"Prefiero a los que combinan la teoría con meterse en el barro"

Juan Carlos De Pablo (74 años) lee biografías y memorias. Acaba de terminar un libro sobre la vida de Torcuato Di Tella. Recomienda la película Una mente brillante y la ópera El Tríptico, de Puccini.

1-¿Qué libros de economía está leyendo ahora? ¿Suele leer varios libros a la vez?

-Leo varios libros al mismo tiempo porque tengo algunos en la oficina y otros en casa. Pero no leo libros de economía. Sino que me inclino más por las biografías y las memorias. Me apasionan los procesos decisorios y de esa manera termino de entender lo que ocurre. Acabo de terminar de leer la biografía de Torcuato Di Tella, el padre de Guido y Torcuato.

2-¿Qué autor nuevo o clásico descubrió últimamente? ¿Por qué motivos la atrapó?

-Como digo, suelo leer mayormente biografías, con lo cual no hago grandes descubrimientos. En el caso del padre de los Di Tella, conocía algunas cosas, pero ahora obtuve más datos y detalles. Volví a leer Los Principios (Los Principios de economía política y tributación), de Ricardo (David), ya que se cumplían los 200 años de su publicación.

3-¿Podría mencionar un economista de cualquier época que considere injustamente olvidado?

-Voy a dar una respuesta general. Voy a hablar bien de lo que es el premio Nobel de Economía. Ahora está por salir un libro sobre el medio siglo del Nobel de Economía y pienso que la gran ventaja de este premio es que pone sobre el tapete a tipos que en ese momento no son tan tenidos en cuenta, que no les daban bola. Está el caso de Buchanan (James) o el de Ostrom (Elinor), la única mujer que ganó el Nobel en este campo. Eso nos obliga a estudiar el porqué, la razón de que los hayan elegido. Otra cosa es que las circunstancias hacen que se olviden algunos autores y que otros reflote. Por ejemplo, cuando se empieza a hablar de deflación y estancamiento, todos se acuerdan de Fisher.

4-¿Algún economista contemporáneo o clásico que le parezca sobreestimado, o que no haya estado a la altura de sus expectativas?

-Eso es más difícil de contestar porque en realidad yo aprendo de todos. Hay gente que va a la ópera porque espera que el tenor la pifie. Yo no, aprendo de todos. Lo que veo es que hay cosas muy valiosas en todos los procesos. No leo de manera detallada sino que quiero apropiarme de la esencia del pensamiento, y luego cuando lo hago, ese pensamiento ya es mío. Creo que en las columnas que escribo en La Nación soy fiel al pensamiento general de los entrevistados, pero me puedo tomar alguna licencia. Lo mismo ocurre con mis libros.

5-¿Hay alguna página web o blog sobre economía que frecuente?

-Ninguna. De hecho, dicen que hay una que lleva mi nombre, pero no es mía. Ni teléfono celular tengo.

6-¿Fuera de la economía, qué le gusta leer para relajarse? ¿Lee ficción o sólo ensayos?

-Como dije, leo biografías y memorias de personajes de todo tipo, pueden ser históricos, políticos. Aparecen algunos que son literatos. Hace poco leí la biografía de Cervantes. Son tipos curiosos. De Nueva York me traje El error de Einstein. Me interesa el hombre y sus circunstancias, y en ese proceso uno pueden encontrar algunas luces.

7-¿Recuerda uno o más libros consagrados que se le resistieran y no haya podido terminar de leer?

-Hay un libro con el cual no pude avanzar, creo que no pasé de la página 6. Es El medio pelo en la sociedad argentina, de Arturo Jauretche. Lo compré porque me llamó la atención, pero no pude avanzar, era muy estrafalario. Sin embargo, es muy raro que deje los libros sin terminar.

8-¿Qué otro economista de cualquier época le hubiera gustado ser, ya sea por su obra o por su vida?

-Es difícil de responder, pero hay tipos frente a los que uno se puede sacar el sombrero. Por mi actividad, prefiero aquellos que combinan la teoría con meterse en el barro. Por eso son discutidos y los defiendo. Hay nombres como Prebisch o Pinedo que tienen medio siglo de vida pública. En lo personal, a algunos los invitaría a tomar un café en casa y a otros no los podría ni ver. Pero nadie dejaría de escuchar a Wagner, pese a que tenía una posición muy polémica.

9-¿Admira alguno de sus colegas? ¿Con quien le gustaría compartir el gabinete en el Ministerio de Economía?

-Primero que me llame el presidente de la Nación y luego hablamos. Hay una cosa que es importante y quiero destacar: la brillantez no es un gran activo a la hora de ser parte de un equipo económico. El coraje, la persistencia y el hígado son relevantes, porque hay que aguantarse a cada uno. Los argentinos somos un caso importante. Desde lo técnico, a un ministro le alcanza con un curso introductorio de Economía.

10-¿Podría recomendar alguna película de economía?

-Una mente brillante es una versión edulcorada del caso Nash. En el Tríptico de Puccini, la última parte, Gianni Schicchi, está plagada de principios de economía.

11-¿Qué mira en Netflix o en el cable? ¿Le gusta las series? ¿Podría recomendar alguna?

-Generalmente miro el cable y las series que más me gustan son Big Bang Theory, Seinfeld o Two and a half man. Son todas muy buenas series.

12-¿Cuándo supo que quería ser economista? ¿Qué autor le marcó su vocación?

-No hay ningún autor que me haya marcado. Lo mío es casi una casualidad. Estudié en la UCA los dos primeros años, cuando era el curso común para Administración y Economía. El día que me iba a anotar en Administración, Guillermo Lladó, con quien trabajaba, me dijo que me anotara en Economía porque tenía más polenta. Y estoy muy feliz de esa decisión.

13-¿Cuál de sus profesores recuerda con especial cariño?

-En la facultad a varios, como Francisco Valsecchi o Felipe Tami. A Francisco García Olano, haciéndonos aterrizar; a Clemente Panzone, mostrándonos todas las cosas; a José María Dagnino Pastore en comercio internacional, que era muy aburrido y riguroso. El mismo lo decía. Luego en Harvard tuve la enorme fortuna de que agarré justo a una camada de profesores históricos que estaban por retirarse como Houthakker (Hendrick) o Dorfman (Robert). Hay para elegir.

14-¿Cual cree es el economista más influyente hoy en día a nivel local o internacional? ¿Tiene usted algún "héroe" en este oficio...

-Héroe no tanto. Para quienes nos dedicamos a la economía aplicada es difícil porque las cosas están muy en el aire. Hay gente que no le teme a decir cosas inconvenientes. Pero si uno no se atreve, no tiene que ir a la radio o la televisión.

15-Si no fuera economista, ¿de qué le gustaría trabajar?

-Estoy seguro de lo que no sería. No sería médico porque veo una gota de sangre y me desmayo. Admiro a los médicos y enfermeras, menos mal que existen. Pienso que podría ser varias cosas, nunca lo he pensado.