MIRADOR POLITICO

El peronismo hoy

El actual Gobierno propone al menos de palabra un cambio fenomenal: recuperar la voluntad de prosperidad que los argentinos perdieron hace 70 años. El peronismo sigue opinando que ese deseo es vano. Y en eso ha mantenido una coherencia invariable; en realidad, poco peronista.

Políticos, historiadores y sociólogos han intentado generalmente con poca suerte reducir el peronismo a una definición. En este terreno tal vez lo más apropiado sea aclarar que el peronismo no es una ideología, movimiento o doctrina, sino más bien una forma mentis, una mentalidad de contenido variable como lo prueba el hecho de que su fundador mandó a quemar las Iglesias en 1955 no obstante lo cual (con ‘‘magnífica ironía’’ diría Borges) el actual Papa es peronista.

El peronismo puede ser antinorteamericano -Braden o Perón- o proponer las ‘relaciones carnales’ con Washington; estatizar empresas y después privatizarlas y después reestatizarlas; abrir la economía o cerrarla, desregular los mercados o asfixiarlos con un intervencionismo aplastante.

Esa plasticidad proverbial no resulta de su poco apego a la lógica, sino de su culto del oportunismo. Desde la llegada al poder hace 70 años tuvo un peso determinante en la política nativa. No sólo gobernó con Perón, ‘Isabel’, Menem y el matrimonio Kirchner. Hubo radicales properonistas y hasta militares que quisieron convertirse en clones apenas disimulados del ‘general’. Todo partido con aspiración de llegar a la Casa Rosada tiene una ‘pata’ peronista, es decir, una especie de certificado de buena conducta demagógica.

Como el peronismo no es un partido hay no sólo políticos peronistas, sino también sindicalistas peronistas (el 100%), curas peronistas y empresarios peronistas. A estos últimos se dirigió días atrás el presidente provisional del Senado, Federico Pinedo, en tono de reproche. Les dijo que si seguían sin invertir se perderían los negocios y que no podían esperar a que la Argentina fuera Suiza para abrir la billetera.

¿Esperan los empresarios que la Argentina se convierta en Suiza? No. Esperan que el poder político les siga garantizando la rentabilidad de empresas de baja competitividad. No les preocupa la carga fiscal elevada, ni la legislación laboral que logró que casi el 50% de los trabajos sean informales, ni la crisis energética. Les interesa que el Gobierno les mantenga la vaca atada para poder ordeñarla.

En pocas palabras: mercados cautivos. Por eso el precio de muchos bienes es escandalosamente alto en la Argentina, por eso Macri amaga con bajar las barreras aduaneras y por eso el único representante con chances hoy del peronismo es Sergio Massa. El mismo que pidió prohibir las importaciones.

El mismo al que apuestan las organizaciones de empresarios medianos y peque- ños, la llamada ‘burguesía nacional’ en jerga peronista. El peronismo hoy es Massa, que propone un ‘pacto social’, construcción metafísica que también impulsa el Papa y que jamás dio resultado y mucho menos lo dará en época de feroz puja distributiva. Es Massa quien promovió la prohibición por ley de los despidos, pero también es Massa porque maquilla al kirchnerismo con la pátina alfonsinista que le provee Margarita Stolbizer.

En suma, el actual Gobierno propone al menos de palabra un cambio fenomenal: recuperar la voluntad de prosperidad que los argentinos perdieron hace 70 años. El peronismo sigue opinando que ese deseo es vano. Y en eso ha mantenido una coherencia invariable; en realidad, poco peronista.