Siete días de política

Macri cambia de discurso por el fortalecimiento kirchnerista

Ante la mejora de la imagen de CFK y de la intención de voto a Daniel Scioli, el candidato del PRO giró su postura respecto de Aerolíneas e YPF. Daniel Scioli, a su vez, se hiperkirchneriza.

La inflación es del 25%, la pobreza, del 30, la economía está frenada desde hace un año y medio, las producciones regionales colapsan, la actividad industrial cae, caen la exportaciones y no entran dólares.

Durante la semana pasada el dólar llegó a valer 15 pesos en el mercado paralelo. Tampoco se crea empleo genuino desde hace rato y la emisión bate récords planetarios, pero el oficialismo lidera cómodo las encuestas y sólo hay dudas acerca de si ganará en la primera vuelta o deber  pasar por un balotaje.

Este hecho que en cualquier otro país resultaría inconcebible, excepto, tal vez, en Venezuela, ha complicado la campaña de Mauricio Macri, que anda con la brújula desmagnetizada e improvisando un nuevo “relato” más parecido al K para seducir a un electorado que no tolera demasiada realidad y que cree -o finge creer- que se puede gastar hasta el infinito con el sólo recurso de emitir todos los pesos necesarios y que esa conducta no tendrá  ninguna consecuencia negativa; que ha naturalizado niveles inflacionarios y de pobreza muy altos, que se acostumbró a la precariedad laboral, a subsidios insostenibles en el mediano plazo y a vivir del Estado.

En los últimos cuatro meses algunas consultoras han detectado que la imagen positiva de la presidenta subió más de 14 puntos y la de Scioli superó los 40. Pero lo que es más grave para cualquier intento opositor de llegar al poder es que los que quieren ver derrotados a los K se redujeron dramáticamente: pasaron del 58 al 42%.

No se trata, sin embargo, de datos que sólo aparecen en las cada vez más desprestigiadas encuestas. Las elecciones realizadas hasta el momento probaron que los oficialismos prevalecen y que la oposición no está en condiciones de derrotarlos. En particular la macrista que sufrió un traspié en Santa Fe del que no pudo recuperarse y el domingo pasado ganó en la ciudad de Buenos Aires por un margen inferior al esperado.

En Santa Fe no hubo polarización, sino un resurgimiento (modesto, pero resurgimiento al fin) del pejotismo. En la ciudad se produjo, en cambio, una polarización, pero en contra de Macri porque el voto radical se unió al kirchnerista, anticipando una conducta que, de repetirse en el plano nacional, derrumbará  cualquier posibilidad de que el jefe del gobierno porteño llegue a la Casa Rosada.

Esto puso a Macri en lo que en ajedrez se llama “zugzwang”, una posición en que cualquier movida es mala; en la que hay movidas malas y peores, nunca buenas. Optó por girar su discurso para no chocar con la mentalidad estatista y bendijo con reservas las onerosísimas expropiaciones de Aerolíneas Argentinas e YPF, exponiendo el flanco perfecto para las “chicanas” oficialistas.

Pero el problema para el candidato PRO no son las chicanas, sino la baja credibilidad de su metamorfosis. Si bien se quejó de la gestión desastrosa de la aerolínea de bandera, difícilmente su conversión le atraiga el voto “progre” o radical-alfonsinista que tanto necesita para ser competitivo frente a Scioli. Tiene la ventaja de que no perder  su voto consolidado, pero entrega a cambio una imagen de desorientación y de poca confiabilidad. La misma poca confiabilidad de toda la clase política de la que ha pretendido diferenciarse. Parece no haber advertido que no es peronista, es decir, que no tiene fueros para decir las cosas más contradictorias sin sufrir consecuencias electorales.

Daniel Scioli, en tanto, disfruta de las ventajas de la “primavera” oficialista. Está en la tarea de consolidar plenamente el voto `cristinista' -ese con el que pretendía medrar Randazzo- y hasta viajó a Cuba para fotografiarse con Raúl Castro y hacer más digerible el sapo que deberán engullir los integrantes de Carta Abierta. Ahora ser  un sapo procubano.

Su identificación con el kirchnerismo es tanta que la presidenta lo aplaudió de pie con todo su gabinete el martes pasado en La Plata, mientras Macri desde Tucumán intentaba explicar por qué había empezado a mirar con simpatía las turbias estatizaciones del gobierno.

¿Continuará  Scioli con la estrategia de presentarse como la continuidad perfecta del “modelo”? El gobernador, que el viernes se mostró rodeado por el viejo PJ, necesita también voto “independiente” y quienes lo conocen dicen que prepara la “gran Houdini”: después de las PASO comenzar  desatarse las ligaduras que la presidenta le puso para condicionarlo.­