"No hay apertura indiscriminada"

Cambiemos normalizó pero no liberalizó el comercio exterior, asegura el especialista Miguel Ponce. Paradójicamente, el Gobierno elevó una lista de 1.390 productos con licencia no automática, contra 600 de la gestión K. Tras el pago a los Buitres, volvió el crédito.

Los economistas opositores han bautizado el proyecto económico del Gobierno como el Plan DADA (Devaluación, Ajuste, Deuda y Apertura). De estas cuatro fases, tres ya se han cumplido. El gran interrogante ahora es si finalmente la administración Macri llevará adelante la última. Cultores del libre mercado, uno podría sospechar que sí. Pero a la hora de hurgar en el campo del comercio exterior pueden aparecer sorpresas.

Cambiemos ha normalizado las transacciones internacionales a partir del levantamiento del cepo, la eliminación de las DJAI (Declaraciones Juradas Anticipadas de Importaciones), la actualización del tipo de cambio y la eliminación de las retenciones en sectores clave. Y, de no creer, la regla continúa siendo el comercio administrado.

"Todos estábamos deseosos y se había reclamado volver a las reglas de juego en términos de comercio exterior que se transitan en el mundo, en el marco de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Todos pertenecemos a este club y por lo tanto cumplir las reglas es la lógica. Pero también todos teníamos claro y pensábamos que el comercio exterior administrado llegó para quedarse. Quiero decir, en la etapa anterior como ahora el tema pasa por la calidad del comercio exterior", destaca Miguel Ponce, director del Centro de Estudios para el Comercio Exterior del Siglo XXI.

Pero agrega: "Nos preocupa obviamente que mejore la fluidez para el ingreso de insumos, y que esto se vaya normalizando. Los insumos para la industria no tienen que tener trabas y por eso nos resultó muy sospechoso la forma en que apareció un listado con 1.390 posiciones arancelarias bajo licencia no automática, cuando dos gobiernos proteccionistas como los de Néstor Kirchner y Cristina Fernández pasaron de 200 a 400 y finalmente llegaron a 600 posiciones arancelarias. Nunca más de eso".

-¿Cambiemos es más proteccionista que el kirchnerismo?

-Cuando se derogó el listado de licencias no automáticas para dejar vigentes solamente las DJAI, eran solamente 600 posiciones arancelarias. Estos muchachos el 23 de diciembre, cuando aparece el SIMI (Sistema Integral de Monitoreo de Importaciones), el nuevo sistema, viene con un listado de 1.390 posiciones arancelarias bajo licencias no automáticas. Esto generó un gran problema de abastecimiento a muchísimos sectores industriales. Se produjo una reacción y el asunto se fue corrigiendo. Muchas de los 800 ítems que se agregaron a los 600 originales eran insumos industriales que no se fabricaban en el país. Atentaba contra la propia industria. ¿Para qué se ponen posiciones arancelarias? Para proteger a la industria nacional. ¿Qué se logró con este listado? Joder a la industria. El sistema es el siguiente: toman una medida, ven cómo va y si hay ruido, rectifican. El ejemplo más claro ocurrió con las tarifas a los servicios públicos.

-¿Hay con este gobierno una normalización del comercio exterior?

-Se ha ido normalizando el comercio exterior porque al cerrarse el conflicto con los holdouts ha vuelto el crédito comercial. Allá por el 10 de diciembre había que pagar cash y por anticipado. Cuando se produjo el levantamiento del cepo cambiario, pasamos rápidamente a pagos a 60 y 90 días, y nos dijeron que en el momento en que se cerrara el tema de los holdouts volveríamos a los históricos 120 días. Y eso es lo que ha ocurrido. Los proveedores hoy dan ese plazo para efectuar los pagos. Por eso no hubo una demanda tan grande de dólares y terminó habiendo más oferta por los dólares de la cosecha, que la demanda para el pago de importaciones.

LOS RECLAMOS

-¿Por qué se queja la industria?

