LO QUE VENDRÁ

Silencios cómplices y voces rotas

Callar o hablar, acciones que parecen obvias para la mayoría de los mortales pero que para la clase política son armas, herramientas, aciertos y errores. Los silencios y las palabras desentonadas pueden producir graves daños a quienes usan de ellos y a quienes los reciben.

En medio de esto caben el cinismo, la mentira, el aprovechamiento cargado de usura moral y lo que venga. En estos últimos días asistimos a varios de estos desagradables episodios. 

Tras la brutal represión de Nicolás Maduro al pueblo de Venezuela, el silencio se apoderó del peronismo y en especial del kirchnerismo, con la excepción de Oscar Parrilli que merece un párrafo aparte. Ni uno solo de los líderes del PJ salió a repudiar la actitud del ya dictador venezolano. Callaron los mismos que se llenaron la garganta de críticas y hasta de insultos contra el gobierno de Macri cuando la policía actuó contra un grupo de sindicalistas vestidos de maestros, que intentaban montar un escenario por la fuerza cuando lo único que necesitaban era una autorización, como quedó demostrado. Callan frente al brutal asesinato de una joven de 23 años fusilada por los grupos paramilitares de Maduro. Un silencio que acompaña a un pensamiento y si esto fuera así, estamos en problemas. No se escuchó a ninguno de los posibles candidatos justicialistas hablar sobre el tema, defender la democracia, atacar la represión contra un pueblo cercado por el hambre y la destrucción de su sistema democrático. Desde Juan Manuel Urtubey hasta Randazzo y desde José Luis Gioja hasta Martín Insaurralde, hubo silencio y no es difícil saber porqué.

Como fue dicho, hubo una voz, la de Parrilli, que salió a defender a Maduro. "No lo critican por los errores, sino por sus aciertos; como a nosotros", afirmó. "Es una imagen lamentable que no le gusta a nadie. Pero hay gente en las marchas de la oposición con bombas y gases que buscan hacer daño y destruir bienes públicos. Fueron directamente a provocar", justificó Parrilli hermanando las administraciones, tras la represión a los cientos de miles de venezolanos. Traicionando el sentido mismo de esta columna debo decir que hubiese sido preferible que el secretario de Cristina guardara silencio. Porque no hizo otra cosa que confirmar los temores de quienes piensan que los argentinos hubiésemos terminado igual de seguir el anterior régimen. Nadie elogia los aciertos de Maduro porque no se puede elogiar el cierre del Parlamento, la persecución política y encarcelamiento de sus opositores, la invención de fantasmas golpistas llegando del exterior y mucho menos haber llevado a su pueblo a la miseria, al hambre y a la desesperanza. Parrilli dice "como a nosotros", aquí nadie criticó al kirchnerismo por sus aciertos que los tuvo, sino por sus errores y su inocultable vocación por la corrupción. 

Siguiendo con las palabras desentonadas, tal vez sean las tres del gobernador de San Luis, Alberto Rodríguez Saá, que pasaron desapercibidas, la más clara muestra de cinismo político y de la creencia de nuestros hombres públicos que somos un puñado de imbéciles. Invitado al Instituto Patria, fundado por la ex presidenta, tras haberle dado la bienvenida "en nombre del Instituto y de su presidenta honoraria Cristina Fernández de Kirchner", Parrilli lo presentó como "un militante del campo nacional y popular, con el que en algún momento tuvimos diferencias", ante lo cual, el férreo opositor del kirchnerismo en el Congreso remató con un "no me acuerdo" y una sonrisa. O sea que aquello de "memoria", es sólo para algunos casos y ahora el político pretende que con un golpe de amnesia nos olvidemos de sus terribles críticas al kirchnerismo del que sufrió ataques presupuestarios de todo tipo para su provincia. 

En la devastada provincia de Santa Cruz, los empleados estatales protestaron de manera violenta reclamando el pago de sus sueldos, frente a la residencia de la gobernadora Alicia Kirchner. La policía de la provincia reprimió con dureza la manifestación. Ante esto también hubo silencios y voces. El presidente Mauricio Macri calificó de "muy grave el ataque" y repudió "la violencia como método, siempre". Cristina Fernández aprovechó el hecho para decir que la responsabilidad de la crisis de esa provincia la tiene el Gobierno nacional a la vez que mostró las huellas del ataque. Ella, no la gobernadora, que sólo dijo "Santa Cruz está quebrada, no hay plata". 

Ahora los gremios repudian el accionar policial y los pejotistas otra vez a callar. Los pusieron en una situación difícil. Si defienden a la gobernadora que fue quien dio la orden de reprimir, quedan desubicados ante sus aliados K y tampoco pueden defender a los trabajadores provinciales que llevan varios meses sin recibir sus sueldos porque atacaron un sitio donde estaba su referente político.

Silencios y palabras. Oportunistas, mezquinos, insultantes a la inteligencia de quienes deben soportarlos.