Queremos lo mejor para ellos pero les damos de comer lo peor

El 40% de los niños de entre seis meses y tres años de vida tiene un estilo de alimentación poco saludable, con predominio de azúcares, grasas y sodio. Una realidad que los predestina a una peor salud en la adultez. El consejo de los expertos.

Panificados, galletitas, jugos, gaseosas, pizza, empanadas, sándwiches y otros alimentos con elevado contenido de azúcar, grasas y sodio, forman parte de la dieta habitual del 40% de los niños argentinos de entre seis meses y tres años de edad.

Se trata de una problemática que debe poner en alerta a los padres, ya que los hábitos alimentarios que se adquieren a temprana edad actuarán como condicionantes de la salud en la adultez. 

En concreto, la exposición a los alimentos en la primera infancia, que va desde el nacimiento hasta los tres años, cumple un rol trascendente en la conformación de hábitos para toda la vida, ya que en esa etapa se forman circuitos cerebrales de gratificación y recompensa que consolidan conductas alimenticias a futuro.

Según las conclusiones del trabajo titulado "Estudio de Alimentación en la Infancia Temprana", realizado por el Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (CESNI), la alimentación de los niños argentinos empeora de manera progresiva a partir del abandono de la lactancia, que además suele interrumpirse antes de tiempo.

"Junto con la temprana discontinuación de la lactancia materna, los niños comienzan a incorporar frecuentemente opciones poco saludables. Desde los seis meses al año de vida, uno de cada cuatro alimentos o bebidas consumidos son poco saludables, mientras que a partir del año una tercera parte de lo que consumen es poco saludable", explicaron los autores del estudio, que incluyó a casi 500 niños menores de tres años de Capital, Gran Buenos Aires, Córdoba, Rosario y Mendoza.

"Durante los primeros seis meses de vida se recomienda que los niños solo reciban la leche materna, sin embargo, en nuestro país existe una tendencia a la incorporación precoz de alimentos y bebidas", sostuvo María Elisa Zapata, licenciada en nutrición del CESNI y una de los investigadores que llevó adelante el trabajo.

TENDENCIA NEGATIVA

Al respecto, el estudio reveló que el 25% de los niños menores de tres meses ya había incorporado de manera precoz alimentos, bebidas o infusiones, valor que aumenta al 33% antes de cumplir los seis meses de edad.

"Lo que marcan los datos de este análisis es que la calidad nutricional de la dieta de los niños va disminuyendo progresivamente. Se evidencia una tendencia descendente a medida que el niño crece, socializa y comienza a alimentarse con y como el resto de su familia", agregó la nutricionista.

En ese sentido, el doctor Esteban Carmuega, médico pediatra y director del CESNI, manifestó que entre los seis y los 12 meses es muy frecuente que los padres elaboren una comida especial para el niño, que tiende a ser más saludable que lo que recibe el resto de la familia. "Sin embargo, la rápida inclusión del niño en los hábitos del entorno familiar lo ponen en riesgo de un consumo excesivo de azúcares, sodio y grasas, que además de disminuir la calidad de la dieta pueden afectar la conformación de los circuitos de saciedad, recompensa y señales fisiológicas complejas que se instalan en los primeros 1.000 días críticos de vida", advirtió.

"Es decir que la incorporación precoz de alimentos ricos en azúcares, sodio y grasas no solo disminuye la calidad global de la dieta, sino que puede interferir con los complejos fenómenos hipotalámicos que determinan nuestras preferencias alimentarias a lo largo de la vida", precisó el pediatra.

A modo de reflexión, el experto planteó que si un niño de dos años quiere cruzar la calle solo, los padres identifican ese peligro, no lo permiten y le sostienen la mano con firmeza. "Pero, ante elecciones alimentarias poco saludables, los padres no se alertan por las consecuencias que puede representar a largo plazo. Por eso desde CESNI sugerimos una alimentación saludable, posible y sostenible a largo plazo y, para ello, sabemos que es necesario el compromiso de toda la familia", prosiguió.

El especialista aconsejó aprovechar la "oportunidad" que representan las primeras etapas de la vida para ofrecer las mejores opciones nutricionales, ya que es precisamente el momento en que los seres humanos son más receptivos: "Los niños no tienen asociaciones estructuradas, como que el café se bebe con leche o que el mate se acompaña con bizcochitos. Entonces, uno puede explorar asociaciones que potencien su ingesta nutricional, como cereales no azucarados, adecuados para niños, acompañados con frutas, o carne con verduras, y así ir moldeando esa plasticidad y sembrando hábitos para forjar en el tiempo asociaciones que perpetúen estilos de alimentación que promuevan una adultez más saludable", graficó Carmuega.

POR ETAPAS

Una vez identificado el problema, el siguiente paso es poner en práctica estrategias para prevenirlo o revertirlo. Para ello, tener en cuenta una serie de consejos que brinda la Academia Americana de Pediatría (AAP, por sus siglas en inglés) a través del sitio healthychildren.org, puede ayudar.

"Luego del primer cumpleaños, es probable que advierta una notable caída del apetito de su hijo. Puede que le dé vuelta la cara luego de unos pocos bocados o que se resista a sentarse a la mesa", explican los autores de esta guía de nutrición para los primeros tres años de vida. "Hay una buena razón por la que se produce este cambio: el ritmo de crecimiento del niño ahora es más lento y por lo tanto ya no requiere tanta comida", señalan.

Además, instan a considerar que:

* Los niños de un año de edad requieren alrededor de 1.000 calorías por día, divididas entre las tres comidas principales (desayuno, almuerzo y cena) y dos colaciones para cubrir sus necesidades de crecimiento, energía y nutrición saludable.

