Siete días de política

Se consolida el plan de Macri para asegurar la gobernabilidad

En su primera etapa incluyó medidas económicas: cepo, devaluación y tarifas. Antes de empezar el año legislativo partió al bloque "K" de Diputados. Sigue un paquete de leyes aprobadas por consenso.

Los protagonistas de la semana política fueron los diputados kirchneristas, pero por lo que para ellos fue una mala noticia: comenzaron a desgranarse. Eso por un lado debilita sus sueños setentistas de "resistencia" (luche y vuelve) y por el otro fortalece la gobernabilidad, objetivo prioritario para el primer año de gestión de Mauricio Macri.

¿Qué contiene la hoja de ruta de ese primer año? Empezó por la economía. Con el Congreso cerrado, tomó una serie de medidas urgentes para arrancar después de un largo período de estancamiento y deterioro: levantamiento del cepo cambiario, devaluación para mejorar la competitividad, sinceramiento de tarifas y el arreglo con los "holdouts".

Inmediatamente siguió con las decisiones políticas. Puso en marcha un acercamiento parlamentario con la mayoría peronista que tuvo como primer paso el aislamiento del grupo más numeroso y hostil de los "cristinistas" furibundos de la Cámara de Diputados.

El objetivo de los operadores del presidente en la Casa de Gobierno y el Congreso es llegar a un acuerdo sobre un paquete de leyes que enviará a las Cámaras después del 1º de marzo sobre, entre otras cuestiones, seguridad, reforma electoral y eliminación de la "ley cerrojo". Esa norma debe ser derogada o modificada para hacer efectivo el acuerdo con los bonistas que quedaron fuera de los canjes realizados por el kirchnerismo.

La ruptura en el peronismo fue una consecuencia, la primera, de la intervención del macrismo en el escenario político. Colaboraron para hacerla posible Ñademás de sindicalistas de pesoÑ los gobernadores de Salta, Chaco, La Rioja, Tierra del Fuego y La Pampa. Se esperaban más adhesiones, por ejemplo, de Entre Ríos, San Juan, Formosa y Tucumán, pero los mandatarios de esas provincias pisaron el freno en los últimos metros, lo que dejó abierta la expectativa por nuevas deserciones.

La escisión había sido largamente anunciada, pero hasta último momento hubo dudas sobre su magnitud. Quedaron así en pie dos hipótesis. La primera, que varios de los que clavaron los frenos están esperando hacerse de la conducción del PJ antes de romper definitivamente con la ex presidenta; la segunda, que apelarán a la prudencia hasta comprobar cuál es su reacción. Hasta ahora se mantuvo en silencio, pero está todavía en poder de mucha información sobre los desertores.

Cuandoquiera se produzca el cisma, lo cierto es que en Diputados el macrismo acaricia el quórum y en el Senado la "rosca" de los gobernadores se expresa a través del presidente del bloque Miguel Pichetto, activo promotor del acuerdo de gobernabilidad con Macri.

Pichetto, que disciplinó con mano de hierro a los senadores "k" durante los últimos doce años lidera un grupo de legisladores que casi cuadruplica a los que siguen respondiendo a Cristina Fernández, conoce hasta el último rincón de la Cámara, tiene flexibilidad para negociar y el apoyo de las provincias peronistas. Más importante aún, tiene línea directa con importantes funcionarios macristas. Y por último, pero no por eso menos importante, un encono que no se preocupa en ocultar contra la ex presidenta y sus seguidores camporistas que llevaron a su partido a la derrota.

Pero el principal problema de CFK y de sus seguidores en el Congreso, incluido especialmente Máximo Kirchner, no son ni los gobernadores, ni Pichetto, ni los sindicalistas, ni tampoco Mauricio Macri. Su problema es que no tienen poder, ni volumen político para frenar el desbande, porque carecen de recursos y, fundamentalmente,de futuro.

Bajo su conducción el peronismo perdió el poder en la derrota más calamitosa de su historia y quedó a la deriva, sin conductor y desfinanciado. En otras palabras, debilitado y a merced de Mauricio Macri.
Agrava especialmente esa situación que hasta el momento Macri ha demostrado que sabe cómo encarar una herencia económica desastrosa y hasta la utiliza en su provecho. Tomó medidas durísimas de ajuste, pero sin caos ni reacción popular en su contra, por lo que ejercer una oposición cerril o calificarlo absurdamente de "dictador" genera un rédito político negativo.

De manera que los peronistas para volver al poder disponen de una sola alternativa, la renovación, y de varios caminos para conseguirla. Pero ninguno de ellos pasa por El Calafate.