A SU TIEMPO, CUMPLIRA EL OBJETIVO DE TRANSFORMARSE EN LA PRIMERA POTENCIA MUNDIAL

"China no cambiará su plan pese a la retórica de Trump"

La coyuntura internacional no modificará en nada la estrategia de largo plazo trazada por Pekín, coherente con su tradición imperial. Estados Unidos es una incógnita. Argentina debe diversificar su relación comercial con el Gigante.

La pregunta casi que se impone, que cae de maduro luego de que la asunción de Donald Trump pusiera a los Estados Unidos en una situación inesperada de repliegue y proteccionismo: ¿Puede China convertirse en la potencia que comande de ahora en más los intercambios comerciales a escala mundial? ¿Podrá el Gigante asiático tomar el timón de la globalización?

El tablero de las relaciones internacionales sufrió un cimbronazo tras el recambio presidencial en Washington, pero nada indica finalmente que la primera potencia mundial se refugie en cuarteles de invierno. Por lo pronto, la integración global del proceso productivo haría casi imposible que esto suceda. Pero Trump, ya se sabe, no deja de amenazar al respecto.

Entonces, de manera obligada, la mirada recae sobre China, el primer exportador mundial y el segundo importador a escala planetaria. Su milenaria historia, la escala de su economía y un sistema político autoritario de partido único que no admite cambios en la ruta trazada la convierten en candidata para reinar. Más allá de la coyuntura, como asegura Gabriel Puricelli -coordinador del Programa de Política Internacional del Laboratorio de Políticas Públicas-, nada alterará los planes a largo plazo diseñados por Pekín.

-¿China puede liderar la globalización?
-Creo que primero hay que dar un paso atrás. China viene pensando su ascenso como un ascenso no conflictivo, como un ascenso en el cual las condiciones duras que pone China tienen que ver con el Mar de la China, con intereses territoriales muy circunscriptos a Asia. Prácticamente desde que ascendió Deng Xiaoping esta fue la línea. Dado el pensamiento de muy largo plazo del Partido Comunista, aún un cambio político tan clamoroso como el que significa la llegada de Trump al poder, uno no debería asumir que China va a cambiar su orientación.

-¿Culturalmente manejan otros tiempos, que lógicamente también influyen sobre la política?
-Los tiempos del ascenso y del pensamiento estratégico son mucho más largos que los tiempos coyunturales de la presidencia de Trump. En segundo lugar, es cierto que tienen que jugar frente a la coyuntura que se les presenta. Los chinos todavía no han dado demasiadas muestras de una reacción, pero se están preparando para la eventualidad de una guerra cambiaria con Estados Unidos. Eso si Estados Unidos insiste con la estrategia del súper dólar y la postura agresiva contra los países con los cuales tienen déficit comercial. Esa es otra clave para leer el conflicto con México. Trump le está apuntando a la cabeza a los países con los cuales Estados Unidos tiene déficit comercial importante. Todavía, frente a eso, China no mostró sus cartas.

-¿Y cuál será la jugada a corto plazo?
-En el corto plazo si el presupuesto de Trump es aprobado en la discusión del Congreso, el incremento de defensa plantea también un desafío a China, y no creo que China esté dispuesto a hacer un esfuerzo presupuestario proporcional. China seguirá ascendiendo por la lógica de su economía, su demografía y el factor defensa en un plazo de décadas. Estados Unidos, en cambio, parece estar jugándose una última carta, en un esfuerzo presupuestario para fortalecer todavía más su superioridad militar. Pero es una política que no veo sustentable.

-¿Estados Unidos se retraerá fronteras adentro? ¿No se verá perjudicado comercialmente dado el elevado nivel de integración que la producción tiene a escala global?
-Es probable que sea así, pero eso parece no importarle a Donald Trump. Está demostrando tener poder político de sobra para hacer lo que está proponiendo. No dejo de pensar que en el mediano plazo lo que está haciendo es poco sustentable, pero al mismo tiempo de ninguna manera diría que Trump no lo va a hacer. Salvo ir contra el establishment, que es la promesa de campaña que traicionó de manera más virulenta.

ESTRATEGIA
-Como en los juegos de estrategia, China ha avanzado lo suficiente como para asegurarse el abastecimiento de las materias primas que necesita. Ahora también es dueña de las empresas e invierte en la infraestructura de otros países.

