"En la medida en que baje la inflación subirá el consumo"

Las paritarias serán un round clave para el Gobierno, dice el economista Jorge Vasconcelos. La economía experimentará un crecimiento moderado. Para alcanzar la meta del BCRA, la suba de precios no debe superar el 2% mensual. Los índices de confianza en el Gobierno son comparables al 2011, cuando Cristina sacó el 54%, asegura el experto.

El camino de la desinflación está lleno de buenas intenciones, pero también de piedras y espinas. Lo son la necesidad de actualizar las tarifas de los servicios públicos a nivel de mercado, autopistas incluidas, que terminan por impactar de manera directa en el sistema de precios. Y aunque la tendencia se muestra declinante, la próxima negociación de las paritarias enciende luces rojas en las metas trazadas por el Gobierno.

La puja no será sencilla, las posiciones son por demás antagónicas. Los sindicatos quieren recuperar el poder de compra de los salarios tras un año con 40% de inflación, y el Gobierno los invita a negociar tomando como faro las expectativas de inflación futura, que rondan el 20%. Y en medio de esto, la necesidad de que la economía se ponga en marcha de una buena vez.

"El crecimiento será moderado, no habrá un boom de producción", destaca Jorge Vasconcelos, vicepresidente del IERAL, de la Fundación Mediterránea. Y deja, como al pasar, un comentario relevante: "La confianza en el Gobierno es comparable con los datos del 2011, cuando Cristina sacó el 54%".

-¿La recomposición de las tarifas de los servicios públicos, entre otros puntos, le juega en contra al proceso de desinflación?

-En realidad desde el punto de vista fiscal reducir los subsidios a mediano y largo plazo tiene un efecto positivo sobre la inflación. Desde ese punto de vista es bueno, pero la suba de tarifas tiene un efecto ambivalente. En el corto plazo empuja el índice hacia arriba, pero en el largo plazo reduce las necesidades de financiamiento espúreo por parte del Estado, y calma las presiones inflacionarias.

-¿Acuerda con esta política gradual en la quita de subsidios?

-El recorte de los subsidios por el momento es moderado, pese a la importante suba de las tarifas. Porque también suben los costos de producir energía, algo que el Gobierno no dice. El efecto de todo esto no significa menos subsidios. Igualmente se estima que para el caso de la electricidad, luego de los ajustes realizados, hay una cobertura del precio por parte del Estado del 50% del costo total. En el período previo, de cada 100 pesos que costaba generar y transportar energía, 85 estaban a cargo del Estado y 15 pesos lo aportaban los consumidores. Ahora la relación es fifty-fifty, es decir que todavía queda bastante por recorrer. Pero la tendencia es sólida, sin olvidar que se trata de un año electoral.

-¿Por qué el Gobierno toma medidas de ajuste, necesarias pero poco populares, en un año electoral? ¿Siente el respaldo del electorado, pese a todo?

-Hay un indicador que refleja lo que sucede fielmente, y es el de Confianza que releva la Universidad Di Tella. La evolución de los índices de confianza hacia el Gobierno son más firmes, mayores que los de confianza del consumidor, que está más preocupado por llegar a fin de mes. Los datos son buenos, comparables a los del 2011, cuando Cristina Fernández sacó el 54%. Es decir, hay una separación de la evolución de estos dos índices.

-¿Eso da margen para tomar medidas duras?

-Creo que le brinda algo más de margen. El Gobierno mira más los índices de confianza en el propio Gobierno que los del consumidor.

LOS PRECIOS

-¿La suba de precios en enero y febrero atenta contra la meta de inflación del 17% pautada por el Banco Central?

-La inflación de febrero estará contaminada por los aumentos en las tarifas de electricidad y gas. La clave es que la inflación contaminada pueda ubicarse por debajo del 2% mensual, cosa que veo factible. Si fuera así, la desaceleración sería importante en el segundo semestre. Pienso que es algo posible de concretar. Pero, si se ubicara por encima del 2%, eso marcaría una señal negativa.

-¿Es razonable la meta de inflación para este año?

