Siete días de política

El gobierno comete errores que el PJ no consigue capitalizar

En el caso del Correo y de la rebaja a jubilados Peña mostró que está verde. Pero el peronismo no saca ventajas porque carece de credibilidad y su pasado inmediato incluye personajes como Milani

La sesión de la Cámara de Diputados del miércoles último fue una muestra a escala de la situación política general. Había tres actores en el escenario: a) el peronismo, fragmentado, sin liderazgo ni rumbo y sobrepasado, además, por el kirchnerismo y la izquierda; b) el gobierno, obligado a retroceder una y otra vez por decisiones que en el mejor de los casos pueden ser legales, pero se toman sin la menor previsión de sus consecuencias políticas; y c) el oficialismo de Cambiemos, sorprendido una vez más por las medidas de un Poder Ejecutivo que se corta solo.

Por funcionarios como Marcos Peña y Mario Quintana en los que Mauricio Macri ha delegado una cuota de poder que parece excederlos. Creen que porque el peronismo está postrado pueden avanzar en cualquier terreno atropelladamente. Sin embargo, esa discrecionalidad que roza la soberbia termina obligando al presidente a poner la cara y pagar el costo.

De todas maneras el problema de fondo no reside en quién toma las decisiones. Si lo hace, por ejemplo, un grupo de CEOS en lugar de los infalibles políticos que algunos periodistas añoran y que gobernaron los últimos 35 años con los resultados a la vista. O si lo hace un pequeño grupo que rodea al presidente, mientras los demás miran. La cuestión es si el que decide acierta o no y en ese terreno Peña y sus asistentes se están equivocando demasiado. El presidente tiene que evaluar si soporta el desgaste que le impone el aprendizaje de Peña como "top manager". CFK le entregó la economía a Axel Kicillof y el aprendizaje del docente marxista tuvo un costo altísimo para todos, pero a ella le costó la derrota de 2015 y sus presentes padecimientos judiciales.

Volviendo al Congreso, los diputados se reunieron para dar sanción a cambios en el régimen de accidentes de trabajo. El presidente Mauricio Macri los había aprobado por un DNU que corría el riesgo de ser rechazado. Las reformas contaba con el aval de la CGT y del peronismo del Senado, pero por mal manejo político convirtió el trámite parlamentario en un entuerto. Ergo, Macri llamó a extraordinarias para que el Congreso lo auxiliara.

En ese contexto estalló el escándalo del Correo promovido por una fiscal antimacrista y la prensa desafecta, dos factores de riesgo que Peña y Quintana pasaron por alto con el corazón ligero cuando el Estado hizo la oferta en el concurso de acreedores. La oposición exigió debatir la cuestión y el oficialismo, como correspondía, accedió. Acto seguido el kirchnerismo y la izquierda dieron una muestra cabal de su indigencia con una retahíla de discursos sobre cualquier tema, desde Milagro Sala hasta el gremialista Baradel, pasando por la tarifa del gas y las escuchas de Parrilli. Querían hablar mal del gobierno y se dieron el gusto, pero desaprovecharon una óptima oportunidad de golpear a Macri en un flanco muy débil. Repitieron el mismo discurso de 2016 -está todo mal- que ha resultado probadamente ineficaz. Esto ocurrió porque carecen de estrategia y de un liderazgo que pueda capitalizar las torpezas macristas.

Pero el gobierno tampoco aprovechó el favor que le estaban haciendo y volvió a equivocarse. Resolvió rebajar las jubilaciones por un tecnicismo. Al funcionario que lo hizo alguien debió haberle explicado que más allá de cualquier asunto formal, las jubilaciones no se rebajan. O se suben o no se tocan. Esto volvió a dar aire a la oposición y la cuestión central, el proyecto de ART, estuvo a punto de fracasar. Hasta los massistas que habían prometido su apoyo se abstuvieron.

Y en este punto la indigencia se extendió también al campo "renovador". Era el debut parlamentario de la alianza Massa-Stolbizer, pero ni en esas circunstancias votaron juntos. Massa se abstuvo y Stolbizer voto en contra. Otros massistas la imitaron.

El peronismo agitó en el primer año de gestión de Macri el fantasma de una crisis económica y social que no se produjo. Ahora dio un giro y quiere acusarlo de corrupción. Es una idea simple, de tango: todo es igual, nada es mejor. Pero también en ese terreno enfrenta problemas. La detención del jefe del Ejército, César Milani, derrumbó de un solo golpe la imagen del kirchnerismo como "defensor" de los derechos humanos. Comparados con semejante impostura, los errores de Macri parecen pecados veniales. Por eso si quiere llevar la campaña al terreno de las denuncias, el PJ le hará más fácil las cosas a Macri.