del organismo para un correcto funcionamiento del sistema inmunitario iban más allá de las calorías y las proteínas.

"La inmunonutrición plantea que el sistema inmunitario requiere diferentes macronutrientes (proteínas, ácidos grasos, prebióticos) y micronutrientes: minerales (zinc, hierro, selenio, cobre), vitaminas hidrosolubles (C, B12, B6, ácido fólico) y vitaminas liposolubles (A,D,E) para funcionar bien", resumió Slobodianik, vicepresidente del Comité Científico del International Congress of Nutrition (IUNS) 2017, que se desarrollará en Buenos Aires del 15 al 20 de octubre próximo.

"Sobre estos temas se conoce cada vez más e incluso algunos nutrientes son considerados como preventivos de algunas patologías, no sólo relacionadas con el sistema inmunitario sino también de aquellas referidas al sistema cardio y cerebrovascular", añadió.

POR CARENCIA O EXCESO

Según puso de manifiesto la especialista, la inmunonutrición también analiza el efecto del estilo de vida (alimentación, actividad física, sedentarismo, calidad y cantidad de sueño, y estrés) sobre el comportamiento del sistema inmunitario.

Asimismo, la representante de la SAN hizo hincapié en que el sistema inmunitario puede verse afectado no sólo por el déficit de nutrientes sino también por el exceso de éstos, aunque esta última situación sólo puede darse a partir del consumo de los tan publicitados suplementos dietarios -cuando su uso no está indicado y controlado por un médico para cubrir necesidades especiales-.

"Se debe hacer un llamado de atención porque hay ciertas situaciones en las que el organismo necesita más de un determinado nutriente porque no le alcanza sólo con lo que obtiene de la alimentación. En esos casos límites, será necesario agregar el nutriente que sabemos que está deficitario, pero con cuidado. Porque se ha comprobado que hay ciertos minerales, como por ejemplo el zinc, que si uno los recibe en exceso pueden provocar los mismos síntomas que cuando están en déficit", argumentó la doctora en Ciencias Químicas.

"El consejo que doy siempre es no agregar nada a la alimentación habitual sin un control y seguimiento médico y sobre todo poder realizarse la valoración nutricional para conocer la situación personal", insistió.
En cuanto a la carencia de nutrientes, Slobodianik comentó que es frecuente observarla en pacientes obesos con "malnutrición oculta". Son personas que tienen baja actividad física, una elevada ingesta calórica pero muy pobre en calidad nutricional.

QUE CONSUMIR

Consultada sobre las enfermedades que se pueden prevenir -o reducir el riesgo de padecerlas- mediante una adecuada incorporación de nutrientes, la catedrática afirmó que existe abundante bibliografía sobre la prevención de algunos tipos de cáncer, en especial los de mama, próstata, pulmón y colorrectal.
Como ejemplos, mencionó el rol de la vitamina A en la disminución del riesgo de cáncer de mama, la vitamina D contra la neumonía y el cáncer de pulmón.

Además, subrayó los beneficios de las fibras solubles (se encuentran en frutas -naranjas,kiwi-, cereales de avena, salvado de avena y cebada, hortalizas), y de los ácidos grasos esenciales, llamados omega-3 (presentes en pescados y aceites como el de soja), para el metabolismo lipídico, ya que disminuyen el nivel de colesterol y, por lo tanto, reducen el riesgo de muerte súbita y accidente cerebrovascular.

Otros aliados del sistema inmunitario, según sostuvo la experta, son los prebióticos y probióticos. "Los alimentos probióticos son aquellos con microorganismos vivos adicionados que permanecen activos en el intestino en cantidad suficiente como para alterar la microbiota intestinal. En tanto que los prebióticos son una clase de alimentos funcionales, definidos como ingredientes no digeribles que benefician el organismo mediante el crecimiento o actividad de varias bacterias en el colon, mejorando la salud", aclaró.

¿Entonces qué hay que comer para prevenir patologías? Ni más ni menos que una dieta saludable. "Si una persona sana lleva una dieta equilibrada, acorde a los consejos que brindan las Guías Alimentarias (ver imagen), tiene acceso a todos los nutrientes que necesita para prevenir enfermedades y tener los mecanismos de defensa en correcto funcionamiento", sintetizó Slobodianik, quien enfatizó que esto debe ir de la mano de la realización de actividad física "moderada", "ya que la actividad física intensa puede tener efectos perjudiciales sobre el sistema inmunitario", advirtió.