-Yo estoy más cercano a una cifra intermedia entre lo que planea el Banco Central y lo que mide el REM (Registro de Expectativas de Mercado). La última actualización anotó una expectativa media de inflación del 20,8%, y la meta del Central es del 17%, como todos sabemos. Mi proyección es del 18,5% para este año. Tiene de positivo que esa cifra implicaría que varios meses de este año estarían cerca del 1%. Eso es lo más relevante de todo, porque en el 2018 la meta tiene un piso del 8 y un techo del 12%. El centro de la mesa es 10%. Para aproximarse al 12 es clave que varios meses de este año en el segundo semestre muestren un índice cercano al 1%, sino sería imposible. Eso allanaría el camino para que el proceso de desinflación continúe en marcha.

-¿Qué cambia cuando se mide la denominada inflación núcleo?

-El Gobierno dice que la meta de inflación de este año es del 17% y que el índice que siguen para alcanzarla es el Indice de Precios al Consumidor (IPC) elaborado por el Indec. Y de corto plazo, para guiar la tasa de interés, se fijan en la inflación núcleo. La núcleo no apunta al objetivo de la meta, sino que es una guía para el Banco Central a la hora de hacer política monetaria. Eso explica el hecho de que la política monetaria en los últimos meses sea más conservadora con la tasa de interés, que permanece estable en los pases a siete días.

-¿Qué visión tiene del celo con que el Banco Central despliega su política monetaria para talar la inflación?

-El problema de la Argentina ha sido siempre el stop and go. Cada año bueno que teníamos, con un crecimiento moderado del 2,5%, era seguido por un año malo. Si uno tiene una expectativa tal, es muy difícil generar empleo y definir inversiones. Ese escenario es muy malo en términos de esperar una recuperación a largo plazo de la economía. Creo que el Gobierno deberá actuar con un ojo mirando el 2017 y las elecciones, pero con el otro ojo mirando el año que viene. Sólo si los agentes económicos ven una reactivación que se extiende en el tiempo van a llegar las inversiones que se necesitan. Esta política es menos cortoplacista que la anterior. Eso puede generar alguna insatisfacción por el lado de los que demandan tasas de interés real negativa. Ese enfoque es demasiado cortoplacista.

CRECIMIENTO

-¿El crecimiento que se proyecta para este año será robusto o un mero rebote estadístico?

-Lo que se ve hasta ahora es un buen arranque del 2017. El crecimiento este año será moderado. Hay que descartar un boom productivo. El término boom de inversiones es inapropiado para el momento económico mundial que vivimos, donde no hay inversiones en ningún lado y predomina la cautela. Pensando en una recuperación moderada pero sólida, los indicadores que tenemos son positivos. No hay que menospreciar la importancia del sector agroindustrial. La superficie sembrada es un 5% mayor que antes del cepo. Es posible que si uno computa todos los efectos de la cadena se encuentre con que un tercio del crecimiento se explicará por ella. Esperamos para este año un crecimiento de entre el 3 y 3,5%. Existe un arrastre estadístico positivo.

-¿Qué rol jugará el consumo?

-Lo que vemos es que lo que ocurre con la inflación no va a ser neutro para el consumo. En la medida en que la inflación se acerque más a la pauta del Banco Central, más posibilidades de reactivación habrá para el consumo. Pensamos que el consumo tendrá una recuperación del 2,5%, con una inflación del 18% punta a punta.

-¿Qué porcentajes se manejarán en las próximas negociaciones paritarias?

-Eso recién se está planteando. Las partidas sociales y las vinculadas a las jubilaciones ya tienen garantizadas una variación nominal positiva superior al 25%. Con lo cual las partidas sociales no perderán en términos reales y eso reduce el dramatismo para el resto de la economía.

-El Gobierno se juega allí un round importante en su política anti inflacionaria.

-Claramente el tema de la provincia de Buenos Aires tiene un efecto encadenado. Lo que el Gobierno provincial puede mostrar como crédito es el hecho de que pudo pagar a fin del 2015 unos ajustes salariales fuertes que arregló el gobierno anterior. Hay que plantear una negociación realista, algo que se pueda pagar. Si uno mira la negociación docente en la provincia de Buenos Aires de modo trianual, con lo que se pagó en el 2015, 2016 y lo que se plantea este año, el saldo será favorable. Hay un clima de moderación, que es un poco lo que surge de este enfoque de política económica.