El lector como protagonista

Matilde debe Morir

Por Cristian Acevedo
Barenhaus. 140 páginas

Matilde debe Morir es una novela difícil de encasillar. Como en una apuesta teatral los personajes entran y salen de un bar en Charcas y Armenia, corazón del barrio de Palermo, y entre diálogo y diálogo van armando una trama en donde se sabe habrá un crimen.

Uno de los personajes de esta historia será el lector al que invitan a un juego participativo: el autor propone dejar de ser un observador de una historia para formar parte de ella. Usted deberá sentarse en una de las mesas y dialogar con otros "actores" del reparto: un hombre bigotudo que se la pasa leyendo el diario; Valentín un joven mozo de actitudes algo sospechosas, y Matilde, la futura víctima, que escribe sin parar cada tarde en el bar.

En este relato más allá de la historia en sí, hay una invitación a reflexionar sobre cómo se arma una novela. Cómo los personajes cobran vida a partir de un texto que alguien escribe, y al que en una conexión única como la que propone la obra artística le damos credibilidad como lector.

Esta suerte de entrada y salida de la historia hace pensar, que eso que parece tan veraz no lo es. Es la literatura y el sentido que le quiera dar el autor, que nos llevará a creer lo que leemos. Acevedo propone una ruptura, un momento para mirar la historia de otra manera, con un personaje que nos puede generar empatía y a la vez resaltar que estamos ante una novela, y que todo puede cambiar bruscamente o no, de acuerdo a la intención que se le de al relato.

Con mucho de juego teatral, humor y situaciones absurdas y grotescas, donde se propone una mirada distinta al lector, el autor escribe una novela diferente, que nos saca del relato lineal para mostrarnos que en la literatura todo puede suceder.