Siete días de política

Macri hace más homogéneo el gabinete y fortalece a Peña

Echó a Melconian porque quiere un Banco Nación más keynesiano. Consolidó el ajuste gradual y asumió un estilo de liderazgo de concentración de poder como los de la llamada "vieja" política

El presidente Mauricio Macri empezó el año electoral con una remodelación del gabinete para conseguir mayor coherencia y verticalidad en la gestión. Esto lo obligó a variar su estilo de liderazgo "soft" y a ejercer la autoridad de manera personal al estilo de los políticos tradicionales. También a concentrar el poder en tres funcionarios que son sus ejecutivos de mayor confianza: Marcos Peña, Gustavo Lopetegui y Mario Quintana.

Después de desprenderse de Alfonso Prat Gay, Isela Constantini y el secretario de Salud Néstor Pérez Baliño, le tocó el turno al presidente del Banco Nación, Carlos Melconián. Hubo más de una causa para su despido, pero según interlocutores de Quintana la principal fue la de disponer de un Banco de la Nación "más keynesiano".

¿Qué quiere decir eso? Con créditos blandos para las empresas y financiamiento hipotecario. En otras palabras, una fuerte intervención estatal para distribuir dinero barato como palanca de reactivación de la producción y el consumo a corto plazo.

La propuesta no carece de lógica de cara a uno de los objetivos de la campaña electoral, la reactivación económica, aunque es de esperar que el Nación no termine como el Banco Nacional de Desarrollo (BANADE) que debió cerrar sus puertas en 1993 con más de 5 mil millones de dólares de créditos incobrables, muchos de los cuales habían sido repartidos en el sector industrial.

Más allá de la estrategia dirigista, hubo en el despido de Melconian también roces entre funcionarios. Según trascendió, la proverbial gota que desbordó el vaso habría sido una discusión entre la Jefatura de Gabinete y la presidencia del Nación por el auxilio requerido a la entidad en favor del Tesoro. Nada muy distinto de lo que se hacía en tiempos de Cristina Fernández para maquillar el déficit.

La contradicción con la supuesta "ortodoxia neoliberal" no hizo perder a Melconian su lealtad hacia Macri. Como antes Prat Gay al ser despedido lo elogió, se declaró su "soldado" y abandonó el cargo entre lágrimas.

Si la reactivación económica es el objetivo central del gobierno para la próxima campaña electoral, la obra pública no lo es menos. Y en esta área también hubo un relevo, el del secretario Daniel Chain, aunque en su caso el cortocircuito no fue con Peña, sino con el ministro del área, Rogelio Frigerio (ver Visto y Oido). Todo lo que hace hoy el gobierno tiene que ver con la campaña.

Frigerio es un "soldado" del gradualismo. Hace 48 horas declaró que nunca había existido realmente una opción entre ajuste de "shock" y ajuste progresivo. Atribuyó el lento reordenamiento de la variables macro al "desastre" heredado del kirchnerismo, pero sea cual fuere su causa, lo cierto es que el gobierno no recortó el gasto público, lo que le ha costado un aumento de la inflación. Por eso creció la pobreza. En esto tampoco se diferencia demasiado del gobierno anterior.

En lo que sí planea diferenciarse es en el tercer punto de la agenda electoral: el combate de la corrupción. Durante la semana que acaba de concluir hubo dos hechos que prefiguraron el escenario que el oficialismo considera favorable para juntar votos. Por un lado se recordó el segundo aniversario de la muerte Alberto Nisman con un acto en el que se responsabilizó directamente al gobierno "K" de lo ocurrido. También cobraron estado público declaraciones ante la Justicia en igual sentido del ex espía Jaime Stiuso: "Los K quisieron simular un suicidio y les salió mal".

Por su parte el presidente Macri reclamó a la Justicia que acelere el tratamiento de la causa. Le pidió eficiencia, cercanía y rapidez. Esto es, que haga lo que le piden los ciudadanos comunes en lugar de estar sujeta al poder político. Una amonestación pública que no hubiese sonado extraña en boca de Cristina Fernández.

¿Por qué lo hizo? Porque espera que durante la campaña empiecen a ventilarse los desaguisados del kirchnerismo. En especial los más groseros como la megacorrupción y la escandalosa muerte del fiscal de la causa AMIA.

El nivel de improvisación y torpeza de CFK en el caso Nisman es abrumador aún para los estándares kirchneristas. La investigación judicial fue un escándalo, firmó un pacto con Irán que la puso en una situación difícil de defender y generó una guerra entre espías que terminó salpicándola. Si la cuestión se instala activamente en Tribunales, buena parte de la campaña del PRO estará hecha.