Como le va a Ohio, le va a Estados Unidos

El viejo dicho popular As Ohio goes, so goes the nation (Como va Ohio, va la nación) ha demostrado ser cierto los últimos 116 años, en los que sus resultados solo se han desviado en tres ocasiones más de cinco puntos de la media nacional.

POR CRISTINA GARCIA CASADO

DESDE CLEVELAND - EFE

La Convención Republicana se celebra en Ohio, un estado industrial del Medio Oeste convertido en barómetro electoral desde hace más de un siglo: quien ganó allí fue presidente en 28 de los últimos 30 comicios y ningún conservador llegó a la Casa Blanca sin hacerse con sus 18 votos electorales.

El viejo dicho popular As Ohio goes, so goes the nation (Como va Ohio, va la nación) ha demostrado ser cierto los últimos 116 años, en los que sus resultados solo se han desviado en tres ocasiones más de cinco puntos de la media nacional.

El mito de Ohio se sustenta en la estadística: tiene el mejor historial de los 50 estados en el voto por el candidato ganador, sus resultados siempre son muy parecidos a la media nacional y ha dado votos electorales (que se asignan en función de la población) decisivos al ganador más veces que ningún otro estado competitivo.

Por eso cada cuatro años la nación entera mira a su bellwether Ohio, un término que puede traducirse como "barómetro" pero también como "carnero que guía al rebaño".

RAZONES

La pregunta inmediata es por qué un estado que a priori puede parecer no tener nada de especial es un referente en la política estadounidense desde hace más de un siglo.

Historiadores y politólogos coinciden en que se debe a su diversidad. Desde su formación, incluso antes de constituirse como estado en 1803, ha sido hogar de inmigrantes de todo el país y ha acogido diferentes culturas políticas sin llegar a ser dominado por ninguna.

A Ohio muchos lo consideran "el primer estado verdaderamente estadounidense" porque se formó con grupos de las Trece Colonias británicas, un origen del que heredó una diversidad regional y cultural que aún conserva: ninguna ciudad, zona o industria domina sobre las otras.

Todos los grandes cambios sociales que ha experimentado la nación también se han vivido en Ohio: la urbanización, la llegada de inmigración europea o el crecimiento de la población negra procedente del sur del país.

Orgullosos de este legado, en los carteles turísticos de los años ochenta y noventa del siglo XX el eslogan era Ohio, the heart of it all (Ohio, el corazón de todo).

Kyle Kondik, en su libro The Bellwether. Why Ohio Picks the Presidente (El barómetro. Por qué Ohio elige al presidente), define a Ohio como un mercado muy codiciado donde los políticos, pero también las empresas, van a probar sus productos porque su demografía representa a la de la nación.

Ohio es tradicionalmente más republicano que la nación en su conjunto, pero su voto para los dos partidos no se ha desviado más de tres puntos de la media nacional en ninguna elección desde 1945.

El área más favorable al Partido Demócrata es el condado de Cuyahoga, donde está Cleveland, y zonas aledañas como el condado de Summit. Esa zona aporta alrededor de un 30% de todos los votos para los demócratas en un estado que el actual presidente estadounidense, Barack Obama, ganó dos veces seguidas.

Ohio tiene un porcentaje de población afroamericana muy similar a la del país en su conjunto (12,6% frente al 13,2%, según el Censo), por lo que la movilización y al apoyo del electorado negro es fundamental para que un candidato demócrata gane en el estado.

Los republicanos, que nunca han llegado a la Casa Blanca sin ganar en Ohio, tienen su nicho de votos en el sur del estado, en las áreas rurales y en los condados de la región de los Apalaches, donde el aspirante presidencial republicano, Donald Trump, arrasó en las primarias gracias al entusiasmo que su campaña despertó entre el votante blanco de clase trabajadora.

Ohio se demostró un barómetro para las presidenciales pero no para el proceso de primarias, de manera que los expertos no creen que el haber perdido esa votación frente al gobernador, John Kasich, sea indicativo de si el magnate puede o no llevarse los 18 votos electorales de este estado clave el 8 de noviembre.