MIRADOR POLITICO

El laberinto peronista

Ya casi finalizado abril, Macri eligió a sus candidatos para capital y Provincia (50% del padrón) y armó un guión de campaña. El peronismo, en cambio, sigue en veremos, atrapado en su laberinto.

En el centro de ese laberinto está Cristina Fernández, no por ser una candidata ganadora, ni por su liderazgo, sino por su capacidad de daño. De hundir a otros dirigentes de su partido. Complica además la solución del conflicto que las facciones tengan objetivos distintos pero irrenunciables. Un Randazzo, un Espinoza o un Massa quieren volver al poder. Los cristinistas luchan por no empeorar su situación judicial.

Cristina Fernández ganaría cómodamente las PASO peronistas, pero tiene muchas chances de perder en la general frente al macrismo. Por eso sigue sin definir si competirá o no. Practica una guerra de nervios con sus adversarios y los complica con el simple recurso de decidir en el último momento.

Esto paralizó a Florencio Randazzo, última esperanza del peronismo filopopulista que ya instaló su candidatura, aunque él sigue negándose llamativamente a admitirla en público. Un verdadero acto de ilusionismo mediático y una rareza global: un político que se niega a decir que es candidato, mientras los medios lo postulan. Excentricidades nativas.

El caso de Randazzo exhibe una lógica típicamente peronista. Fue el ministro del Interior de Fernández, pero se presenta como "renovador". Quiere recuperar un sector de clase media, pero se rodea de peronistas ultra-K del Movimiento Evita, intendentes del conurbano y sindicalistas. Ese sería el elenco de la enésima renovación peronista. Más ilusionismo.

La demora del ex ministro en lanzar su candidatura puso en aprietos a sus potenciales aliados, porque deben "colgarse" de algún candidato. Los intendentes, por ejemplo, temen que si se le unen, Cristina les armará listas en sus municipios para restarles concejales, lo que los dejaría en la puerta del horno.
El ex intendente de La Matanza Fernando Espinosa, que fue ultra-K pero no tiene tendencias suicidas, propuso una lista de "unidad". No anduvo. Randazzo jugó un rato con la idea antes de abandonarla. Los cristinistas querían copar la lista. Para él aceptar eso, hubiese representado una derrota antes de ir a las urnas.

Por eso la semana pasada fue al Senado a reunirse con legisladores peronistas y transmitir el mensaje de que iría a la interna contra quien fuera. Contra Magario (la de los patrulleros), que en algún momento amagó alejarse de Cristina, pero volvió. O contra la propia Cristina. La restante alternativa es ir "por afuera", ya que no controla el partido, pero la descartó. Algún senador le dijo que por fuera de la estructura del PJ Antonio Cafiero había derrotado a Herminio Iglesias en las legislativas de 1985, pero él se niega a ser un Sergio Massa bis.

En suma, una situación compleja. La que tiene votos en la interna no los tienen en la general, y el que podría tenerlos, sucumbiría en una interna. Para salir de la "impasse" la dirigencia tiene que saldar cuentas, dentro o fuera del partido, porque las maniobras en la cúpulas siempre tienen un límite: el voto.