Las monjas declararon que sabían que López iría al convento la noche que lo detuvieron

María Casas y Marcela Albín, dos religiosas que viven en el Monasterio Nuestra Señora del Rosario de Fátima sostuvieron que la madre Alba, superiora en el convento, había dado la orden de que estén atentas “al portón” porque llegaría “José”.

Dos monjas declararon hoy ante la justicia federal que sabían que el ex secretario de Obras Públicas José López iba a ir al convento de General Rodríguez la noche en la que fue detenido con casi nueve millones de dólares en su poder y un arma de guerra. 

María Casas y Marcela Albín, dos religiosas que viven en el Monasterio Nuestra Señora del Rosario de Fátima sostuvieron que la madre Alba, superiora en el convento, había dado la orden de que estén atentas “al portón” porque llegaría “José”.

Las hermanas orantes declararon en calidad de testigos, tuvieron que someterse a un careo por algunas contradicciones entre ambas, y señalaron que quien se relacionaba con López era Alba Día de España Martínez que, según fuentes judiciales, “no será parte del proceso” por su 95 años y su estado de salud. 

La hermana Marcela, la segunda en declarar ante el juez federal Daniel Rafecas, sostuvo que fue Alba la que el 13 de junio a las 20 le informó que López iría al convento, cuando fue a cambiarle el oxígeno a su habitación como suele hacer todos los días. 

“Voy a la casa de la madre, a su habitación, como todos los días, a colocarle el oxígeno y otras cuestiones de salud que necesita y ahí ella me dice que iba a venir el señor José y que le diga a la hermana María que esté en el entorno a esperar que venga José", narró Marcela durante su declaración.

A pesar del pedido de atención atribuido a la madre Alba, la madrugada del 14 de junio el ex funcionario kirchnerista tuvo que saltar el portón de entrada al convento tras tirar los bolsos con dinero, según declaró Jesús Ojeda, el vecino que lo vio alertó a la policía.

“Se hacía tarde y después, a eso de las 23 horas y a las 0 hora, la madre Alba nos dijo que `no lo esperemos más a José´, que nos fuésemos a descansar”, contó Marcela.

Ojeda, que trabaja como repartidor de pollos, declaró ayer ante la justicia que se despertó a las 3 porque escuchó ruidos y creyó que le estaban robando la camioneta, pero que luego vio la escena en la puerta del convento y llamó a la policía.

Los efectivos de la Policía bonaerense llegaron a las 3.50, según consta en el expediente, pero no pudieron entrar al convento porque no tenían una orden para hacerlo por lo que debieron esperar a que alguien les abriera desde adentro.

La semana pasada, uno de los policías que participó del operativo atestiguó que tras llegar al convento mantuvieron un diálogo a través del portero eléctrico con alguien que se encontraba en el interior y dijo que allí no había entrado nadie.

“A la madrugada, sonó el teléfono interno del sector de la ropería, yo me levanté a atender y era la madre Inés, que me dijo que vaya a la vivienda de la madre Alba. Tenía la voz temerosa. Eran más o menos las 4 de la mañana”, relató la hermana Marcela.

En su declaración, explicó además que la primera vez que sonó el portero no lo atendió porque no tiene “permiso”, pero sí vio por el visor que estaba la policía. Por lo que fue a llamar a la hermana María para avisarle.

“Después la hermana María, salió y atendió el portero. Yo estaba ahí al lado. La policía le dijo que un hombre había saltado el portón, que los vecinos habían avisado a la policía, que le abra el portón”, relató Marcela, quien dijo que su compañera fue a consultar con la superiora.

Fue la propia hermana María, que había declarado antes, quien contó el mismo hecho: “Le dije (a la policía) que me `espere un momentito´, fui a llamar por el interno que está en el comedor y llamé a la madre Alba para avisarle que estaba la policía, me atendió la madre Alba y me dijo que abra el portón ´porque José se va´".

La hermana Marcela dijo hoy que aquella madrugada la madre Alba y López estuvieron reunidos por una hora en el cuarto de la superiora donde, además, está el monitor que reproduce las imágenes que registran las cámaras de seguridad del convento.

Cuando al fin lograron entrar al convento, los policías -según su propio relato de la semana pasada- atravesaron los 100 metros que separan al portón de entrada de la casa principal y detectaron que había un hombre comiendo bizcochos.

Antes de ingresar a la casa, los policías vieron el arma con el que el hombre había llegado y fue allí que decidieron detenerlo, cuando aún no sabían que se trataba de un ex funcionario y que había ingresado al monasterio con 9 millones de dólares.

Marcela declaró que se enteró del arma recién cuando ingresó la policía y que creía que en los bolsos de López había “comida o ropa para donar” porque era común que recibieran ese tipo de donaciones.

“Fuimos con María a la casa de la madre Alba, la policía ya estaba ahí, ya había entrado a la casa. Ahí la policía nos mostró a las tres el arma y nos preguntó de quién era. Yo recién vi el arma cuando el policía me la mostró. La madre Inés (Aparicio, imputada) tampoco había visto el arma. Ninguna de las dos habíamos visto el arma cuando el señor José trajo los bolsos, recién la vimos cuando la policía nos la mostró”, dijo.

También dijo que fue ella quien le convidó “scons” a López, algo que hacía durante las "dos o tres" visitas anuales del ex funcionario, y que mientras él ingresó los bolsos a la casa, ellas estuvieron esperando en “el comedor” del convento de General Rodríguez. 

La primera en declarar ante Rafecas había sido la hermana María quien contó que Alba le había pedido que le avisara a Marcela que llegaría “José” y dijo que no sabía a qué se dedicaba López y que lo conoció porque iba a tomar el té con el obispo Rubén Di Monte, quien falleció en abril de este año.

Desde las 10 de la mañana hasta las 15 el tercer piso de los tribunales federales de Retiro estuvo “blindado” por pedido del juez Rafecas, quien encabezó la testimonial que presenciaron personal la fiscalía de Federico Delgado, la querella, los abogados de López y miembros de la Oficina Anticorrupción.