En diálogo con La Prensa, el activista remarca la importancia de una democracia participativa que evite abusos

Pérez Esquivel: Vivir y convivir son ejes del Estado de derecho

Conflictos pasados pero no superados, y falencias estructurales del presente convocan la palabra de quien, en 1980, fue merecedor del Premio Nobel de la Paz. El asistencialismo como garantía social no resuelta.

Tiempos raros. En una época de "grieta y transición", el activista Adolfo Pérez Esquivel reflota elementales olvidados, y pone el acento en el respeto. Luchador sin violencia, cuya labor lo hizo merecedor del Premio Nobel de la Paz en 1980, brinda a La Prensa su perspectiva sobre soluciones que pueden no ser ideales, pero sí posibles.

- ¿Qué le preocupa hoy a la sociedad argentina?

- Le preocupa que, siendo un país rico, esté tan empobrecido y con tantas dificultades de empleo. Hay sectores empobrecidos y marginados. Sería bueno que el Gobierno comenzara a implementar políticas sociales; no asistencialismo.

- ¿El macrismo es más asistencialista que generador de políticas sociales?

- Cuando hablamos de políticas sociales, nos referimos a trabajo, salud, educación; a las condiciones de vida de la población. Yo digo que es buena la asistencia en momentos de emergencia. Pero el asistencialismo genera dependencia, y eso lo hemos vivido con gobiernos anteriores.

- ¿Y el kirchnerismo fue asistencialista?

- Sí. Es asistencialismo el subsidio sin políticas sociales. Me interesa, en este sentido, reforzar lo que deriva de la educación pública. Y, lógicamente, poner la mirada en el pequeño y mediano productor rural e industrial, las PyMEs, que generan la mayor fuente de trabajo del país.

- ¿Asumía el kirchnerismo estos problemas?

- Puedo decir que existían y existen observatorios como el de la Universidad Católica Argentina (UCA), que recogen indicadores. Tal es el caso del aumento de la pobreza; que, a su vez, tiene que ver con el desempleo.

- ¿Diría que todo esto aporta a un clima de conflictividad?

- Sin dudas. Creo que muchos de los problemas que hoy tenemos son estructurales. Por eso es necesario implementar políticas acordes.

- ¿Y cómo se vincula el macrismo con esta situación?

- Destaco que no se puede pedir que las cosas cambien de la noche a la mañana. No a un Gobierno que asumió hace meses, y que tiene muchas falencias estructurales por corregir. Pero deben desarrollar políticas sociales y económicas que generen productividad. Hablamos de la seguridad social del país.

- ¿Qué análisis le merece el conflicto en tiempos de kirchnerismo?

- Entre aciertos y errores, el kirchnerismo dejó muchas cuestiones a modificar. Y dejó al nuevo Gobierno situaciones muy conflictivas.

- ¿Cómo cuáles?

- La sobredimensión de puestos de trabajo en la administración pública es un ejemplo. Se sobredimensionaron necesidades de organismos. Regular eso no es fácil.

- ¿Error de pericia?

- No, fueron políticas intencionadas. Ningún error. Por otra parte, noto que el Gobierno actual no piensa en la integración regional; no ha hecho mucho por el Mercosur, la Unasur, la Celac. Es algo que ha logrado mucha integración y que es necesario fortalecer.

- ¿Qué diagnóstico hace del Mercosur, hoy?

- Atraviesa una fuerte crisis. Hay un conflicto evidente, fundamentalmente, en Brasil. También se encuentra en un momento delicado el intercambio con Uruguay y con Paraguay, al igual que Venezuela.

- ¿Qué opinión le merece el acercamiento a la alianza del Pacífico?

- Trabajo por el "no" al ALCA. Creo que el tratado del Pacífico es la recolonización del continente. Se cede la regulación a la productividad y a los recursos.

- ¿Es ganancia nula?

- Creo que es más importante el fortalecimiento regional que el tratado del Pacífico. Lo otro es dependencia.

- Discrepa con quienes lo llaman desarrollo...

- El desarrollo tiene que encontrar un equilibrio entre las necesidades y el medio ambiente. Hay que distinguir entre desarrollo y explotación, que es algo irracional, empobrece al pueblo. Se llevan los recursos y se los llama "países pobres", pero no lo son: son países "empobrecidos".

"LA GRIETA"

- De vuelta en la Argentina, ¿se termina la mal llamada grieta?

- La grieta siempre existió. Ahora se puso de moda, pero la grieta ya estaba. El asunto es encontrar un punto de equilibrio y de respeto, entre nosotros y con la madre tierra.

- No es, entonces, un conflicto meramente discursivo...

- Para nada. Hay un equilibrio que es preciso lograr.

- ¿Cómo se logra?

- La vida es un aprendizaje. Hay que aprender a vivir y a compartir. Los ciudadanos viven según el tiempo reloj, que no es lo mismo que vivir según el tiempo. Es distinto. Se vive según el tiempo cuando se está en armonía con la madre naturaleza y con las relaciones entre los seres humanos.

- ¿Sabemos convivir los argentinos?

- Estamos aprendiendo, pero con muchas dificultades. Hay muchas tensiones.

- ¿Qué cree que caracterizará a las futuras generaciones de políticos?

- Pienso que debemos apuntar a una democracia participativa, y no delegativa. Es posible. Porque, al delegar, se vota y durante cuatro años no se sabe qué hace un gobierno. Y muchas veces los gobiernos hacen lo que quieren, y no lo que deben. Así nace el abuso. Una democracia participativa pone controles.

- ¿Cuál es, a su criterio, el mayor obstáculo a sortear?

- El desafío es pensar qué integración internacional queremos. La Argentina no es una isla; importa cómo nos insertamos en el mundo. Y nunca en la resolución de un conflicto se llega a soluciones ideales, pero sí posibles. Y siempre lo que se decidió se puede mejorar.

- ¿Qué significa en la actualidad que un país o una región esté en conflicto?

- Además de la agresividad evidente, implica pérdida de credibilidad para lograr acuerdos y políticas que solucionen esos conflictos.

- El conflicto pasa a ser una prolongación del problema en sí...

- Exacto. Y bueno, como digo, importa saber vivir, y convivir. Si en la Argentina tenemos un Estado de derecho, éste debe aportar a la convivencia.