* Aliente, pero no presione, a su hijo a comer en un horario determinado. Aunque resulte difícil de creer, la dieta del niño se equilibrará luego de algunos días si le pone a disposición una variedad de alimentos saludables.

* Un niño de un año necesita alimentos de los mismos grupos nutricionales que usted. Si le ofrece a diario una selección de cada uno de estos grupos y le permite experimentar con una amplia gama de sabores, colores y texturas, el niño seguramente estará comiendo una dieta equilibrada con muchas vitaminas.

* No restrinja su consumo de grasas. Los bebés y niños pequeños deben obtener la mitad de las calorías de su dieta de las grasas, pues son importantes para su crecimiento y desarrollo. Luego de los dos años, se puede empezar a disminuir gradualmente el consumo de grasas.

* Cerciórese de que la comida esté a la temperatura adecuada para evitar quemaduras en su boca. Lo mejor es comprobarlo uno mismo, antes de dársela.

* No le dé alimentos muy especiados, salados, azucaradas o con demasiada manteca. Esto evita que el niño perciba los sabores naturales de los alimentos y puede resultar dañino para su salud a largo plazo.

* Asegúrese de pisar o cortar pequeños los alimentos para que sea fácil masticarlos y se disminuya el riesgo de asfixia. Evite darle nueces y maní, cerezas con carozo, uvas o tomates cherry enteros, pochoclo, semillas de girasol u otras, caramelos, arvejas enteras, zanahorias crudas en pedazos grandes, salchichas (excepto que estén cortadas en cuartos de manera longitudinal antes de cortarla en rodajas).

* El niño siempre debe comer cuando esté sentado y supervisado por un adulto. Comer mientras corre o habla aumenta el riesgo de asfixia. Enséñele lo antes posible a terminar un bocado antes de hablar.

A LOS DOS AÑOS

"Con dos años de edad, su hijo debería comer tres comidas saludables por día, más una o dos colaciones. A esta edad puede comer lo mismo que el resto de la familia y, gracias a las mejoras en su lenguaje e interacción social, el niño puede ser un participante activo a la hora de las comidas si tiene la oportunidad de compartir la mesa con los demás", sintetizan desde la AAP.

Entre las principales sugerencias para esta edad enumeran:

* No se obstine con las cantidades.

* Que la hora de comer no se transforme en una batalla.

* Fomente hábitos de alimentación saludables, que incluyan el sentarse a la mesa con la familia a la hora de comer.

* Hagan elecciones saludables de alimentos como familia.

* A esta edad, los niños pueden usar una cuchara, tomar de un vaso con una sola mano y comer diversos alimentos con los dedos. Sin embargo, aún están aprendiendo a masticar y tragar de manera efectiva, por lo que pueden enfrentarse a un riesgo de asfixia si se apresuran a comer para irse a jugar.

* Asegúrese que su hijo coma todos los días alimentos de cada uno de los cuatro grupos de alimentos: carne, pescado, aves, huevos; leche, queso y otros productos lácteos; frutas y verduras; cereales, papas, arroz y productos a base de harinas.

"No se alarme si su hijo no cumple estos objetivos. Muchos niños se resisten a comer ciertos alimentos o insisten en comer solo uno o dos de sus favoritos. Pero cuanto más uno luche con él sobre sus preferencias en la alimentación, más determinado estará a desafiarlo. Si uno le ofrece una variedad de alimentos y deja que sea él quien elija, esto hará que eventualmente pueda aprender a comer una dieta equilibrada por sí solo", subrayan.

A LOS TRES AÑOS

"A los tres años es menos probable que los niños usen el comer o no hacerlo para ser desafiantes. En general, aunque no siempre, a esta edad aprenderán a interacutar, participar y disfrutar mejor de las comidas familiares", explican los pediatras de la entidad norteamericana.

Entre los cinco principales consejos para esta etapa mencionan:

* Acepte las fuertes preferencias de comida que tenga su hijo. Es común que a esta edad los niños se muestren muy entusiastas frente a alimentos muy específicos. Algunas de sus preferencias puede variar de un día a otro. Puede que pida la misma comida varios días seguidos y luego un día decir que no le gusta más. Por más que este comportamiento resulte irritante, es muy habitual a esta edad. Lo mejor es no hacer un problema del tema. En cambio, siga ofreciéndole una variedad de alimentos saludables y que ellos elijan cuáles y cuánto quieren.

* Fomente pero no los fuerce a probar nuevos alimentos. Lo mejor es dejarles que prueben de a poquito los nuevos sabores, acompañados por otros alimentos que ya les gustaban.

* Ofrézcale elecciones de alimentos nutritivas en cada comida. Si el niño se pone quisquilloso con algunos alimentos, y por ejemplo deja de lado las verduras, no hay que frustrarse. Hay que seguir brindándole múltiples alimentos saludables, aunque antes no le hayan gustado. Para desarrollar el gusto por ciertos alimentos puede ser necesario probarlos entre 15 y 20 veces. A esta edad también es importante establecer hábitos saludables a la hora de elegir colaciones entre comidas.

* Apague la televisión, en especial a la hora de comer. Las publicidades de TV pueden ser una amenaza para la alimentación saludable de su hijo. Los niños pequeños son fácilmente influenciables por las publicidades de productos nocivos, tales como los cereales azucarados, la comida chatarra y las golosinas. Además, es aconsejable no generar distracciones durante la comida, para estar más atentos a la percepción de sabores y colores que aporta cada alimento.