Mirador político

Dos peronismos

La cantidad de peronismos posibles varía según la época, pero en la actualidad hay dos. Uno que apuesta al fracaso del Gobierno como explicó innecesariamente Ricardo Forster. El otro, que apuesta a cogobernar, como reclamó también innecesariamente José de la Sota.

La cantidad de peronismos posibles varía según la época, pero en la actualidad hay dos. Uno que apuesta al fracaso del Gobierno como explicó innecesariamente Ricardo Forster. El otro, que apuesta a cogobernar, como reclamó también innecesariamente José de la Sota. Si hay algo que el peronismo nunca pudo ni podrá es ocultar sus intenciones. Por eso es que rara vez se toma la molestia.

Los dos peronismos difieren en los modales, pero coinciden en lo fundamental: representan un problema grave para Mauricio Macri, porque suponen un riesgo para la gobernabilidad. También para la economía que necesita la mayor certeza posible sobre quién tiene el poder del Estado, así como un grado mínimo de previsibilidad para invertir.

El primer peronismo apareció el día en que la ex presidenta tuvo que presentarse ante la Justicia y volvió a escena el viernes pasado con una movilización sindical mucho más nutrida. Se notó la diferencia de "aparato", pero la liturgia fue la de siempre. Omnibus por centenares, discursos primarios y enfervorizados de defensa de los pobres, acusaciones al gobierno de gobernar para los ricos (como si no tuviera que juntar votos de la misma manera que lo hace el PJ), maniqueísmo y el torvo estilo amenazante de la dirigencia gremial.

A pesar de su violencia potencial, este sector peronista es el más sencillo de manejar por parte del Gobierno. Las fotos de Moyano, Yasky, Caló, La Cámpora, CFK, etcétera, hablan por sí solas. Esa dirigencia es la protagonista del fracaso económico que llevó al actual ajuste. Un ajuste que desató una fuerte puja distributiva y que está haciendo estragos entre los asalariados.

Menos difícil de neutralizar, en cambio, es el peronismo "racional", representado por un sector de los gobernadores, un sector de los senadores nacionales y hasta por grupos paralelos como el de Sergio Massa. Esta facción no necesita salir a la calle porque tiene un importante poder institucional, en particular el control del Senado y lo quiere usar para cogobernar. Es decir, para que Macri pague el costo del ajuste, mientras ellos reciben fondos para posicionarse electoralmente.

Tan clara tienen su estrategia que no esperaron mucho para ponerla en práctica. En la segunda sesión del Senado, hace una semana, derrotaron al oficialismo imponiéndole una ley antidespidos inútil para ese propósito, pero útil para demostrar que, aunque derrotados hace apenas cinco meses, tienen más músculo que el Presidente.

No se trata de que un sector apueste a que el ajuste fracasará (los K y Moyano) y otro, a que tendrá éxito. Se trata de que el Gobierno no tiene "socios" posibles en el peronismo. Tanto Massa como Miguel Pichetto, Juan Manuel Urtubey o Florencio Randazzo saben que su suerte, como la de la Casa Rosada, jugará en las PASO 2017 por las bancas a senadores nacionales en la provincia de Buenos Aires. En el camino hacia esa meta, un colapso de la gobernabilidad sería un daño colateral de menor importancia para los peronistas. Por eso Macri no debería extrañarse de que le planteen un conflicto de poderes, para el que debería ir preparándose, porque el peronismo "racional" ya lo hizo.