Roger Federer ese joven de 35 años inoxidable

¿Podrá volver este año a ser número 1 del mundo y batir otro récord más? Sería arriesgado decir que sí pero mucho más ilógico sería contestar que no.

Roger Federer lo hizo una vez más. Antes de empezar el abierto de Australia nadie negaba todo lo construido por el suizo y la mayoría de los amantes del deporte y no sólo del tenis lo coloca al frente del listado del mejor de todos los tiempos. Pero tras seis meses de estar fuera de las canchas casi nadie -y ni siquiera sabremos si él era la excepción- imaginaba este presente que lo muestra vencedor de los torneos más importantes de lo que va del 2017.

En agosto Federer cumplirá 36 años. ¿Podrá volver este año a ser número 1 del mundo y batir otro récord más? Sería arriesgado decir que sí pero mucho más ilógico sería contestar que no. Porque si mantiene el nivel de Australia e Indian Wells y tanto Andy Murray como Novak Djokovic continúan con su andar inestable, no hay quién pueda alejarlo de la cima.

Hay razones tenísticas para explicar la vuelta a un nivel superlativo del más ganador de torneos de Grand Slam de la historia, pero hay otras más importantes. Se podrá argumentar que con el cambio de raqueta pulió y perfeccionó aún más su revés, subió el número de tiros ganadores con ese golpe y disminuyó a casi cero sus famosos enganches. "Por supuesto que estoy intentando mejorar mi revés... llevo 25 años intentando hacerlo", bromeó entre carcajadas hace un año.

Pero sus progresos en el juego, que también incluyen una mayor efectividad con el primer servicio, no son suficientes para entender por qué a los 35 años sigue mostrando su máximo nivel. Y en la respuesta está la explicación de por qué es quizás uno de los mejores deportistas de la historia. Roger Federer es un ganador y dio pruebas de esa esencia en la derrota. Cuando estuvo seis meses sin jugar, perdió puestos en el ranking, él sabía que con el sacrificio mostrado a lo largo de su extensa carrera, volvería al triunfo. Eso lo hace distinto y único.