PESE A LA PERCEPCION NEGATIVA, EL GIGANTE ESTA DANDO LOS PASOS CORRECTOS PARA RECUPERARSE

Brasil, el verdadero ejemplo a imitar

POR WALTER MOLANO *

Los brasileños suelen ser maníacos. Su optimismo ilimitado puede interpretarse erróneamente como arrogancia, en especial si amontonan superlativos sobre cualquier cosa que sea brasileña, del tipo de "Brasil, el mejor del mundo" o "El más grande del mundo". En otras ocasiones su temperamento bordea el suicidio. La broma famosa "Brasil es el país el futuro y siempre lo será", es un buen ejemplo.

A menudo la autopercepción y la realidad se yuxtaponen. Pueden ser insufribles cuando las cosas no son tan grandes, y sombríos cuando la situación en verdad está mejorando. Lo interesante es que lo segundo parece definir la situación actual.

El ánimo en Brasil es muy oscuro. Tras años de soportar una recesión interminable y una dolorosa crisis política, es comprensible que reine el pesimismo. El país ha visto encarcelados a sus industriales y banqueros más poderosos. Su presidenta ha sido destituida en un juicio sumamente politizado. Varios de sus dirigentes más destacados fueron procesados y desplazados. Algunos fueron detenidos incluso. El país fue humillado en el Mundial de Fútbol y lo ridiculizaron en los Juegos Olímpicos, a pesar de que muchas de las acusaciones eran falsas. Grandes empresas brasileñas, varias de ellas titanes a nivel internacional, fueron puestas de rodillas. La moneda fue minada y la economía perdió su codiciado grado de inversión. Todos esos hechos alcanzaron para desinflar su ego amazónico.

Sin embargo, el país hizo grandes avances para solucionar los problemas. Se ha convertido en el héroe ignorado de América latina y se está ubicando en la vanguardia de la comunidad de inversiones. 
Durante un largo tiempo el talón de Aquiles de Brasil fueron sus finanzas públicas. El desborde de las jubilaciones, obstruidas por la indexación y los privilegios hereditarios, acumularon fortunas en una franja de la población. En consecuencia, la economía carga con un agudo déficit fiscal que permitió que relación deuda/PBI del país se disparara casi al 80%. Solucionar ese problema ha sido una pesadilla política. Ya abrumado por los mayores niveles impositivos de América latina, el Congreso no quieren aumentarlos más. Por lo demás, poderosos grupos de presión han impedido todo intento de modificar las remuneraciones. Por eso el ministro de Finanzas, Henrique Meirelles, hizo de la reforma fiscal su máximo objetivo una vez que asumió el cargo. Su propuesta fue típica del ingenio brasileño.

En vez de tratar de dictar las modificaciones exactas al Congreso, el gobierno pondrá límites nominales al gasto. Luego corresponderá a los legisladores decidir cómo harán los ajustes en salud, educación y seguridad social. Como las obligaciones jubilatorias son el elefante en el salón, serán ellas las que sufran los mayores ajustes. Cambios similares se registran en el resto del paisaje empresario, en tanto los directores de finanzas se apuran a disminuir inversiones de capital, mejorar los perfiles de sus deudas y liberarse de activos. La mayoría de las firmas estabilizaron sus finanzas y evitaron la ruina. Lo mismo ocurrió con las cuentas externas. La devaluación masiva del real redujo el déficit de cuenta corriente a menos de 1% del PBI, a pesar de que los precios de las materias primas se mantuvieron en caída.

Lo más llamativo fue el aluvión de inversiones extranjeras directas (IED) que continuó afluyendo al país y que rondó los 70.000 millones de dólares. Esa cantidad no hará más que subir una vez que el presidente Michel Temer lance su ambicioso programa de privatizaciones, que incluye la venta de importantes activos en el sector eléctrico. Las IED adicionales generarán empleos, fomentarán el crecimiento y mejorarán la productividad. Llevará algo de tiempo enderezar el barco. La economía brasileña no es una ágil Ferrari que puede girar sobre dos ruedas. El crecimiento del PBI será casi nulo este año y apenas entrará en territorio positivo el año próximo. De todos modos, esos cambios sembrarán las semillas de una economía más sustentable.

Agobiados por las crisis interminables, la población y la comunidad local de inversores han perdido las esperanzas. No se han percatado de que son un modelo a imitar para el resto del continente, o incluso del mundo. ¿Dónde más se ven líderes políticos y empresarios que hayan terminado en la cárcel por infracciones que son un lugar común en el resto del planeta? La preocupación número uno de cualquier inversor extranjero directo es la protección de sus derechos de propiedad. Ello exige el imperio de la ley. Las acciones de Brasil demuestran que no ahorrará acciones para que se aplique la ley. Por eso las decisiones judiciales podrían conducir a un mayor ingreso de capitales. Además Brasil está dando pasos concretos para estabilizar su economía, en vez de cubrir sus problemas en una orgía de emisiones de títulos como hace su vecino.

Como reza el dicho en inglés "No pain, no gain" ("Sin dolor, no hay mejora"). Brasil está soportando el dolor, lo que quiere decir que las mejoras están a la vuelta de la esquina.

* Economista de BCP Securities