Siete días de política

Días sin sobresaltos para Macri por la deserción del peronismo

Con el Congreso cerrado, los gobernadores de bajo perfil y una CGT que por ahora sólo amaga, el gobierno disfruta de una tregua inesperada. La oposición del PJ parece enfocada en los feriados.

Contra la mayoría de los pronósticos el año electoral comenzó con un período de tranquilidad sorprendente. Día tras día la sección política de los medios se limita a asuntos irrelevantes o escándalos que cada vez escandalizan menos.

Esto ocurre en buena medida porque el peronismo, ese que según el piquetero Pérsico es un tiburón que huele sangre y ataca, está desaparecido. No tiene líder, candidatos, ni voluntad de confrontar y le ha dejado libre el camino al presidente para que retome la iniciativa en temas de repercusión social como la seguridad o la legislación laboral.

Uno de los factores que contribuyen a este estado de cosas es el cierre del Congreso. Sin escenario ni capacidad para complicar al Ejecutivo, la oposición se diluye. Pero el palacio de las leyes no está vacío a pesar de la inactividad y los que siguen la situación preelectoral se preguntan dónde están los gobernadores peronistas, dónde Sergio Massa, Florencio Randazzo y los dirigentes con alguna capacidad de desafiar al gobierno.

La respuesta es obvia. Los dirigentes que quedaron con una porción de poder como los gobernadores, Peppo, Bordet o Urtubey, por citar algunos, cultivan un bajísimo perfil. Tienen nulo interés en confrontar hoy con Macri y tampoco ven a un solo dirigente del PJ con un proyecto viable. Algo absolutamente novedoso para el PJ que siempre tuvo Ñaún después de las peores derrotas electoralesÑ uno o varios liderazgos en construcción.

El mayor "desafío" que se les ocurrió a gobernadores e intendentes del PJ para limar la autoridad presidencial fue rechazar la movilidad del feriado del 24 de marzo. Una "resistencia" más que modesta.
Otro hecho significativo es la demora en el lanzamiento de candidaturas.

Se esperaba que la enésima "renovación" del peronismo se definiera en las PASO, de las que saldrían los nuevos caciques. Pero en el distrito clave, la provincia de Buenos Aires, todavía no hay novedades. No se sabe si la ex presidenta Cristina Fernández, cada vez más necesitada de fueros, será candidata. Sergio Massa postergó cualquier anuncio hasta marzo y su alianza electoral con Margarita Stolbizer está en duda.

Trascendió también que Florencio Randazzo sigue sin atenderle el teléfono a los compañeros intendentes que le piden definiciones. Ya no es cuestión de si habrá unidad del peronismo o cuántas listas se presentarán. El problema es la falta de candidatos con atractivo suficiente para asegurar una derrota del gobierno o para por lo menos disputarle el poder, algo que por el momento no sucede.

A lo que hay que agregar que la principal facción opositora es la encabezada por la ex presidenta Cristina Fernández, lo que representa un alivio para Macri por al menos dos razones. Primero, porque reinstala el enfrentamiento de 2015 entre lo viejo y lo "nuevo" y angosta el "camino del medio" al que apuesta a Massa. En segundo lugar, porque da protagonismo a la dirigente peronista más vulnerable y con mayor imagen negativa.

Muestra de esto último fue la filtración de un audio en el que dialogan la ex presidenta y su ex jefe de inteligencia, Oscar Parrili, respecto del ex espía Jaime Stiuso. La situación en la que quedan los dos primeros es deslucida, por usar un eufemismo, y tuvo amplísima reproducción en las redes.

La ex presidenta aparece agraviando torpemente a Parrili, a la defensiva y sin ninguna información de lo que estaba sucediendo. La manera tendenciosa en que fue editada la grabación por algunos medios pretendió otorgar una gravedad institucional al episodio absolutamente desproporcionada, pero logró su objetivo: dañar aún más la imagen de CFK.

Después de que el asunto perdió interés la ex presidenta lo reinstaló incomprensiblemente denunciando una conspiración en su contra, lo que volvió a demostrar su inagotable capacidad de cometer errores y de persistir en ellos hasta el absurdo. También la limitación de quienes la asesoran.

Su manejo del problema fue tan malo que terminó tapando la delicada situación del actual jefe de los espías, Gustavo Arribas. Un escandalo precario, pero que el peronismo podría haber mantenido en la agenda para desgastar al presidente. Es tanta la indigencia actual PJ que del asedio al gobierno con el caso Arribas debió hacerse cargo la oficialista Elisa Carrió.