Con grandes adversidades un grupo de colonos llegó a la Patagonia buscando la añorada libertad de la que carecían en su país

A 150 años del arribo de los galeses

Eran 153 galeses que llegaban en el barco la "Mimosa" a la región del Golfo Nuevo, hoy Puerto Madryn. Gracias a su lealtad, en 1902 el territorio del Valle 16 de Octubre, donde actualmente se ubican las localidades de Esquel y Trevelin, entre otros, fue incorporado pacíficamente a la Argentina.

Era un 28 de julio de 1865 cuando por fin lograron desembarcar en el Golfo Nuevo, hoy Puerto Madryn. El viento y el mar eran los únicos sonidos que se oía por kilómetros. Eran 153 personas, niños, mujeres y hombres de variadas edades, que buscaban un nuevo comienzo pero, más importante, buscaban su libertad.

Ciento cincuenta años después de ese día, la comunidad galesa en la provincia de Chubut celebra con el slogan "Los galeses vinieron para quedarse" su historia en la Argentina y sus tradiciones con orgullo, no olvidando sus orígenes. 

"Cuando ellos vinieron buscaban libertad tanto para practicar su religión como para hablar su idioma. En Inglaterra no contaban con estas posibilidades de mantener sus tradiciones. En el Gales de ese tiempo no les permitían tener esa libertad", destacó a La Prensa Wendell Davies presidente de la Asociación de San David Trelew.

En aquel entonces los primeros en llegar a estas tierras fueron los reverendos Michael D. Jones y Abraham Matthews; el capitán Love Jones-Parry de Madryn, y el tipógrafo de Liverpool Lewis Jones. Este último y Love Jones-Parry viajaron a Buenos Aires desde Liverpool en diciembre de 1862 para inspeccionar personalmente las márgenes del río Chubut, y regresaron a su país con informes favorables del lugar.

El proyecto de afincarse en la Patagonia era firmemente apoyado por el ministro del Interior de la Nación, Guillermo Rawson, a las órdenes del entonces presidente Bartolomé Mitre. Así, durante su presidencia, se inició el poblamiento definitivo de esta región, específicamente del valle inferior del río Chubut.

"Los argentinos querían asegurar su soberanía sobre estas tierras y para ellos lo mejor era poner una colonia. Por eso muchas veces digo que no fue una colonización galesa sino que fue una colonización argentina con inmigrantes galeses", enfatizó Davies.

El contingente llegó tres años más tarde a bordo de la nave Mimosa, que había partido de Liverpool y que era regularmente utilizada para el intercambio comercial con Australia y China. 

Aquí se enfrentaron al desarraigo, una tierra inhóspita, desconocida y adversa. El clima y la geografía eran desconocidos para la mayoría del grupo. Vivieron en improvisadas cuevas y al poco tiempo resultó indispensable la obtención de agua dulce.

"La mayoría de los que llegaron eran mineros, casi esclavos, pasaban muchas horas bajo tierra en Gales. A veces días enteros sin ver el sol. Los niños comenzaban a trabajar desde los cinco años y sólo iban a la escuela los días domingos. Muchos morían muy jóvenes por lo que la expectativa de vida de aquella época era de entre los 40 a 45 años", destacó el presidente de la Asociación San David.

Luego agregó que "la colonización de los galeses fue única porque fue pacífica y la convivencia que hubo con los habitantes de los pueblos originarios era buena e importante para ambos. El gales era minero y desconocía cómo trabajar en esta tierra desértica".

En busca de mejores condiciones para vivir, los colonos llegaron hasta la desembocadura del río que buscaban, el Chubut, y se instalaron sobre la margen norte. Fundaron un pueblo que luego sería capital de la provincia, al que llamaron Rawson, en honor del ministro del Interior del presidente Mitre. 

