Déficit de viviendas en la Ciudad de Buenos Aires

La Fundación Tejido Urbano es una organización que se ocupa de brindar soluciones a la crisis habitacional en CABA. Según su titular, el modo en que el Gobierno porteño procura resolver el problema del déficit de viviendas en situación de vulnerabilidad con la urbanización de las villas abarca sólo al 30% de la población en crisis, con altísimos costos y baja proyección.

 

 

Ley 341, sancionada en el año 2000 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, permitió la construcción de viviendas para 1000 familias a través del acceso a créditos para la construcción, bajo el Programa de Autogestión para la Vivienda (PAV).

Con la iniciativa de la Fundación Tejido Urbano y la Sociedad Central de Arquitectos, Pablo Roviralta, Ariel Caballín y Ariel Pradelli brindarán una charla para ofrecer soluciones a la crisis habitacional que afecta a miles de porteños, y compartirán sus experiencias en procesos de autogestión del hábitat. La actividad se llevará a cabo el martes 6 de diciembre, a las 18 horas, en el Auditorio de la Sociedad Central de Arquitectos (SCA), sito en Montevideo 938, CABA.

Abrirá el encuentro el Arq. Eduardo Bekinschtein, recientemente reelecto como presidente de la SCA. A continuación Pablo Roviralta, de la Fundación Tejido Urbano, realizará una introducción general al ¨Programa de Autogestión para la Vivienda¨ (PAV) que, con la participación de unas 30 cooperativas, brindó solución a más de 1000 familias en la Ciudad de Buenos Aires, obteniendo mejores resultados que la producción estatal de vivienda en otros campos.

¨Tejido Urbano¨, la fundación que acaba de poner en marcha Pablo Roviralta, ex presidente del Instituto de Vivienda de la Ciudad, realiza diagnósticos profundos sobre problemas habitacionales de nuestra ciudad. Uno de ellos es la Ley 341, una iniciativa que otorga subsidios o créditos con garantía hipotecaria a hogares pobres, en situación habitacional crítica (por ejemplo: hoteles, casas tomadas, conventillos). “Se trata del costado menos visto del déficit habitacional”, comenta Roviralta. La Ley prevé que estos hogares –a título individual o incorporados a través de cooperativas, mutuales o asociaciones civiles sin fines de lucro– elijan y compren terrenos, contraten servicios profesionales, adquieran los materiales necesarios y gestionen el cobro de los certificados de avance de obra.

El PAV produjo buena arquitectura, que tuvo la virtud de ser asimilada por el entorno como cualquier otra edificación. De escala discreta (con un promedio de 20/30 unidades por cooperativa), estas obras fueron ejecutadas a menores costos que el Estado y durante el proceso creó habilidades técnicas y sociales (“consorcialidad”) entre los futuros propietarios. Según el Arq. Pablo Roviralta, “es fácil levantar propiedades pero resulta difícil gestar propietarios”.

Ante la dimensión del déficit habitacional local, el impacto cuantitativo del PAV resulta insuficiente. Pero, a lo largo de estos dieciséis años, el programa ha demostrado resultados cualitativos notables si lo comparamos con los resultados de la producción estatal de viviendas, los conocidos “monoblocs”. Además, el programa permitió abandonar la lógica binaria en donde el mercado privado o el Estado son los únicos capaces de llevar a cabo dichas viviendas. “La construcción popular del hábitat es una tercera vía. La crisis habitacional puede transformarse en una gran oportunidad de creación de ciudadanía.”

La desatención de los problemas de vivienda a nivel nacional, provincial y local generó una fuerte crisis habitacional que golpea a los sectores más vulnerables. Buenos Aires, una de las ciudades más ricas pero a la vez más desiguales de la región, no quedó a salvo de ello. “Uno de cada cuatro porteños habita precariamente”, señala Roviralta.

Y agrega: “El déficit tiene sus principales componentes en villas, en complejos y en un conjunto difuso de situaciones dentro del tejido urbano regular. De acuerdo al último informe de la organización TECHO, unas 350.000 personas habita en 42 asentamientos informales o villas. El Gobierno anunció la intervención en sólo cinco, lo que supone alcanzar una tercera parte del problema de Villas de ahora a cuatro o seis años. Pocos analizan que de aquí a entonces, de mantenerse constante el flujo inmigratorio interno y externo a la Ciudad, la población en Villas habrá aumentado un 20% y, en términos cuantitativos, estaremos en situación parecida. A su vez, de acuerdo a las investigaciones del Instituto Gino Germani, 107.843 personas viven en complejos habitacionales en emergencia, alrededor de 200.000 habitantes viven en casas o edificios tomados, más de 150.000 en hoteles pensión, mientras que las personas en situación de calle serían aproximadamente 15.000. Estos números son un espejo de nuestra disfuncionalidad social. De aceptar que estamos ante un problema grave, debemos generar un fuerte consenso entre todos los actores ligados al hábitat y trabajar en un plan de largo plazo (20 años), con articulación metropolitana y nacional.” 

Mini BIO-Arq. Pablo Roviralta, presidente de la Fundación Tejido Urbano

Arquitecto FAU–UBA (1984). Luego de ejercer unos años la profesión, comenzó a actuar en el campo empresario. Cursó posgrados en Administración y Humanidades. En 2015 decidió sumarse a la función pública y fue convocado a enrolarse en el Instituto de Vivienda de la Ciudad (IVC), donde ejerció la presidencia entre diciembre 2015 y agosto 2016. Hace unos meses, ya fuera del IVC, decidió poner en marcha Tejido Urbano, una fundación dedicada a combatir el déficit habitacional de la Ciudad de Buenos Aires.      

Sobre la Fundación Tejido Urbano

Es una organización que trabaja sobre las problemáticas habitacionales que transitan los ciudadanos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 

Conformada por un grupo de profesionales y estudiantes de distintas disciplinas con amplia experiencia en temas de hábitat, Tejido Urbano propone incidir sobre las políticas públicas y los proyectos desarrollados por organizaciones sociales, como así también, involucrarse en los espacios de debate y en los procesos que están activos, incentivando la participación y el compromiso en acciones concretas en barrios carenciados de la ciudad.

Su objetivo es ofrecer alternativas para contrarrestar el déficit habitacional en la Ciudad, que afecta a miles de personas y sus grupos familiares y culmina en la segregación cultural, social y económica.