-Esos son los planes que no van a ser conmovidos por la retórica de Trump ni por los hechos militares. China lo seguirá haciendo así. Puede tener algunas ganancias de corto plazo en términos de poder blando. Por ejemplo, los países asociados con Estados Unidos en el tratado Trans Pacífico están considerando seriamente formas de relación comercial de mayor jerarquía con China. Trump tomó la decisión estratégica de dejar de proyectar cualquier poder blando y proyectar poder duro solamente.


-¿El sistema político de partido único lo beneficia en la toma de decisiones a largo plazo? ¿O las internas en el PC también hacen ruido?
-Obviamente se viven internas dentro del PC, pero siempre está con la sordina que le pone la purga, la aplicación del disciplinamiento arbitrario. Todos los observadores califican a Xi Jinping como el líder más poderoso desde Mao. Con internas y disputas, con las lógicas tensiones del desarrollo económico, un régimen autoritario facilita la toma de decisiones a tan largo plazo.


-¿Puede llegar a más la expansión china?
-No veo porqué no sería así. Considero lejana la hipótesis de un relajamiento autoritarios del regimen. No creo que haya dentro de China intereses contrapuestos a los que plantea el PC. Lo digo porque la línea parece coherente, consistente y adecuada, consistente con la tradición imperial china. China se ha trazado un camino que es prácticamente de libro, es óptimo. Si uno sentara a los especialistas y les brindara los datos, recursos, contexto, y demás, seguro adoptarían este rumbo estratégico.

ARGENTINA
-¿Argentina corre el riesgo de ser enteramente dependiente del vínculo comercial con el Gigante asiático?
-Tener un único socio comercial que determina tanto la evolución del comercio exterior no es bueno. Argentina sigue siendo al mismo tiempo una economía bastante cerrada, por lo cual el peso del comercio exterior es limitado. Eso limita tambien el riesgo chino para Argentina. Es una situación que obliga a pensar estrategias de diversificación de la cartera de clientes. Pero, haciendo de una debilidad una fortaleza, el comercio exterior no es tan influyente aquí y eso hace que la influencia negativa de China sea menor. Uno de los hechos interesantes entre los dos últimos gobiernos argentinos es que Cambiemos se propuso tranquilizar a China rápidamente. Esto fue inmediato en materia de política exterior. Se hizo en lo abstracto y en lo concreto de las inversiones chinas, como las represas en Santa Cruz y la cuarta central nuclear. Es un elemento interesante de continuidad entre los dos gobiernos.

-Sin embargo, el Gobierno amenazó con revisar los contratos firmados entre ambos países.
-Tuvo la intención de revisarlos y, de hecho, se revisaron. Pero esa maniobra tenía que ver más con que la continuidad del contrato no favoreciera a grupos económicos vinculados al gobierno anterior. Fue una cuestión mucho más doméstica. Lo que estaba en tela de juicio era otra cosa. A los chinos les dijeron: sepan que la cosa no es con ustedes.

-¿Hubiera habido margen para enfrentarse al poder chino?
-Argentina gusta de vivir al límite, como sucedió cuando los chinos dejaron de comprar aceite de soja y por suerte llegó India y se llevó todo. Este tipo de cosas no debería poner en crisis a una economía sólida. Pero en el caso nuestro es diferente. No se necesita ser China para poner en riesgo a una economía que camina siempre sobre el filo como la Argentina.

-La relación comercial con China está aceitada. ¿Qué ocurrirá con Estados Unidos?
-Todo indica que la relación con Estados Unidos está en stand by desde la llegada de Trump. El tema de los limones fue suspendido. Es insignificante dentro de la agenda de Estados Unidos, pero tenía importancia para nuestro país. La relación bilateral está paralizada. Está así porque falta nombrar un embajador, el departamento de Estado está descabezado, el subsecretario para el Hemisferio es el mismo de la gestión Obama. Los tiempos que se ha fijado Trump para los países con los cuales no tiene conflictos indica que pueden pasar meses para que las relaciones se reactiven.

-¿La región no tiene peso?
-Tampoco se sabe cómo se redefine la relación con Brasil, que es más importante que nosotros. No hay señales explícitas, no hay mucho para decir al respecto. La relación tenía un sentido de relevancia para Obama en su política hemisférica, interesado en proyectar poder blando. Pero no lo es para Trump.


En el corto plazo, la economía china podría sumar algunos aliados en el contexto del Acuerdo Trans Pacífico, luego de la salida de Estados Unidos, asegura Gabriel Puricelli.

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