OLEADA
El proyecto galés siguió en marcha y sucesivamente, entre 1874 y 1876, llegaron nuevos contingentes de colonos que se radicaron en la colonia. Gaiman, hoy uno de los principales centros de concentración de la cultura galesa, era uno de los motores del desarrollo cultural y económico del proyecto galés.
Para contar con lugares para encontrarse como comunidad, los colonos fueron construyendo capillas para continuar con sus tradiciones. "Su fortaleza se encontraba en la Fe. Por eso construyeron varias capillas que fueron utilizarlas para practicar los cultos pero también fueron las primeras escuelas del Valle", enfatizó Davies.
Pese a que eran pocos los primeros habitantes no siempre se lograba un consenso y las discusiones sobre ciertos temas cotidianos podían causar malestar en la pequeña comunidad.


"Se reunían allí para solucionar problemas ya que en esa época no había nadie que dependiera del gobierno y simplemente se manejaban dentro de la comunidad galesa. Tenían que tener un orden y esto se lograba en las reuniones dentro de las capillas donde se encontraban para dialogar. Pero a pesar de todo se unieron para dejar sus huellas en el valle. Un ejemplo son los canales de riego artificial que aún hoy se usan los mismos que ellos crearon. No eran profesionales sino que por intuición y conocimiento de las tierras les permitió construir los canales para que regaran todo el Valle de Chubut, que tiene aproximadamente unos 60 kilómetros de largo por 10 o 15 de ancho y el río cruza por el medio", recalcó orgulloso el descendiente de aquellos primeros galeses.
Una vez sorteadas las dificultades y alcanzada la buenaventura económica, las autoridades argentinas, con asistencia de los colonos y sus descendientes, realizaron el tendido de una línea férrea para el traslado de productos agropecuarios desde el Valle del Río Chubut hacia la costa del Golfo Nuevo. Es entonces que gracias a una ley nacional sancionada el 20 de octubre de 1886, se otorgan las tierras necesarias para dicha labor, considerándose a esta fecha como aniversario de la ciudad de Trelew.


ARGENTINOS
El 30 de abril de 1902, la comunidad decidió mostrar su gratitud al gobierno argentino, impulsor de la llegada de los inmigrantes a la Patagonia. Chile entendía que la divisoria de aguas debía ser tomada como referencia para fijar el límite con la Argentina, ya que las altas cumbres no eran lo suficientemente claras en esa zona. 

El Valle 16 de Octubre, donde actualmente se ubican las localidades de Esquel y Trevelin, así como otros fértiles valles transversales de la Patagonia, quedaban dentro de territorio chileno. 

En la Escuela Nº 18 se realizó el plebiscito para que los propios habitantes del lugar, en su mayoría galeses, eligieran qué nacionalidad pretendían mantener ante una comisión de límites en la que estaban representados ambos países y la corona británica. Eligieron la nacionalidad argentina. 

"Conocemos mucho la historia del norte como son las batallas de Belgrano o San Martín pero se conoce poco la historia del sur. Cuando los galeses dijeron que eran argentinos se logró asegurar el territorio de la provincia de Chubut para nuestro país. Fue un logro pacífico en que los galeses agradecieron la posibilidad de tener un hogar acá", recordó Davies.


IDIOMA
Pese a que han pasado ya 150 años desde el arribo de esos primeros colonos, la tradición no se ha perdido en muchas actividades. Una de ellas es la enseñanza del idioma galés.
"Cuando vienen visitantes de Gales se sorprenden por cómo se ha mantenido en la provincia el idioma puro porque nosotros lo hablamos como hace 150 años. En Gales lo han ido modificando y cuando llegan acá es como volver atrás en la historia", destacó el presidente de la Asociación de San David Trelew.

En tanto, para fomentar la continuidad del aprendizaje del idioma entre las nuevas generaciones se continua con la enseñanza con maestros galeses que viene a trabajar por un año a la provincia.

"Hay una asociación en Gales que les paga el pasaje, el sueldo y todo lo que sea necesario para llegar y vivir acá. Allá son maestros pero viene por una año a la Argentina para enseñarlo. Nosotros les brindamos hospedaje. Les encanta la Patagonia porque saben que hay un pedazo importante de Gales que se mantiene fuera de la patria chica", describió Davies.

Escuelas bilingües, carteles indicadores en español y galés, la tradicional gastronomía galesa y el festival Eisteddfod son algunos de las señales de que la tradición galesa ha sobrevivido los últimos 150 años y seguirá viva por muchas más décadas.