Siete días de política

Quedó claro que Macri es hoy el problema menor de Daniel Scioli

La presidenta volvió a la cadena nacional para encuadrarlo. En lugar de defenderlo, defendió su propia gestión. El gobernador no consigue despegar y le lleva sólo 8 puntos al líder del PRO.

Las primeras mediciones de opinión pública que circularon después de las PASO trajeron una buena y una mala noticia para Daniel Scioli. La buena, que las inundaciones no tuvieron casi costo político para él. Según Aurelio, tiene una intención de voto del 40,2% y para Zuleta, del 39,8%. Pero la mala es que Mauricio Macri no le pierde pisada y por ahora habría segunda vuelta: el jefe de gobierno porteño mide 32,4 y 32,9% en esas encuestas, respectivamente. Sumó los votos de Ernesto Sanz y Elisa Carrió más los de algunos que habían votado otras opciones.

Sergio Massa por su parte anda por los 17 puntos. La diferencia actual entre Scioli y Macri, según otros encuestadores, rondaría los 8 puntos y el gobernador todavía está lejos del 45% que le evitaría pasar por un balotaje de pronóstico reservado. El principal componente del escenario electoral continúa siendo, por lo tanto, la incertidumbre.

Pero Macri no es ni el único, ni el principal problema de Scioli. El jueves la presidenta Cristina Fernández volvió a la escena pública después de un inusualmente largo silencio y no lo hizo, exactamente, para defender al candidato del Frente para la Victoria, sino para encuadrarlo.

Lo primero que intentó fue minimizarlo. Sostuvo que los ataques en contra del candidato oficialista eran en realidad contra el kirchnerismo, es decir, contra ella. Después le recordó que en las PASO de 2011 ella había sacado 12 puntos más que él y de paso le reprochó su amistad con Macri que ahora no se cuida de criticarla.

Coronó la actuación haciendo un interminable recuento de las obras hidrícas hechas (o por lo menos anunciadas) por el gobierno nacional. También defendió a Lázaro Báez. Sólo le faltó recivindicar a Amado Boudou. Al finalizar su exposición de una hora y media los sciolistas habrán recordado la famosa frase que reza que con amigos así, ¿quién necesita adversarios?

El ambiente en la Casa Rosada no fue el mejor para Scioli. Lo recibieron con un gran cartel que lo ignoraba y que ponía como único candidato del Frente para la Victoria a un empleado de la casa: Carlos Zannini. Asistió, además, a la catilinaria desde la segunda fila de la platea, mientras la presidenta aparecía flanqueada por Aníbal Fernández y la sonrisa inextinguible de Axel Kicillof. De todas maneras esta lejanía tal vez le haya resultado beneficiosa para evitar un poco saludable abrazo del oso.

¿Por qué abrazo del oso? Porque a esta altura del proceso electoral parece evidente que, si quiere ampliar decisivamente la ventaja que le lleva a Macri, Scioli debe buscar votos anti "K". En particular los de los cordobeses José de la Sota y Juan Schiaretti, con los que inició negociaciones reservadas (ver Visto y Oido).

Resulta también fundamental su alianza con los gobernadores peronistas que ya lo ven como una vía de escape de doce años de kirchnerismo. Se congregaron para apoyarlo en el cierre de campaña tucumana, lo que provocó el enojo indisimulable de la presidenta. A las pocas horas los mandatarios provinciales debieron pasar por la Casa Rosada para firmar la refinanciación de sus deudas.

Pero si hoy el peronismo tucumano vence como es previsible al opositor José Cano, Scioli habrá dado un importante paso hacia la presidencia. Las encuestas le dan entre 8 y 10 puntos de ventaja al peronismo, a pesar de que en las PASO su triunfo fue arrasador. La fiscalización será fundamental para conocer el verdadero poder del PJ como ocurrió en la provincia de Buenos Aires.

Quizá la única posibilidad de que Scioli pierda en las presidenciales no reside ni en la inundaciones, ni en su declaración jurada de bienes, sino en una eventual crisis económica que el gobierno está alimentando con una tenacidad inmutable. En la semana que pasó hasta el propio presidente del Banco Central, Alejandro Vanoli, admitió que había escasez de dólares, lo que volvía imposible levantar el cepo armado por Kicillof que fue ahogando de a poco el comercio exterior.

No quedó clara la razón por la cual el funcionario terminó aceptando públicamente la difícil situación cambiaria. También lo hizo la ministra de economía bonaerense que propuso una "batalla cultural" para revertir la situación. Pero Scioli ya tiene una solución más ortodoxa para el problema que por ahora no lo preocupa. Tendrá que hacerse antes del poder derrotando primero a Macri y aislando después al cristinismo.