En Santa Fe, Arancedo reclamó "cercanía con el que sufre para escuchar sus justos reclamos"

En el Tedeum, al que asistió el gobernador santafesino Miguel Lifschitz, el arzobispo dijo que "es necesario confiar en Dios, pero también en el hombre y sus instituciones para poder llevar adelante el compromiso de construir una Nación que sea testimonio ante el mundo de unidad, justicia y paz".

Santa Fe - El arzobispo de la ciudad de Santa Fe, monseñor José María Arancedo, pidió esta mañana durante su homilía en la Catedral Metropolitana de esta ciudad, presenciada por el gobernador Miguel Lifschitz, que "la sabiduría del diálogo y el compromiso con el bien común" sean un puente para "vincular la vida social y política con la exigencia de los valores" y pidió "la cercanía con el que sufre para escuchar sus justos reclamos".

En el Tedeum, al que asistió el gobernador santafesino Miguel Lifschitz, miembros del gabinete provincial y municipal, el prelado puso de relieve que es necesaria "la cercanía con el que el sufre para escuchar sus justos reclamos" y destacó que "la creación de un trabajo digno sigue siendo una deuda social".

"Es necesario confiar en Dios, pero también en el hombre y sus instituciones para poder llevar adelante el compromiso de construir una Nación que sea testimonio ante el mundo de unidad, justicia y paz", aseguró Arancedo.

"La invocación religiosa es también un llamado a la responsabilidad cívica", consignó luego y puntualizó que "Dios no sustituye al hombre, sino que cuenta con él".

"La democracia como una libertad sin valores nos empobrece, y castiga a los más necesitados. Triunfa el poder del tener y del éxito, a cualquier precio, sobre la dignidad del ser y el respeto hacia las personas", aseveró.

Arancedo dijo que "la pobreza tiene raíces morales en el hombre que es el que crea estructuras injustas. La vigencia moral y jurídica de los valores es la mejor garantía de una sociedad libre y justa".

"Es por ello que las conductas de una comunidad siempre necesitan de docencia y ejemplaridad en todos sus niveles, como de una justicia independiente que las acompañe", agregó.

"Hay que mantener viva la conciencia del bien común, que no siempre es fácil en una sociedad donde el individualismo genera indiferencia y quiebra lazos de solidaridad. Sabemos que el bien común exige dejar de lado actitudes que ponen en primer lugar las ventajas que cada uno puede obtener, porque impulsa la búsqueda constante del bien de los demás como si fuese el bien propio. Todos tienen derecho a gozar de condiciones equitativas de vida social", indicó.

El prelado dijo luego que "es necesario mantener los valores de la honestidad y equidad, como del trabajo y la inclusión social, sean la base de una cultura del encuentro y la solidaridad, del desarrollo integral del hombre y la amistad social. La creación de un trabajo digno sigue siendo una deuda social y un justo reclamo".

Finalmente, Arancedo manifestó que "la tarea de saldar la deuda social del empleo digno es una tarea que nos compromete a todos, pero adquiere en ella un lugar destacado el rol del Estado" y aseguró que "el gobierno de cada país tiene el deber específico de armonizar con justicia los diversos intereses sectoriales. Un gran flagelo en contra de la construcción del bien común es el de la corrupción, en los ámbitos privados y públicos".