Crítica: "Animales nocturnos"

Un hombre indocumentado

El nudo del conflicto se centra en un indocumentado (Hombre alto) que es descubierto por un vecino (Hombre bajo) y extorsionado por él a cambio de no denunciarlo a las autoridades. Se destacan las actuaciones de Mirta Busnelli y Horacio Peña.

Ficha técnica:

"Animales nocturnos" de Juan Mayorga. Dirección: Corina Fiorillo. Iluminación: Ricardo Sica. Escenografía y vestuario: Gonzalo Córdova. Actores: Horacio Peña, Gerardo Otero, Mirta Busnelli y Vicky Almeida. Margarita Xirgu-Espacio Untref (Chacabuco 875). Viernes, sábados y domingos a las 20.30.

Mirta Busnelli es una estupenda actriz. Puede sobrepasar lo que está actuando, reclama atención, "roba" escenas. Y juega, fundamentalmente juega. Eso que a muchos actores les cuesta, a ella parece salirle naturalmente. Y "Animales nocturnos", la pieza que representa su regreso al teatro luego de ser operada, le propone toda una serie de desafíos a sus reconocidas cualidades. Por empezar, porque el texto por momentos aparece muy plano. Tiene aristas, claro, repercusiones, pero en otras ocasiones se torna moroso, repetitivo, más allá de las reconocidas dotes de su autor -el español Juan Mayorga- y del empeño de la directora -la argentina Corina Fiorillo-.

EL CONFLICTO 

Básicamente, el nudo del conflicto de "Animales nocturnos" se centra en un indocumentado (Hombre alto) que es descubierto por un vecino (Hombre bajo) y extorsionado por él a cambio de no denunciarlo a las autoridades. No le pedirá "nada indecente", aclara. Solo acompañarlo en sus salidas al zoológico, por ejemplo. Y al Alto no le queda más remedio que aceptar. La cosa se "complica" cuando las respectivas parejas de ambos también empiezan a jugar en el cuadro.

Un texto como éste que en primer lugar habla de la realidad española bien podría trasladarse a la argentina. Lamentablemente, la adaptación de "Animales nocturnos" no logra traspasar ciertas barreras relacionadas con la cultura que le dio origen. Y la sujeción fiel a un texto, decisión cada vez más alejada del teatro contemporáneo, en este caso tampoco ayuda.

Sin embargo, allí están los actores. Y además de Busnelli, se destaca Horacio Peña, quien debe encarnar a un hombre muy oscuro, que aparenta ser un buen vecino, pero que no dudará en convertirse en un tirano. Peña también juega, busca matices, y logra que la platea vea en su personaje a un pobre hombre que busca cariño, aunque no de la mejor manera, por supuesto.

Contenido. Ese podría ser el mejor adjetivo que califique el espectáculo. Y la sensación es que haría falta un poco más de esa emoción que se esconde detrás de las palabras. Sin embargo, allí están Busnelli y Peña, jugadores de toda la cancha y de miles de batallas teatrales, que saben sacarle partido a sus criaturas. Vale ir a verlos, claro.

Calificación: Buena.