Percepciones que dejó la feria

La 25ª edición de Arteba cumplió con menos visitantes, más galerías y récord de ventas. La cita artística más convocante del año en Buenos Aires repitió su mezcla de estilos y corrientes. El Barrio Joven multiplicó las posibilidades. La mirada autorizada de Edgardo Giménez.

Tercera feria de arte más visitada en el mundo con 85 galerías, 400 artistas y una asistencia calculada en 80.000 personas, más la adquisición récord de obras de artistas emergentes e históricos por parte de trece museos extranjeros, como el Reina Sofía, Tate Modern y Getty Research Institute, entre otros. Ese es el primer balance que puede arriesgarse de la significativa 25º edición de arteBa, que finalizó el domingo pasado.

Como siempre la feria abarcó nombres diferentes en corrientes y estilos, de Pablo Suarez y Edgardo Giménez a Flavia Da Rin o Victor Magariños, con la presencia de galerías tradicionales como Van Riel, Vasari, Rubbers, Ruth Benzacar o Jorge Mara-La Ruche conviviendo con las más nuevas (Pasto, Nora Fisch). 

Sin olvidar la participación de las ferias internacionales, latinoamericanas y europeas. Una de ellas, Galería Sur de Montevideo, se dio el lujo de exhibir un conocido personaje pocas veces tan voluptuoso como la Ramona et son miroir de Berni (1972), óleo y ensamblaje en madera que concentró las miradas del encuentro.

Con un contexto movido, hubo de todo en la cita de este año, empezando por fiestas de inauguración con escándalo incluido (el desopilante episodio de Leo García). Casi simultáneamente se sucedieron hechos externos pero vinculados con el arte, desde la noticia impactante de que Eduardo Constantini compró un óleo de Diego Rivera (Baile en Tehuantepec) por u$s 15,7 millones para su museo, el Malba, hasta que en Recoleta cinco departamentos fueron desvalijados por siete personajes que se llevaron joyas y valiosos cuadros. Telas separadas cuidadosamente de sus marcos y enrolladas para adornar la nueva casa de algún coleccionista misterioso.

En un mundo donde la información no deja respirar y hay que buscar un refugio para los intereses comunes y las ideas compartidas, el Barrio Joven de arteBA resultó el universo precisamente de los artistas más jóvenes y también de sus espacios, algunos más jóvenes que ellos. Allí todo era posible, hasta esos cubículos que llamamos ascensores y que el sorprendente Leandro Erlich intervino y a partir de los cuales se preparaba el ingreso a las 16 galerías tan nuevas como ese Barrio Joven Chandon que integraban. 

En los alrededores, la habitual Isla de Ediciones Proa visibilizaba la obra de artistas con nuevas ediciones y editoras y su profusión de colores, y que este año tuvo como vedette al papel, esa pasta de fibras vegetales que el mundo digital señala como destinada a la extinción.

El visitante podía desplazarse, entonces, a través de manifestaciones de Arte Emergente, terminología actual para los nuevos; de producciones de arte oficial; de artistas que amamos, creadores como Xul Solar, Pablo Suarez, Kosice, Le Parc y los que están entre unos y otros, pero apuntan a significar universalmente. Propuestas que llegaban a trabajar en la exploración del cuerpo (Solo Show Zurich) con un curador polémico Manuel Segade.

Un sinfín de proyectos, y algo que hasta podría parecer casi nuevo, la producción del chileno Ivan Navarro, tambores con fondos ilimitados de neón, espejo y madera, donde se confundían la caverna y el infinito.
Hubo menos gente que otros años en arteBa (el cálculo ronda las 80.000 personas), aunque se contó con la presencia de más galerías y se registraron más ventas que en ediciones anteriores.

UNA EVALUACION

Edgardo Giménez, destacado artista visual, niño mimado en la época del Di Tella, escenógrafo, diseñador, creador de murales en subtes y de casas de artistas como la Jorge Romero Brest, pasó revista a esta edición del 25º aniversario de la feria, en la que expuso y vendió varias obras de su producción. Aquí sus respuestas que son, a la vez, valoraciones y consejos. 

-¿Qué importancia tiene una feria de arte como ésta en la Argentina?

-Las cifras de gente que convoca ya para ver o para iniciarse en el arte son valiosas. Y a pesar de haber tenidos momentos flojos, tiene un nivel importante. 

-Si usted la manejara, ¿qué es lo que modificaría? ¿Agregaría o quitaría algo?

-No modificaría nada. En otros años había más arte conceptual. La gente quiere algo que le signifique a través de la imagen misma. Lo que agregaría sería otra faceta del hecho artístico como el diseño gráfico. Cuando hacía los posters de las obras teatrales en el San Martin y la gente iba al teatro, aunque no viera la obra, compraba los posters. Las cosas que realmente provocan se fijan en la cabeza, hacen que se modifique algo y el artista provoca desde cualquier lugar.

Por otro lado, me niego a que una feria de arte sea conducida como una Bienal. Hay amplitud en este jurado, hay que recordar lo que decía Romero Brest: "lo más honesto en estos tiempos es asumir los tiempos de la confusión". Tenemos que pensar que las vanguardias son efímeras. El camino del arte es uno solo.

-¿Qué creadores le hubiera gustado que estuvieran en arteBa?

-Una sería Laura Spivak. Otro, Jorge De la Vega.

-Varias de sus obras expuestas se compraron y Mono Albino fue comprado por el Museo de Bellas Artes. Ahí ya pareciera existir una suerte de flexibilidad en el gusto generalmente "serio", a veces adusto, de los académicos. Es una buena señal. A propósito de los monos y gatos tan emblemáticos en su producción, ¿de dónde surgen, cuál sería su fuente de inspiración?

-De Walt Disney. ¡De Hollywood! Son mis ídolos desde la infancia.

-Volviendo al Mono Albino, ¿no lo va a extrañar?

-Estuve mucho tiempo con él (vivía en Punta Indio, donde está mi taller). Es buen momento para que parta.