-Nosotros lo que queríamos era que se normalizara el comercio exterior. Obviamente había que proteger a los sectores sensibles: textiles, calzados, juguetes, algunos productos electrónicos de Tierra del Fuego, algún autopartista. Esos sí tienen que estar bajo licencia no automática, y habría que monitorear muy fuertemente de qué manera se está produciendo el proceso de ingreso de los productos terminados, bienes finales. Notábamos que paradójicamente ha habido un crecimiento del ingreso de productos terminados, algunos de los cuales no tienen justificación.

-¿Advierte productos comestibles importados en las góndolas de los supermercados?

-Las grandes cadenas de supermercados ganan por precio y por cantidades. Los que están trayendo estos excesos de heladeras, los que traen los textiles, son los grupos económicos vinculados a la indumentaria. Nos parece necesario recordar dos frases: la de Juan Domingo Perón, que decía que el hombre es bueno, pero si se lo vigila es mejor; y la de Raúl Alfonsín, que alertaba sobre el peligro de dejar al zorro cuidando el gallinero.

-¿Vislumbran la apertura indiscriminada de la economía?

-Yo soy un convencido de que el comercio exterior administrado llegó para quedarse. No hay en el mundo aperturas ingenuas, no me imagino una política de libre comercio al estilo del siglo XVIII. Me imagino un comercio exterior administrado inteligentemente porque los sectores empresarios nacionales tienen representatividad en el parlamento. Si el Vasco De Mendiguren está presidiendo la comisión de Industria en Diputados, me imagino que ahí va a haber una intervención fuerte y activa junto a todos los sectores pymes que cada vez pesan más porque generan el 40% de la mano de obra formal de la Argentina.

-Durante la gestión de Domingo Cavallo, en el gobierno de Carlos Menem, se abrió la importación para disciplinar los precios. ¿Puede ocurrir lo mismo si no afloja la inflación?

-Acá lo hicieron un tiempito con lo de los chanchos, que se está corrigiendo. No creo que sea una herramienta que los sectores más liberales o fundamentalistas puedan llegar a imponer. Confío muchísimo más en la negociación de partes. Sí creo, en cambio, que en el momento en que la demanda pudiera ser insatisfecha, allí sí viene la apertura para complementar la oferta. Muchas veces los propios productores de durazno de Cuyo, cuando les falta por estacionalidad, traen ellos mismos los duraznos griegos, para no perderse el negocio en góndola. Pero es algo que no mueve el amperímetro. Lo importante es tener en claro la razón por la cual este tipo de cosas no puede darse: simplemente porque el 80% de las importaciones de Argentina están vinculadas a la producción de la industria, del campo y de la infraestructura de servicios públicos y privados. Y dentro de ese 80%, el 80% lo traen empresas exportadoras. Entonces no me imagino que pueda desviarse esa matriz importadora, que es esencialmente productiva y no de consumo.

LA ERA K

-¿Cómo la pasaron los importadores durante el kirchnerismo?

-Hubo un proceso donde la administración del comercio exterior se consolidó como metodología, con reglas escritas y reglas no escritas. Entre las no escritas el ejemplo mejor es el famoso 1 a 1 -para importar un producto, había que exportar otro y así se equilibraba la balanza-. En todo caso lo importante, el resultado, es que no logramos abrir nuevos mercados pese a los esfuerzos hechos. Y por otro lado se produjo una concentración del comercio exterior en la Argentina, la mayor según mis recuerdos. Los jugadores en el comercio internacional de la Argentina se concentraron cada vez en menos empresas. Se cayeron muchas pymes exportadoras e importadoras.

-¿El consumidor prefiere comprar barato e importado, o valora el sostenimiento del empleo y el producto nacional?

-Eso es un tema cultural, depende de los segmentos sociales. No es algo homogéneo. Los sectores medios buscan las tecnologías más confiables. En términos de ropa, mucho tienen que ver las modas. El fenómeno de seguir una marca avanza a nivel mundial porque la globalización lleva a los chicos a que quieran tener las marcas de su jugador o cantante favorito. Pero en otras cosas, como alimentos, Argentina está en el top de las calidades mundiales. La gente no compraría otro tipo de aceite, de fideos o manufacturas alimenticias que no sean las nuestras. En la feria de Milán éramos Gardel en materia de agroindustria.