UN ESCRITOR ESTADOUNIDENSE REVISA LA GUERRA CULTURAL CONTRA EL CATOLICISMO

Historia de una gran subversión

El control de la natalidad, la pornografía y los derechos homosexuales son frentes de una misma contienda encubierta, sostiene el profesor Eugene Michael Jones, que dedicó varios libros al tema. La Iglesia no atina a responder porque no puede identificar al enemigo.

Eugene Michael Jones es un escritor estadounidense que se ha dedicado a investigar la guerra cultural que se libra en los países occidentales para subvertir la tradición y los valores católicos. Historiador católico, ex profesor de literatura y editor de la revista digital Culture Wars, vino a nuestro país a dar una serie de conferencias sobre el tema, una de ellas en el porteño Colegio San Pablo. Jones, casado, padre de seis hijos, es autor de El sacrificio de las ciudades, Líbido Dominandi: liberación sexual y control político, y El espíritu revolucionario judío y su impacto en la historia mundial, entre muchos libros. En una entrevista por correo electrónico con La Prensa, se concentra en la fase moderna de esa ofensiva, con epicentro en su país.

-¿Por qué se habla de una "guerra cultural"?

-Luego de que la Unión Soviética activara su primera bomba atómica y llevara al desafío nuclear a un callejón sin salida, la recién creada Agencia Central de Inteligencia estadounidense (CIA) tuvo que idear nuevos armamentos. Aprovechando los conocimientos de la psicología conductual, la CIA desarrolló un programa de guerra doctrinal o cultural que usó la nueva tecnología de las comunicaciones para conseguir objetivos militares sin apelar a recursos militares. La primera victoria de la CIA valiéndose de estos métodos, fue el derrocamiento de Mohammed Mossadegh en Irán. Para la misma época, el gobierno de Estados Unidos comenzó a usar esos métodos contra sus propios ciudadanos. Un ejemplo fue la participación del sociólogo de la Universidad de Chicago Louis Wirht en la renovación urbana como forma de limpieza étnica aplicada a los barrios católicos en todas las grandes ciudades del norte de Estados Unidos. A veces el gobierno permitió a actores privados ser los agentes principales en la guerra psicológica, como John Rockefeller y su Consejo de Población, involucrados en la promoción del control de la natalidad, un proyecto del que más tarde se encargó el gobierno bajo el nombre de NSSM 200; o como los judíos de Hollywood con la promoción de la pornografía. El principal objetivo de esta guerra cultural en el período posterior a la Segunda Guerra Mundial fue la destrucción del poder político católico en Estados Unidos.

-Algunas personas intentan explicar esta ofensiva con viejos criterios de interpretación de la Guerra Fría. ¿Por qué este criterio es incorrecto? ¿A qué atribuye tal error? ¿Hubo algún cambio en los últimos años en ese sentido?

-La Guerra Fría fue una creación de la CIA. Fue usada para limitar el poder de la Unión Soviética, pero también como forma de control doméstica. Los católicos fueron su principal víctima en Estados Unidos. Al mismo tiempo que el gobierno aseguraba a los católicos que eran una parte esencial de la cruzada anticomunista, destruía los barrios católicos, se involucraba en la subversión sexual de los clérigos católicos y, usando al sacerdote John Courtney Murray como agente, trabajaba para subvertir el Concilio Vaticano II.

-¿Cuándo considera que se inició esta ofensiva moderna?

-Inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial.

-En el presente, esta ofensiva da lugar a una serie de reformas legislativas que se impulsan a lo largo de varios países y casi en forma simultánea. ¿Qué opinión le merece esto?

-En la actualidad, el principal frente de la guerra cultural es la promoción del matrimonio homosexual, que está siendo orquestado por una camarilla de presidentes de empresas y activistas homosexuales. El supuesto arquitecto de esta campaña fue Michel Foucault, que persuadió a la izquierda de abandonar sus críticas económicas hacia el capitalismo en favor de una liberación sexual ilimitada.

-El resultado es que la identidad de numerosos países, incluso los de antigua tradición católica, están siendo redefinidos. Es necesario admitir, también, que con muy poca resistencia de la sociedad. ¿Cuál es su opinión sobre el tema? ¿Qué responsabilidad tiene la Iglesia católica?

-La Iglesia católica tiene la responsabilidad de oponerse a esta forma de guerra encubierta. No lo hace hoy porque no entiende cómo esa guerra se libra contra ella, y porque no puede identificar al enemigo. La excepción a esta regla puede apreciarse en las acciones que adoptó en los años "30 la jerarquía eclesiástica de Estados Unidos, cuando la Iglesia se opuso tanto a la campaña de control de la natalidad de los Rockefeller como a la promoción judía de la obscenidad a través de las películas de Hollywood.

Otro ejemplo de similar oposición en nuestros días es la carta pastoral de los obispos polacos sobre la ideología de género, un documento que se basó, en parte, en mi libro Libido Dominandi: Sexual Liberation and Political Control.