Mirador político

El ajuste que falta

El déficit fiscal que hizo estallar la economía en 2001 era de nueve mil millones de dólares. El de 2015 llegó a los 30 mil millones al cambio oficial, según estimaciones del ex ministro Domingo Cavallo.

El periodista Fernando Iglesias y la diputada peronista Graciela Camaño tuvieron un encontronazo por TV acerca de los gobiernos que hacen ajustes. La diputada quiere colgarle ese rótulo a Mauricio Macri contra toda evidencia, porque si hay algo que quedó en claro después de su primer año de gestión es que aumentó el gasto, sacó impuestos, expandió el déficit y repartió fondos a provincias, sindicatos y piqueteros como no lo había hecho en doce años el anterior gobierno peronista.

Pero Iglesias no usó ese argumento para contradecir a Camaño, sino otro mucho más doloroso en términos políticos. Le recordó que el ajuste más brutal del presente siglo lo hizo un gobierno peronista del que ella formó parte como ministra de Trabajo: el de Eduardo Duhalde. Camaño no intentó refutarlo, porque los datos son demoledores. Optó por descalificarlo en forma personal, echando mano a un recurso conocido, el argumento ad hominem, es decir contra la persona y no contra lo dicho. Para salir del paso lo calificó de "chicanero". No le quedaba otro camino, porque el desastre económico y social provocado por Duhalde después de entrar a la Casa Rosada por la ventana fue monumental.

El patrón del PJ bonaerense hizo una megadevaluación que llevó el dólar de un peso a tres. En diciembre de 2001 el índice de pobreza era del 35%. Diez meses de gobierno peronista más tarde era del 54%. El gobierno supuestamente popular que quería romper con la patria financiera, el FMI, etcétera, etcétera, aumentó el número de pobres en más del 50% en un año.

La desocupación en octubre de 2001 era del 18,3% y en mayo de 2002 llegó al 21,5%. Para salvar a los bancos que caminaban por la cornisa cambió el "corralito" por un "corralón" que atrapó los ahorros de la clase media en las instituciones financieras. Los que pusieron dólares, recibieron pesos devaluados.

En materia salarial a los trabajadores no les fue mejor. Los empleados públicos habían sufrido un recorte del 13% a manos de Fernando de la Rúa, pero cuando llegó la devaluación duhaldista sufrieron un recorte del 40% en términos reales. Los empresarios de la Unión Industrial se encontraron con un sector laboral disciplinado por el desempleo, con salarios derrumbados, gran capacidad ociosa y nula competencia externa por la devaluación. El paraíso en forma de gobierno popular.

Pero ese enorme esfuerzo al que fue sometida la sociedad para sanear la macroeconomía fue despilfarrado después por otro gobierno peronista, el del matrimonio Kirchner. El déficit fiscal que hizo estallar la economía en 2001 era de nueve mil millones de dólares. El de 2015 llegó a los 30 mil millones al cambio oficial, según estimaciones del ex ministro Domingo Cavallo.

Con esta evidencia a la vista ¿cómo Camaño puede acusar de "ajustador" a cualquier gobierno que no sea de su signo político? ¿Porque practica deliberadamente la ezquizofrenia como decía Gottfried Benn? No, puede hacerlo porque es impermeable a la historia. No ajusta su discurso, porque opera sobre los prejuicios de una sociedad y de una opinión pública modeladas por medios de comunicación y por dirigentes cuya última preocupación es la verdad.