Deville, un espíritu inquieto

En sus libros el autor de "Peste & Cólera" el escritor francés propone un viaje por el tiempo y el espacio tras las huellas de personajes históricos. Sus novelas de aventuras recrean una época y a la vez ayudan a interpretar el presente.

La historia suele ocultar entre sus pliegues a figuras con rasgos novelescos que, en la pluma del escritor francés Patrick Deville, resplandecen. Cautivado sobre todo por exploradores y almas errantes, el autor sigue sus huellas incluso hasta rincones exóticos del planeta para reconstruir sus vidas con ritmo trepidante, rasgo por el que ha merecido algunos de los premios más importantes de su país.

Deville (Saint-Brevin-les-Pins, 1957), uno de los escritores hoy más aclamados de Francia, propone en cada libro un viaje por el tiempo y el espacio para retratar, a la vez, una época. Diplomado en literatura francesa y comparada y en filosofía, ex agregado cultural en el Golfo Pérsico, su obra no siempre transitó ese camino.

Fue con una carrera ya encaminada, y tras haber escrito cinco novelas de ficción, cuando hace quince años decidió sumergirse en la historia y recorrer el mundo para dar vida a un ciclo de novelas sin ficción, como él lo llama.

Un género híbrido que dice que le ha permitido mezclar la biografía con el relato, la crónica de viajes con la entrevista, si bien lo obliga a conocer tanto las bibliotecas como la geografía. Pero este esfuerzo no parece costarle mucho. Porque Deville, espíritu inquieto, ha viajado para preparar sus libros por el Extremo Oriente, por Africa y América latina, y hasta ha permanecido breves temporadas en Cuba, Uruguay, Centroamérica, Nigeria o Argelia.

La serie que está escribiendo se inició con Pura vida (2004), donde relata cómo el estadounidense William Walker llegó a ser presidente de Nicaragua, y continuó con Ecuatoria (2009), Kampuchea (2011), Peste & Cólera (2012) y Viva (2014), aunque aquí empezaron a llegar con algo de retraso.

Peste & Cólera fue publicada en agosto pasado en nuestro país. Cuenta la vida del científico suizo Alexander Yersin. Un discípulo aventajado de Louis Pasteur que, movido por su sed de acción, se enrola como médico en un barco y se lanza a la aventura, viaja a Saigón, camina a pie desnudo la jungla y trepa montañas hasta que en Hong Kong descubre el bacilo de la peste.

Por ese libro obtuvo el premio Femina, el de la FNAC y el Prix des Prix 2012, uno de los ocho premios literarios más importantes de Francia. Ecuatoria, que precede a aquel título, aquí se publica recién ahora.
Deville, que parece echar a rotar el globo terráqueo y detenerlo con el dedo, recala esta vez en Africa, un continente que atraviesa de lado a lado, desde Gabón hasta Tanzania, para reconstruir las aventuras de los personajes.

Obra coral, es un poco más intrincada y despareja que la anterior. Se ha dicho de ella que toma como modelo las Vidas paralelas de Plutarco. El relato remonta el río Ogooué en plena selva esmeralda para acompañar la aventura de Pierre Savorgnan de Brazza, el fundador de la capital de Congo que abrió paso en 1872 a la colonización de Africa ecuatorial surcando territorios que no figuraban en los mapas.

Pero Deville entrecruza su gesta con la de otros pioneros como Henry Stanley, Livingstone, Albert Schweitzer o Jonas Savimbi en una narración que va y viene en el tiempo, dejando la impresión de que el sujeto del relato es el propio continente africano.

En el camino aparecen dictadores como Kabila o Mugabe, escritores como Conrad, Byron, Rimbaud o Julio Verne, y hasta el Che Guevara, cuyo sueño revolucionario en el Congo se hunde en la derrota en pocos meses.

Aunque el interés de la lectura por momentos decae, Ecuatoria permite disfrutar la prosa de un estilista. Deville ofrece ricas descripciones, como esas grandes masas de árboles con "su maraña de lianas y su teatro de monos chillones", o un "paisaje que vibra por la cantidad de mariposas" o simplemente las "arenas amarillentas que el ocaso ruboriza".

En entrevistas con motivo de la presentación del libro, el autor resaltó que estas novelas no tienen ficción: los personajes, los lugares y los hechos son todos reales. Es la forma de contarlos la que es literaria. Una reconstrucción que enriquece con simetrías o paradojas, con su humor e ironía, y donde vincula a los protagonistas con los procesos históricos.

Ha dicho también que se toma tiempo para escribir. Arma fichas, toma notas, explora archivos y hace entrevistas en una recopilación minuciosa. Pueden pasar años. Después las palabras le salen a borbotones.

A Deville le han hecho notar que este ciclo de novelas comienza siempre en 1860. La respuesta de este crítico del pasado colonial de Francia es que, "en ese momento, tres naciones, Inglaterra, Francia y Alemania, deciden que el conjunto del planeta debe ser europeo y compiten entre sí por el control del mundo". Y añade que "en todas esas competencias científicas, económicas y militares podemos ver cómo se configura el futuro Eje de la Segunda Guerra Mundial luego de la desbandada de Alemania en Africa, pero también nos permite leer los conflictos actuales".