Mirador político

El eterno retorno

Massa buscaría directamente la candidatura a presidente en 2019 y pondría al frente de la boleta de su sector en 2017 a la ex radical Margarita Stolbizer, convertida en una cruzada contra la corrupción con fuerte exposición pública.

Hacia fines de la semana pasada comenzó a circular la versión de que Sergio Massa podría no presentarse como candidato a senador nacional por la provincia de Buenos Aires el año que viene.

Buscaría directamente la candidatura a presidente en 2019 y pondría al frente de la boleta de su sector en 2017 a la ex radical Margarita Stolbizer, convertida en una cruzada contra la corrupción con fuerte exposición pública. Una suerte de Elisa Carrió del massismo que ha embestido directamente contra Cristina Fernández a quien ahora hasta sus cada vez más escasos fieles ven tras las rejas.

La eventual deserción de Massa contradice todas las especulaciones que manejaban la dirigencia y los medios desde que Mauricio Macri llegó al poder. Se consideraba que las PASO del año próximo definirían la interna peronista y darían un nuevo líder a la estructura electoral más grande del país. Con el partido Justicialista paralizado y Massa "por afuera" no había otra manera de resolver el problema.

Pero las dudas del ex intendente de Tigre de competir en lo inmediato atenderían a un dato clave de los últimos meses: la corrupción kirchnerista expuesta en forma demoledora, en dólares contados, transportados y atesorados, que la televisión refriega por la nariz de los espectadores todos los días.

Nadie sabe aún cuánto afecta a la "marca" peronista ese desfile de iniquidades. Sólo se sabe que hubo una corrupción menemista que influyó en la derrota de Dualde y una kirchnerista que permitió a Macri instalarse en la Rosada.

En épocas más ingenuas había quienes creían en la existencia de un peronismo de "derecha" (Menem) y otro de "izquierda" (Kirchner). Hoy esas distinciones parecen banales ante la comprobación de que ya sean de derecha o de izquierda en los gobiernos peronistas se registran niveles de corrupción surrealistas.

Resulta indistinto que haya privatizaciones o estatizaciones, libertad de mercado o regulaciones; lo único constante son las sospechas (y en muchos casos la verificación) de fabulosas estafas con el dinero público.

En los 90 bajo un gobierno peronista se produjo el lavado de dinero del Yomagate -"Amira baja valija" era la broma más oida en esa época- y en los 2000, bajo otro gobierno peronista, investigan a Lazaro Báez y a su familia por operaciones de lavado varias veces superiores. Las valijas fueron reemplazadas por bolsos y cajas de seguridad rebosantes. La impunidad de los responsables, los nombres de algunos jueces y hasta el papel de los medios se repiten.

Se ignora en cambio si la "renovación" del peronismo se repetirá. En los 80, encabezados por Antonio Cafiero -que había sido ministro de "Isabel" y López Rega- volvió para gobernar una década bajo Menem. En los 2000, la "renovación" estuvo a cargo de CFK y "la Cámpora".

En ese destino circular de valijas y renovaciones peronistas, Sergio Massa debería repetir la hazaña de lavarle la cara al PJ por tercera vez. La suya sería una renovación con apellidos como Solá, De Mendiguren, Camaño, Moyano, Lavagna, etcétera. Más que una renovación, otra muestra de un "eterno retorno" difícil de maquillar para la clase media que en diciembre dio pruebas de que quiere dejar definitivamente atrás la "década ganada".