Mirador político

La marca PJ

La utilidad de CFK para el gobierno no radica en la corrupción que se ventilará en los tribunales en plena campaña, sino en el daño que puede haber causado a la “marca PJ”, después de una gestión que dejó más de 30% de pobres y la economía paralizada

Las próximas elecciones se presentan como una reedición de las de 2015. En las puertas de la campaña ningún partido tiene candidatos definidos y se ignora aún cuál será el punto central de la agenda en debate: ¿reactivación, inflación, inseguridad, desempleo?

Los votantes asisten a un torneo de indigencias sin consignas motivadoras ni dirigentes atractivos. Esto beneficia a quienes están en el poder; propende al “statu quo”. Lo que hay sólo se podría cambiar por lo que ya estuvo y que fue considerado malo hace menos de dos años.

Mauricio Macri quiere que las elecciones sean un plebiscito sobre su gestión en términos generales. Que los votantes lo califiquen como él ya hizo, aunque probablemente no sean tan generosos y le pongan bastante menos de ocho. Si su gestión no es brillante y quiere que lo juzguen por ella, es evidente que cree necesitar muy poco para ganarle al PJ.

La oposición peronista prefiere en cambio que la votación no se nacionalice. Critica la gestión y cree que la crisis apenas larvada que le dejó Cristina Fernández desgastó al presidente, pero teme que se reproduzca un escenario de polarización.

Para evitar evitarlo enfrenta dos problemas: la fragmentación y la falta de liderazgo. Hoy el peronismo tiene cuatro centros de poder: los gobernadores, la ex presidenta, los sindicalistas y el partido. Todos con intereses y estrategias contrapuestos. Todos con divisiones. No es lo mismo Moyano que Schmid, ni Urtubey, que Verna.

Los gobernadores disponen de un margen limitado para hacer oposición porque dependen del Tesoro Nacional. El partido vegeta y los sindicalistas no representan una amenaza electoral directa, aunque son los opositores más temibles por su capacidad de dañar las expectativas económicas, generar caos y complicar la gobernabilidad.

Cristina Fernández, en tanto, es el activo más valioso del gobierno. En este punto Macri podría, parafraseando a Perón, decir “nosotros no somos tan buenos; es que los otros son muy malos”. 

La utilidad de CFK para el gobierno no radica en la corrupción que se ventilará en los tribunales en plena campaña, sino en el daño que puede haber causado a la “marca PJ”, que llevó en sus boletas e hizo ganar en los últimos 70 años a figuras que van desde Isabelita hasta el pintoresco Norberto Imbelloni, sin entrar en detalles.

La “marca” PJ era en el cuarto oscuro símbolo de defensa de los pobres. Pero después de la década ganada que dejó un nivel de pobreza superior al 35%, un 40% de trabajo en negro y la economía paralizada ¿qué quedará de esa marca? La respuesta a esa pregunta definirá el resultado electoral y mostrará si Macri logró el cambio que es el principal desafío de su presidencia: el de la mentalidad de la mayoría de la sociedad. Eso es lo que debe cambiar sipretende dar continuidad a un proyecto de crecimiento que dure 20 años, algo que la decadencia de los últimos 70 ha vuelto ilusorio.