La recesión y el ingreso masivo de prendas importadas causaron en 9 meses más de 20.000 despidos

Pide auxilio la industria textil

La presión fiscal, los abrumadores costos laborales no salariales (otra forma de corrupción) y el presunto fin de la sustitución de importaciones jaquean a 20 mil empresas. Gómez Centurión reapareció en "Pro Textil 16".

¿Puede un país con 30% de pobreza renunciar a uno de sus principales segmentos industriales, que genera unas 420 mil fuentes de trabajo? La respuesta es obvia, no. La pregunta la formuló el ingeniero Jorge Sorabilla, presidente de la Fundación Pro Tejer, en un encuentro con periodistas, en la previa de la undécima Convención de la Agro Industria Textil & de Indumentaria Argentina, denominada Pro Textil 16.

Es que los industriales del sector están preocupados. Tienen un año horrible. Una mezcla explosiva los maltrata: recesión más una "irracional" apertura comercial. La actividad ha caído en promedio un 25% y las ventas un 30%, un año en que las importaciones subieron hasta un 15%, sobre todo en prendas terminadas provenientes de China (los mayoristas y los supermercados están haciendo su agosto). La Fundación Pro Tejer calcula que unas 20 mil personas perdieron este año su empleo, pero podrían ser muchas más, pues hay decenas de talleres clandestinos parados. Se trabaja al 66% de la capacidad instalada. Las exportaciones se derrumbaron un 47%.

Una serie de desequilibrios estructurales y de vicios culturales determinan que hoy obligar a la industria textil -el mayor empleador fabril de la Argentina de mano de obra femenina- a someterse al libre comercio que se lee en los libros de texto sea equivalente a una condena de muerte. Ese es el mensaje que Pro Tejer desee que escuchen los funcionarios de Mauricio Macri. El Estado debe remover obstáculos, no sólo barreras comerciales. Se trata de competir en condiciones más o menos parecidas.

El diagnóstico primordial es claro: la Argentina tiene un problema serio de competitividad que están aprovechando productores extranjeros. La economía formal paga salarios altos en dólares (el doble que Brasil, veinte veces más que Bangladesh) pero los trabajadores no tienen la productividad que va asociada a esa remuneración. Un empleado tipo de una industria textil le cuesta a una empresa local 1.300 dólares por mes, en todo concepto. En China, 400. En Brasil, 450.

"No cuestionamos la remuneración de bolsillo, pues sabemos que eso implica poder adquisitivo alto, lo que justamente necesita la industria -dice Sorabilla- pero nos preocupan los abrumadores costos no salariales".

Por ejemplo, el notorio incremento del ausentismo. Hasta un 10% de la nómina salarial. O la industria del juicio que sofoca a las pequeñas y medianas empresas. Los impuestos al trabajo, por cierto, son un obstáculo para la creación del empleo registrado. Por eso, Pro Tejer propone al Gobierno descontar el 70% de éstos como IVA a cuenta.

En líneas generales, la presión impositiva explica el 45% del precio de una prenda estándar o el 25,5% de una de marca. Hay que bajar el precio de la política, remarca Jorge Lobais, vicepresidente de Pro Tejer. Pero no sólo el Estado elafantiásico (y corrupto) forma parte del alto costo de producción, sino también los servicios, como lo indica el cuadro que se entregó en la charla:

* 20% es el costo de frabricación (lo que demuestra que la industria es eficiente).

* 25,5% son impuestos.

* 15,0% bancos (recuérdese el alto costo financiero).

* 14,9% alquileres y shoppings (casi todos los grandes centros de compra son del mismo dueño).

* 15,1% distribución y comercialización (la logística es otra ancla, sale más barato traer un container de China que contratar un camión entre Catamarca y Buenos Aires, con sus respectivo operativo de seguridad).

* 4,8 rentabilidad empresaria.

* 4,7% diseño y marketing.

"Siempre se habla de lo barato que resulta la ropa en Miami, pero allá el costo promedio de la ocupación (alquileres y shopping) en relación al precio de venta es del 4%, cuatro veces más bajo que Buenos Aires".

"Un dato notable es que a pesar de la irrupción de ropa importada, sustititutivas de producción nacional, los precios no han bajado en las vidrieras. La culpa es de la avidez de ganancias fáciles del importador -explica Sorabilla-, ya sea un supermercado o un comerciante". Compra una remera a 10 pesos y la vende a 300. Por cierto, los únicos en el sector textil que podrán pagar un bono a fin de año a sus trabajadores serán los importadores, coinciden los fabricantes nacionales.

GOMEZ CENTURION

La única buena nueva del año es que el Gobierno de Cambiemos ha reventado un grano lleno de pus. En 2015, Sorabilla denunciaba que más de un 30% de las importaciones provenientes de China no pasaban por la Aduana. Hoy el contrabando ya no es un problema grave.

"Para nosotros, es una muy buena noticia que haya reasumido Juan José Gómez Centurión en la Aduana", resaltó Ariel Schale, director ejecutivo de Pro Tejer. Justamente, el ex militar se hizo presente en el Hotel Hilton, en su primera actividad pública desde que fue reintegrado en la Aduana el jueves pasado.

Prometió a los industriales continuar "persiguiendo todas aquellas prácticas que no estén de acuerdo a las normativas, custodiar la producción argentina y frenar el contrabando". Fue ovacionado.

La Casa Rosada envió, asimismo a la vicepresidente Gabriela Michetti y al ministro de la Producción Francisco Cabrera, lo que denota la renovada importancia que le atribuye al sector productivo, después de los titubeos de los primeros seis meses en que parecían mandar los devotos del laissez faire.

"En los últimos diez años, invertimos u$s 3.000 millones y la producción aumentó 160%, merced a una administración de la sustitución de importaciones. Pedimos solamente seguir con esto. Es bueno para los argentinos", concluye Sorabilla.