"Vinieron capitales especulativos"

Argentina debe sanear su macroeconomía para captar inversiones productivas, asegura Ramiro Castiñeira. Abrir la puerta a los inversores y al mismo tiempo ofrecer las tasas más rentables del mundo es un error, asegura el economista jefe de Econométrica. Urge recortar el déficit fiscal. El efecto Trump roza al país en las finanzas.

La asunción de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos fue como una vuelta de página para la economía mundial. Lo que viene está regido aún por la incertidumbre, pero poco a poco se despejarán las incógnitas, incluido el impacto que la gestión del republicano tendrá sobre el futuro de la Argentina. Mientras tanto, Ramiro Castiñeira, economista jefe de Econométrica, hace foco en la necesidad imperiosa de corregir el déficit fiscal, punto de partida para que se normalicen las variables y llegue al país el capital productivo que aún brilla por su ausencia.

-¿La política de Donald Trump será tan negativa para la economía y el comercio mundial como auguran los analistas?

-Si Donald Trump hace el 10% de lo que dijo que iba a hacer durante la campaña electoral, el mundo de seguro estará peor. En este escenario muy posiblemente el proceso de globalización se tomará una pausa en el período de gestión de Trump. Esto afectará a todos en general y a los Estados Unidos en particular. Pero este proceso volcado al impacto que tendrá sobre la Argentina, no creo que sea tan grande.

-¿Un retorno al proteccionismo a escala global no puede afectar a nuestro país?

-La realidad es que en el juego de la globalización, Argentina no juega. Lo único que le vendemos al mundo es soja, y la demanda de China e India es sostenida. Los asiáticos no dejan de sacar gente de la pobreza y cambian proteína vegetal por proteína animal. Necesitan de nuestra soja para darle de comer a sus animales.

-La suba de tasas elevará el costo del dinero, justo cuando el Gobierno se recuesta en una política de endeudamiento externo.

-Pero ese proceso ya comenzó. La Reserva Federal comenzó a subir las tasas, partiendo de mínimos históricos que de ninguna manera podían sostenerse mucho tiempo más en esos valores. Las tasas tan bajas fueron necesarias para que Estados Unidos pudiera salir de la crisis, pero ya salieron y con creces. Pero igualmente tampoco hay mucho margen para que la tasa de referencia suba mucho más ya que el nivel de inflación es bajo.

-¿El modelo Trump de mayor gasto público y consumo no azuzará la inflación?

-Todo el mundo está anticipando el mayor gasto público y el proteccionismo de la gestión económica de Trump, lo cual generará un rebote inflacionario moderado a los ojos de los argentinos. No es que la inflación se va a ir a dos dígitos en Estados Unidos como ocurrió acá. Las tasas de corto empiezan a subir poco a poco y las de largo también se inflan, pero no se compara con cualquier otro evento ocurrido en décadas anteriores. En ese sentido, el impacto financiero ya le pegó a la Argentina, que vive apalancada con el endeudamiento externo.

-¿El endeudamiento es uno de los pilares del esquema económico actual?

-Eso vino para quedarse. Argentina tiene que seguir sincerando su economía y corrigiendo las distorsiones para reducir el riesgo país. Así logrará tasas más bajas, como el resto de las economías emergentes o como las demás economías de América Latina, excepto Venezuela.

INVERSIONES

-El Gobierno decidió cambiar los motores de la economía. Desactivó el consumo y apostó por las exportaciones y la inversión. ¿Este año desembarcarán los capitales tan esperados?

-Puede haber más novedades este año. De a poco se empiezan a recoger los frutos del primer año de gobierno. Se salió de las políticas pro consumo que se basaban en pisar el dólar y las tarifas. Eso lo hacía el kirchnerismo para promover el consumo en desmedro de cualquier evento relacionado con la inversión, que cayó a mínimos históricos tanto en el sector privado como en el público. Al recuperarse las señales de precios de la economía y liberarlos, se equilibra el escenario de consumo e inversión. Este año posiblemente se observe no una avalancha de inversión extranjera directa, pero sí una mejora moderada que acompañará al consumo interno.

-Ante la fuerte caída de los indicadores de consumo el Gobierno comenzó a alentarlo en el segundo semestre. ¿Fue un error demonizarlo, teniendo en cuenta que representa el 75% del PBI?

