"Lo más importante es que la exportación volvió a crecer"

Los números del comercio exterior siguen en rojo, pero Marcelo Elizondo destaca los cambios ocurridos. La aspiración de mediano plazo no debería ser transformarse en la góndola del mundo, sino convertirse en proveedores de insumos alimenticios. Crecerán las importaciones en el segundo semestre. La economía presenta severos obstáculos.

La hoja de ruta que utiliza el Gobierno en materia económica tiene señales claras. Por eso es que en el primer mes de gestión la administración de Cambiemos levantó el cepo cambiario, eliminó retenciones a las exportaciones y arrancó de cuajo las trabas a las importaciones. Lo que hizo fue pavimentar la vía por donde ingresarán los dólares genuinos. Argentina intenta ser un país volcado hacia afuera. El comercio exterior, claramente, ha venido a desplazar como eje al consumo interno que tanto pregonaba el kirchnerismo. La nueva estrategia, explica Marcelo Elizondo, titular de la consultora Desarrollo de Negocios Internacionales, requiere de planificación, reglas claras y mucha, mucha negociación.

-¿Qué lectura hace de los números de la balanza comercial?

-A mí lo que más me importa es que las exportaciones volvieron a crecer, aunque levemente. En todo el primer trimestre están creciendo 3%. Veníamos de muchos años de decrecimiento constante. Si uno mide el momento del record de las exportaciones argentinas, que fue en 2011, hasta el 2015 hubo una caída de los u$s 84.000 millones en 2011 a u$s 57.000 millones en exportaciones anuales totales. Con los números que confirma el Indec esa caía se interrumpe y habría un muy leve crecimiento de las exportaciones. Esa es la noticia que más me importa. La balanza comercial empieza a mejorar, mantiene el déficit pero se achica.

-¿Vamos por el camino correcto en materia de comercio exterior?

-Yo creo que el comercio exterior todavía no se ordenó. En primer lugar, por el lado de las importaciones se han removido muchas de las dificultades que existían. Sobre todo a través del sistema de las DJAI (Declaraciones Juradas Anticipadas de Importaciones) y se ha creado un sistema mucho más institucionalizado, con licencias automáticas y no automáticas. En la medida en que la economía comience a recuperar cierta senda de crecimiento, las importaciones deberían subir.

-Las exportaciones que crecen son, nuevamente, las de origen agropecuario.

-Si uno considera de origen agropecuario no sólo a los productos primarios sino también a los manufacturados, donde hay mucho producto industrial agropecuario, algunos con menor agregación de valor como aceite y harinas, pero otros que sí tienen agregación de valor, como jugos concentrados, carnes procesadas y lácteos, todo eso explica el 60% de las exportaciones argentinas. Claramente es donde tenemos más capacidad. Eso no me parece mal necesariamente.

-¿El desafío del Gobierno es desarrollar cadenas de valor y empleo en los sectores más competitivos, como el agropecuario?

-El Gobierno habla de ser el supermercado o la góndola del mundo en lugar de ser el granero del mundo. Esto está bien, pero quizás haya que ser un poco más preciso. Ser la góndola del mundo es exportar bienes finales, fraccionados, envasados y con marca. Eso es más complejo. Pero uno puede pasar de ser un exportador de bienes primarios a un exportador de bienes intermedios y generar insumos para la industria alimenticia, para la finalización del producto en el exterior. Algunos rubros, como ocurrió con el vino, sí podrán fraccionar, envasar y vender con su marca. En otros casos la Argentina puede ser un gran exportador de bienes intermedios, como lo es en bienes industriales donde hay químicos y plásticos.

CAMBIO DE RUMBO

-El kirchnerismo hacía foco en el consumo interno como motor de la economía. El Gobierno actual, en cambio, privilegia las exportaciones. ¿Qué opina de este giro estratégico en la política comercial?

-Me parece en primer lugar que no era acertada la dicotomía que planteaba el gobierno anterior entre atender la demanda externa o atender el consumo doméstico. Eso de que si promuevo las exportaciones afecto la mesa de los argentinos. Hoy la tasa de inversión está en 18 puntos del PBI y deberíamos aspirar a llegar a 25. Si recuperamos esta inversión, mejorando la capacidad de crear oferta exportable, entonces no habrá dicotomía entre el mercado interno y la demanda externa.

