Mirador político

El verano del "76

La historia puede ser usada como arma política o para aprender del pasado. El golpe del "76 hasta ahora fue usado con el primer objetivo. Para que eso persista no tiene la menor importancia que el feriado del 24 de marzo sea móvil o fijo. Para que cambie, tampoco. Lo que hay que hacer para dejar atrás definitivamente un capítulo negro de la historia es un servicio a la sociedad diciendo la verdad.

La semana pasada dirigentes del PJ y la UCR dedicaron buena parte de sus esfuerzos a opinar sobre la movilidad del feriado del 24 de marzo. Se ocuparon de banalidades a las que pretendieron dar jerarquía simbólica, pero no lo hicieron como debían, es decir con la honestidad intelectual que permita entender la tragedia que maduró en el verano de 1976 y subió a escena a comienzos del otoño siguiente.

Se abstuvieron de opinar sobre el fondo del asunto: la responsabilidad que cupo a todos los que luchaban entonces por el poder. Esto es, de darle a la conmemoración un valor pedagógico. Discutir si hubo un plan sistemático o aleatorio para eliminar a la guerrilla como hizo Juan Gómez Centurión tampoco suma nada a esa cuestión central.

El ex jefe del ejército Martín Balza hizo oportunamente el "mea culpa" en nombre de los militares. Hasta algunos terroristas reconocieron el desastre que pusieron en marcha con el uso de una violencia feroz en la lucha por el poder. Pero falta aún oír el arrepentimiento de los políticos que tuvieron actuación directa o prepararon aquel escenario.

En particular del peronismo, que llevó al país al caos económico (en marzo del "76 la inflación anualizada era del 500%), a una sangrienta guerra de facciones, al peor desprestigio que se recuerde de las instituciones democráticas y a la desesperanza. En pocas palabras, que le pavimentó el camino a los militares. Los mismos militares a los que prometió siete años más tarde la amnistía si ganaba las elecciones Italo Luder.

El ex gobernador bonaerense Felipe Solá debería haber recordado estos hechos antes de llamar estúpido al actual presidente. Debería recordar que el presidente que echaron los militares era peronista, el más inepto de la historia nacional y se llamaba Isabel Perón. No lo había puesto la CIA, ni la sinarquía, sino Perón y el 60% de los argentinos. Nunca la dirigencia del PJ se hizo cargo de Isabel, de López Rega, Lorenzo Miguel o Firmenich, ni de los principales dirigentes de aquellos tiempos. Tampoco de que el golpe fuera recibido con alivio por el grueso de la sociedad.

Esto no justifica ni exculpa a Videla ni disminuye las atrocidades cometidas por el terrorismo de estado, pero explica las condiciones que lo hicieron posible. No fue un rayo en un cielo celeste, sino el final de un proceso catastrófico protagonizado por el PJ, al que acompañó mansamente el resto de la clase política. El 24 de marzo no debería ser para vacacionar, sino para dilucidar estas cosas. En vez de victimizarse convendría a los políticos practicar una memoria menos selectiva.

A los radicales, por su parte, toca explicar por qué algunos de sus dirigentes participaron de un gobierno criminal. Con barrerlos bajo la alfombra no alcanza. Los militares no actuaron en el vacío. Sectores de la izquierda califican el golpe de 1976 como "cívico militar" y apuntan a los empresarios; deberían hacer otro tanto con políticos y sindicalistas para completar el cuadro.

La historia puede ser usada como arma política o para aprender del pasado. El golpe del "76 hasta ahora fue usado con el primer objetivo. Para que eso persista no tiene la menor importancia que el feriado del 24 de marzo sea móvil o fijo. Para que cambie, tampoco. Lo que hay que hacer para dejar atrás definitivamente un capítulo negro de la historia es un servicio a la sociedad diciendo la verdad.