Un discurso que dominó el recinto

La sorpresa de la jornada fue la inesperada habilidad de Macri para sortear un compromiso institucional que se le presentaba complicado

        
El gobierno temía desbordes del peronismo en la apertura de sesiones ordinarias, pero salió airoso. El discurso presidencial dominó el escenario y los intentos de interrupción desde las bancas fracasaron por réplicas del propio Mauricio Macri o simplemente tapadas por los aplausos de un oficialismo exultante.
Dos factores contribuyeron a que esto sucediera. Primero, el sesgo político del mensaje.

¿Qué quiere decir "político"? Que fue menos el balance de una gestión en más de un aspecto deficitaria, que un discurso de campaña con el énfasis puesto en el futuro. En especial durante el cierre, en que echó mano a las emociones y a la esperanza de un cambio que permita revertir la decadencia y las frustraciones de los últimos 70 años. Con ese discurso ganó el balotaje y todo indica que con él piensa encarar la campaña por las legislativas de octubre.

¿En qué consiste el oficio del político? En buena medida en vender futuro. Para la gestión están los administradores. En esta oportunidad Macri no actuó como un ingeniero, aunque durante una hora dio cifras sobre el aumento de las exportaciones, la inflación del segundo semestre (8,9%), el déficit fiscal, los kilómetros de autopista construidos y en vías de construcción o los prófugos capturados. Pero lo central no fue eso, sino el intento de recuperar las expectativas positivas, dejando a los opositores a cargo del pasado que su gobierno y su generación prometen remover.

No sin razón los peronistas más atentos describieron el discurso como "voluntarista". Macri habló de lo que quiere, no de cómo piensa materializarlo. Y en este punto entra el segundo factor que impidió que el presidente sufriera un sofocón: la indigencia opositora.

Los kirchneristas recurrieron al cotillón de costumbre con carteles de reclamo sobre las bancas para defender a Milagro Sala, a Baradel o para pedir por "las economías regionales en crisis". Siguen viviendo en su cápsula.

El trotskismo recurrió al mismo expediente para reclamar por el aborto legal y gratuito. Mientras Axel Kicillof se reía exhibiendo un cartel en contra el "desmantelamiento del Conicet", eran de ver las caras de Miguel Pichetto y otros dirigentes fogueados, conscientes de que si la Cámpora y el kirchnerismo más cerril copan las listas, la suerte estará prácticamente echada.

Si las consignas peronistas no se distingue de las de Pitrola, derrotar al oficialismo será una tarea homérica, aunque la economía no despegue o lo haga débilmente.

En resumen, la sorpresa de la jornada fue la inesperada habilidad de Macri para sortear un compromiso institucional que se le presentaba complicado. Asestó una derrota al peronismo que lo había asediado en las últimas semanas, pero habrá que ver si sus diputados y senadores consiguen otro tanto durante un año parlamentario que se presenta complicado.