-No, lo que ocurrió es que durante la gestión anterior se produjo un macrocidio. Me huele a que de verdad en el Gobierno actual estaban jugados a que con sólo ponerse la camiseta las inversiones iban a llegar, y no necesariamente tenía que ser así. De hecho no ocurrió. Llegaron inversiones en la misma magnitud que en otros años. Argentina debe tener una macro sana, lo cual todavía no tiene. Vive de la deuda externa producto de la herencia kirchnerista. El Gobierno intenta luchar contra la inflación sin darle a la maquinita, pero lo tapa con deuda. El otro gran problema es el temor que surge debido a que es la sociedad en su conjunto la que tiene que corroborar este camino.

-En ese contexto, ¿las elecciones legislativas condicionarán la toma de medidas económicas?

-No lo sé, pero a nivel exterior uno mira la Argentina y hay miedo al timonazo, a que pongan la proa hacia Venezuela y regulen nuevamente la economía. Los miedos son tangibles cuando se recuerda que un potencial presidenciable habla de cerrar la economía por 90 días, propone la doble indemnización o impulsa la creación de una manojo de impuestos distorsivos para financiar la reducción del Impuesto a las Ganancias. Hay temor a que se tomen caminos que está probado ya nos han llevado al fracaso.

-Por otra parte, el Gobierno decide desregular el ingreso de capitales, receta que también nos ha dado dolores de cabeza en el pasado.

-Todas las economías tienen movimiento de capital libre. En Argentina se torna novedoso lo que en el mundo es algo normal. Lo que hace mal Argentina es dejar la mesa servida para que se produzcan movimientos de capitales y al mismo tiempo ofrecer las tasas más rentables del mundo. Tenemos un déficit fiscal tan grande que buscamos financiamiento en el exterior. Nosotros solos prendemos el faro para que venga el capital golondrina. Hay que pensar que recién salimos del default y todavía no somos una economía de mercado. Los capitales que vienen tienen un parche en el ojo y un loro en el hombro. La mayoría son inversiones especulativas. Pero eso ocurre por lo que ofrecemos nosotros. Tenemos que ofrecer algo más atractivo.

-¿Qué hay que hacer para que venga la inversión productiva y no la que busca la mera especulación financiera?

-El problema es que Argentina abre los mercados en un contexto donde su macro no está en condiciones de competir contra el resto del mundo. El mundo no le teme a Macri sino a una sociedad que no sabe adonde quiere rumbear. Nos bandeamos entre el mercado y las políticas aislacionistas de manera cíclica.

INFLACION

-¿Se podrá alcanzar la ambiciosa meta de inflación fijada por el Banco Central? ¿Qué números manejan en Econométrica?

-El 17% que fijó el Banco Central para este año es exigente pero no imposible. Nosotros trabajamos con una cifra del 22% de inflación, producto de que Argentina cambió el método de financiación del Estado. Si le da a la maquinita, suben los precios; si toma crédito, crece el endeudamiento. El déficit fiscal se verá por el incremento de la deuda. Ambos caminos llevan a problemas que Argentina ya conoce.

-¿La clave es generar un crecimiento sostenido?

-No, eso sería correr hacia adelante. La clave es que Argentina haga lo que tiene que hacer. Apelar al crecimiento como respuesta es pensar que los problemas se solucionan solos. El crecimiento es el resultado del contexto macroeconómico. Si esto no cambia, la economía no mejorará.

-¿Y qué debería cambiar en Argentina?

-Ante todo quiero decir que yo abogo por el gradualismo. Argentina tiene que corregir los problemas macro de forma gradual. Si lo hace de una sola vez tampoco tiene asegurado que llegarán las inversiones. Podría generarse un stress social no menor. El gradualismo es la alternativa que recomienda incluso el Fondo Monetario Internacional para la Argentina. Pero el gradualismo tiene un número: es bajar el gasto público al 1% anual. No puede quedar en una idea vaga como ocurrió en los últimos meses de la gestión de Prat Gay (Alfonso). La idea había pasado a ser proselitista. Hubo un mes en que el gasto público creció 50% interanual.

-¿Qué lectura hace de la designación de Nicolás Dujovne?

-En ese contexto interpreto su designación como el afán por reforzar desde el Gobierno la idea del gradualismo.