Mirador político

Duro de cambiar

El Gobierno está fracasando. Su promesa de cambio se cumple con cuentagotas -cuando se cumple porque encuentra fuerte resistencia en el ‘establishment’ económico, político y judicial que privilegia el statu quo. Resulta irónico que el kirchnerismo haya mantenido una batalla retórica contra las corporaciones, pero que el que verdaderamente las enfrente sea Mauricio Macri.

El Gobierno está fracasando. Su promesa de cambio se cumple con cuentagotas -cuando se cumple porque encuentra fuerte resistencia en el ‘establishment’ económico, político y judicial que privilegia el statu quo. Resulta irónico que el kirchnerismo haya mantenido una batalla retórica contra las corporaciones, pero que el que verdaderamente las enfrente sea Mauricio Macri.

Puede alegarse que el Presidente actúa con ingenuidad o impericia en su plan de reformas, pero el dato central es que navega contracorriente y que los objetivos de la superestructura de poder no tiene ningún contacto con lo que votó la mayoría hace menos de un año.

El Gobierno, que denunció tardísimo la catástrofe económica heredada, debería mostrarse un poco más diligente en denunciar con nombre y apellido a los que ‘ponen palos en la rueda’ como dijo Mauricio Macri. Con nombre y apellido. Un ejemplo podría ser el de la Corte Suprema, que anuló el aumento de la tarifa del gas y dejó el de la electricidad en estado de coma.

La política energética suicida de los últimos años llevó a una crisis que debe ser corregida cuanto antes, pero los jueces trabaron el cambio. Nadie está en condiciones de defender el desastre hecho por los Kirchner. Ni siquiera su artífice, Julio De Vido, que faltó al debate con Juan José Aranguren en Diputados, a pesar de que jugaba de local y tenía a toda la barra brava a favor. Los jueces, sin embargo, terminaron prolongando el desastre que hizo. Hay como dijo Macri un cambio cultural pendiente. En este caso el cambio hubiera consistido en privilegiar el ahorro y la inversión, pero los jueces optaron por privilegiar el consumo. Entre el desarrollo y la demagogia, siempre la demagogia. Moraleja: el desastre fiscal y energético empeora.

Los principales actores económicos tampoco se quedan atrás. Después de una remarcación salvaje que provocó una fuerte caída de la actividad ahora piden a la Justicia que también los incluya en las tarifas subsidiadas. Los empresarios pretenden que el resto de la sociedad contribuya a pagarles la energía que consumen pero sin compartir, claro está, las ganancias. La clase política también hace su aporte.

Fracasó con las tarifas, pero está trabando la reforma política. Arrastra los pies en el Congreso con la boleta electrónica y no será una sorpresa si el año que viene sigue la liturgia de boletas de papel, punteros, compra de votos y otras corruptelas. Son pocas en realidad las cosas que ocurren en el Congreso que pueden sorprender. El domingo último en un programa periodístico se denunció que un financista muy ligado a los Kirchner transfirió millones de dólares dudosamente habidos a través del HSBC.

El mismo banco que el kirchnerista Roberto Feletti pretendió investigar y a cuyo CEO hostigó en el Congreso por presunto lavado de dinero. En esta penosa tragicomedia ¿hay algo que realmente pueda ser cambiado? .