-¿Abrirse implica quedar expuesto a que rijan los precios internacionales, sobre todo en el mercado de los alimentos?

-Hay un componente muy importante de los precios que también tiene que ver con las condiciones internas. Es más relevante la carga tributaria, que en la Argentina es muy alta; el costo laboral que no va al bolsillo del trabajador, ya que el empleador paga cargas adicionales al salario de bolsillo que también hace que el costo sea más alto que en otros mercados; la política cambiaria si no es previsible también afecta la posibilidad de planificar; la tasa de inflación que impide el cálculo económico; el costo de acceso al capital, que es muy alto porque la tasa es elevada y no hay mercado de capitales. Pienso que el beneficio de vincularse internacionalmente es mucho mayor que el costo de la afectación de los precios domésticos por los precios internacionales.

-¿Cuál es la manera de proteger a los sectores productivos más vulnerables, de manera inteligente y sin vulnerar la legislación internacional del comercio?

-Todo el mundo tiene instrumentos de protección y no deberíamos asustarnos de tenerlos. Lo que está mal es tener instrumentos ilegales conforme a la ley internacional, como las DJAI o las prácticas de limitación de importaciones que eran generalizadas, no se podía importar nada. Hay que tener mecanismos más quirúrgicos, protegiendo a sectores que son más sensibles, como el textil, el calzado, los juguetes, que en todo el mundo son protegidos porque hay prácticas globales que no tienen buena reputación.

-Hay que ser más sutiles con las barreras aduaneras.

-Las prácticas que hay en el mundo tienden más a obstáculos cualitativos, normas técnicas, estándares de calidad, normas de seguridad o sanitarias en los alimentos. Si uno mira las negociaciones mundiales, los grandes tratados están incorporando cláusulas de respeto de ciertos estándares. Hay que tender a proteger la industria nacional por ese lado, por la vía quirúrgica.

FOR EXPORT

-¿Cuáles son los principales obstáculos con los cuales se topa el empresario cuando quiere exportar?

-Hay varios. En primer lugar hay que admitir que se han removido muchos obstáculos como el tipo de cambio, las retenciones, los Roe. Ya no hay default, que es una gran noticia para el exportador porque no podía acceder a financiamiento en el mercado. Hay algunas dificultades que se dan fronteras adentro, como la tasa de inflación. Los negocios internacionales son a mediano y largo plazo, y para eso se necesita cálculo económico. Y la inflación afecta esto. El segundo obstáculo es el costo del capital, que es altísimo por la tasa de interés bancaria y porque no hay mercado de capitales. También hay mucho trámite en la frontera. Según un cálculo de Aladi, en la Argentina los trámites del comercio internacional, emisivo y receptivo, requieren una cantidad de pasos y tiempo que es mayor que en los países emergentes.

-¿Hay también obstáculos externos?

-El tercer problema está fronteras afuera. La Argentina padece muchos años de inacción en materia de negociaciones internacionales. Las empresas chilenas acceden a 62 países sin arancel como consecuencia de negociaciones que redujeron el acceso de sus productos a esos mercados. Las empresas mexicanas acceden a 50 mercados con arancel reducido, y las argentinas sólo a 11. Eso para un exportador argentino es muy complicado. Por ejemplo, los vinos argentinos que llegan a Europa pagan un arancel más caro que su competidor, el vino chileno.

-¿Hay una cuenta pendiente con la infraestructura cuando se habla de la competitividad argentina?

-Argentina tiene problemas de logística y transporte. Más del 80% de la producción exportable argentina se traslada por camiones, en un país que tiene el octavo territorio más grande del mundo. Deberíamos tener un sistema ferroviario más eficaz. Tenemos la mitad de las carreteras asfaltadas en relación a su territorio que tiene Brasil. Tenemos problemas con los puertos, y además hay pocos aeropuertos que estén enfocados a la carga, casi todos trabajan con el transporte de pasajeros. Si uno quiere agregar valor, es posible que haya que exportar productos más sofisticados que requieran transporte por avión. Hay problemas de infraestructura energética. Si hoy por arte de magia mejoráramos nuestro PBI y creciéramos 5% este año y otro 5% en 2017, tendríamos problemas de abastecimiento energético.