Mirador político

Campaña perpetua

El cruce entre Macri y Massa por la prohibición de las importaciones puso en primer plano tres componentes centrales de la política doméstica.

El cruce entre Mauricio Macri y Sergio Massa por la prohibición de las importaciones puso en primer plano tres componentes centrales de la política doméstica: el electoralismo sin fin, la demagogia inseparable de ese electoralismo y la persistencia del pensamiento mágico en una porción importante de la sociedad.

Massa anunció un proyecto para prohibir las importaciones en beneficio de la industria. Macri le respondió que no debía "hablar por hablar", que era conveniente que consultase estadísticas serias y que "en ningún caso las importaciones habían superado el 2 o el 3% del mercado local".

La estrategia detrás del proyecto massista consiste en evocar el fantasma del José Martínez de Hoz y de la importación masiva de productos a un precio con el que los fabricantes criollos no pueden competir. Para conmover a su audiencia junto con el fantasma del ex ministro de Economía evoca el del desempleo.

La situación económica de 2016 y la de 1976 son incomparables y Prat Gay nada tiene que ver con Martínez de Hoz, pero el mensaje de Massa puede prescindir de la realidad porque apunta a una forma de pensamiento muy extendido. El que aplica a la economía vínculos causales propios de la magia y establece nexos arbitrarios entre hechos no relacionados. Un pensamiento según el cual, a la sal derramada sucederá inevitablemente una desgracia.

Un pensamiento que cree que si se "congelan" los precios desaparecerá la inflación o que si se destruyen las estadísticas, se pondrá fin al alza de precios. Una mentalidad que confía en que el empleo se preserve si el Congreso sanciona una ley "antidespidos" o que insiste con la idea de que la industria local se puede desarrollar con trabas aduaneras por tiempo indeterminado y que sólo ha tenido un efecto comprobable: los empresarios locales maximizaron sus ganancias y nunca se hicieron competitivos.

Hace por lo menos 70 años que esquilman a los consumidores y siguen necesitando protección.
En resumen, creer que cerrando las importaciones se preserva el empleo de las pymes implica suponer que el problema está en las importaciones y no en las pymes. Quienes piensan así incurren en ese error ayudados por muchos políticos, no pocos miembros de la Iglesia y los beneficiarios del sistema: empresarios y gremialistas.

A esos votantes se dirige Massa cuando se queja de las importaciones ignorando las estadísticas. A votantes que durante muchos años apoyaron a un gobierno cuyos funcionarios tenían prohibido pronunciar la palabra "inflación" y que cuando se veían arrinconados por algún periodista decían que se "querían ir".

El rebrote del pensamiento mágico y el desdén por la racionalidad son atribuibles especialmente a que el presente es un año electoral. Se suponía que los años pares se dedicaban a la gestión y los impares a votar, pero la derrota del peronismo alteró esa regla. Massa empezó la campaña hace seis meses y usa de plataforma electoral el Congreso donde se alejó del macrismo y comenzó a desgastarlo.

El proclamado cierre de las importaciones es un componente más (no muy imaginativo) de esa estrategia.